Y es que el momento final no es más que la culminación de un proceso que en la mayoría de los casos puede llegar a durar más de un año de presiones. “Nos encontramos muchos casos en los que antes de llegar a la situación final de despido o de la pérdida propia de la casa, las personas empiezan a acudir por trastornos de ansiedad estando aún en el trabajo o habiendo iniciado un proceso de desencadenamiento”, explica Verónica Rodríguez Orellana.
Según Coaching Club la lacra de esta época de crisis no sólo está en lo que se ve y en los factores tangibles que ya se conocen sino en los aspectos emocionales y psicológicos de los miles de afectados. “Existen afectados psicológicos de diferentes niveles, obviamente no es lo mismo la persona que ha sido desahuciada que la persona que ha perdido el trabajo. Incluso dentro de los diferentes perfiles de personas que se han quedado sin empleo, no afecta de igual modo a un joven de 30 años que un padre de familia de 50 años, dado a que sus posibilidades son diferentes. Existe una tabla muy amplia de afectados y sus dolencias”, explica Verónica Rodríguez Orellana, Directora de Coaching Club.
Entre los jóvenes de entre 25 y 35 años los casos que más se dan son la pérdida de empleo y la oferta de trabajo con sueldos mínimos y muchas horas laborales. “Esta situación está generando entre un porcentaje que supera el 25% de los jóvenes una desmotivación por la búsqueda activa del empleo bajo la “excusa” de no hay nada y lo poco que hay “explota” laboralmente hablando”, afirman desde Coaching Club. Desidia, falta de interés, abuso de la hospitalidad familiar, son algunas de las consecuencias. Las más graves acaban en depresión y desmotivación aguda laboral.
Por otro lado están los jóvenes de entre 25 y 35 años que buscan activamente trabajo para lograr sus aspiraciones profesionales. “Este grupo de jóvenes chocan habitualmente contra la situación y acaban aceptando trabajos que les introduce en una dinámica de estrés laboral contra la que luchan diariamente. Más del 20% de los jóvenes de entre 25 y 35 años acuden a sesiones de coaching para aprender a gestionar sus emociones, el estrés por la situación y la motivación”.
Por otro lado Coaching Club analiza los perfiles de entre 40 y 50 años. Personas adultas, con cargas familiares, hipotecas, colegios o universidades. La situación emocional en este grupo es muy delicada tanto cuando se encuentran ante la pérdida de un trabajo que les impida seguir pagando todas las cargas como el desahucio y el temor a perderlo todo. En estos casos los efectos psicológicos personales son devastadores: depresión aguda, sentimiento de culpa, vergüenza, desolación, pérdida del apetito y del sueño.
A todo esto se le suman repercusiones más allá de la pérdida: rupturas matrimoniales y efectos colaterales entre los más pequeños de la casa que ven como la situación afecta a los padres. Incluso les afecta a los propios niños impidiendo el pago de colegios, la pérdida de poder adquisitivo, no poder tener vacaciones, jugar con juguetes como los que han tenido hasta la fecha o tienen los amigos o lo que piensen los demás.
Los efectos de la crisis emocional perdurarán muchos más años que los efectos económicos y laborales. Será necesaria ayuda especial por parte de profesionales y en algunos casos la recuperación total será complicada ya que algunas repercusiones como las relaciones con otras personas no se podrán volver a recuperar.
Desde Coaching Club se alerta de esta situación y también se acompaña en el proceso de gestión emocional a los más necesitados a través de su novedoso proceso de Coaching Grupal que tiene como objetivo ayudar a atender esta parte emocional que en muchas ocasiones se deja de lado porque no se ve y puede ser más perjudicial que los aspectos tangibles.
·Para más información:
www.coachingclub.es