En esta línea, estoy convencida de que el impulso productivo a las mujeres tiene un efecto social poderoso. Y es que un negocio con un enfoque social puede cambiar la vida de las personas y a través de las mujeres esta transformación es integral.
Desde mi ámbito de acción -en la industria del chocolate- me ha tocado ver la fuerza del emprendimiento femenino con propósito en la región. En mi rol de co-fundadora de Paccari, la marca de chocolate más premiadas del mundo me enorgullece destacar que el 65% de nuestra plantilla está conformada por mujeres, tomadoras de decisiones, tanto en el campo como en la fabricación y en el área administrativa de la empresa.
Además, al introducir nuevos sabores locales en nuestras tabletass de chocolate, hemos extendido aún más la demanda de insumos orgánicos, impactando positivamente al medioambiente y con ello las oportunidades para las mujeres. Este es el caso de las cooperativas de mujeres de los páramos andinos, las cuales se han fortalecido crecientemente al proveer a nuestra marca de frutas nativas como la uvilla y el mortiño, el último silvestre, con precios muy superiores al mercado.
¿Qué lección puedo obtener de mi experiencia? Que el poder femenino es infinito, sobre todo cuando cada trabajadora decide apoyar a su familia, porque es evidente que cuando el dinero llega al bolsillo de la mujer, la familia crece.
En este Día Internacional de la Mujer aunemos voluntades para seguir trabajando a fin de garantizar los derechos de las mujeres y las niñas en todos los ámbitos de la vida, pues es la única forma de asegurar el desarrollo sostenible. Unámonos para convertir estos desafíos en oportunidades y así forjar un futuro mejor.