El pintor Alfredo Ramón y el descuido de nuestro patrimonio cultural

Sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le hicieron tener estrecha relación con varios de los máximos exponentes artísticos del siglo XX, como Enrique La fuente Ferrari, Ramón Stolz, Eduardo Chicharro, Daniel Vázquez Díaz, Julián Marías, Rafael de Penagos, Mariano Ballester y un largo etcétera.

Sus cuadros son admirados en colecciones privadas y públicas, tanto en España como en el extranjero (Principalmente Estados Unidos, Europa, Oriente Medio, América, etc.).

En España, se encuentran en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (Conde Duque), la Colección ABC, la Colección Duque de Alba y la Colección Julián Marías, entre otras.

En el extranjero, donde su obra es más conocida y codiciada, se encuentran Smithsonian Institution’s National Museum of American History (Washington D.C.), Museo Maier (Virginia), Colección del Senador Edward Kennedy (Washington D.C.), Colección Charlton Heston (Hollywood), Colección Angier Biddle Duke, ex embajador norteamericano en Madrid, Hamilton College en Nueva York, Smith College en Massachusetts y Mary Baldwin College in Virginia, entre muchas otras.

Es paradójico que fuera de nuestras fronteras se valore más el inconfundible arte de Alfredo Ramón, pero es una constante que se repite recurrentemente en la historia de España con la mayoría de nuestros referentes culturales en el ámbito de la pintura. Goya, con la perdida de su cabeza en uno de sus numerosos traslados, es un ejemplo plausible de ello.

Lo de valorar nuestro patrimonio pictórico es algo relativamente nuevo y todavía tenemos serias carencias al respecto en nuestro país. Tenemos que ser capaces de articular una colaboración público-privada para destinar recursos para esta finalidad.

La editorial que fundé y dirijo, Artelibro, tiene como lema recuperar y poner en valor lugares y personajes singulares, con especial dedicación a Madrid. Fruto de estos objetivos, acabamos de terminar, después de cinco años de intenso trabajo, la ambiciosa colección “21 distritos, 21 libros”, en el que publicamos para el gran público, de manera y divulgativa, 21 libros, 1 por cada distrito de la capital.

Al elaborar el libro sobre el distrito de Chamartín, titulado “Chamartín 75 años en Madrid”, conocimos la labor de Alfredo Ramón gracias a la profesora neoyorquina Linda Hament, que colaboró con él durante más de cuarenta años y que consiguió que el Ayuntamiento de Madrid le dedique una placa conmemorativa romboidal en el lugar donde tuvo su estudio, en el número 20 de la calle Infanta María Teresa.

La prolífica obra de Alfredo Ramón ha ilustrado 6 libros del catálogo de Artelibro (“Chamartín 75 años en Madrid”, “Chamberí, el distrito de Joaquín Sorolla”, “Carabanchel es cultura”, “Carabanchel 75 años en Madrid”, “La Quinta de Vista Alegre en Carabanchel” y “Las últimas letras de Jacinto Benavente”). Es realmente importante que se conozcan y se valoren sus cuadros porque de ellos se desprende un amor inconmensurable a Madrid, puesto que dejó verdadera constancia del particular urbanismo de la capital de España en los años sesenta y setenta, con una original técnica mixta de óleo y temple de huevo.

Alfredo Ramón pintó los frescos de grandes dimensiones de la cúpula de la capilla que en la actualidad se encuentra frente al Conservatorio Superior de Danza “María de Ávila” y el Centro Integrado de Enseñanzas Musicales “Federico Moreno Torroba”, dentro de la Quinta de Vista Alegre, que debe ser restaurado. Carabanchel formó parte del escenario creativo del pintor y fue su asegunda casa. Según Linda Hament, le gustaba especialmente por el aspecto de pueblo que mantenía intacto, pese a su integración como distrito de Madrid en el año 1948.

Es necesario dar los pasos necesarios para reconocer el inmenso legado artístico del pintor Alfredo Ramón, desde las instituciones públicas y desde el espacio privado, cuando estamos a pocos meses de que se cumplan diez años de su muerte, acaecida el 28 de enero de 2015. Madrid no puede permitirse el lujo perder unas creaciones que deben formar parte de su historia.