Si bien es esperable la preocupación por la salud, cuando está acompañada por un alto grado de ansiedad y de estrés que persiste más allá de las evaluaciones positivas médicas, estamos frente a un cuadro de hipocondría: la persona que la padece teme estar enfermo y no haber sido diagnosticado. Temor que, transformado en obsesión, los hace consultar en forma compulsiva en la Web sobre síntomas de diferentes afecciones que creen tener.
Verónica Rodríguez Orellana, Directora y terapeuta de Coaching Club explica, “Seguramente más de una vez te refugiaste en la frase "Lo importante es la salud", enredada en situaciones conflictivas cotidianas. O, frente a los brindis en fiestas sociales donde a la hora de pensar los deseos, no podía faltar entre ellos el de "salud para todos".
Haciendo su propio diagnóstico, se auto-medican, dando lugar a la cibercondria, que padece alrededor del 3% de la población. Ya lo decía el mordaz Mark Twain hace más de un siglo "Tenga cuidado cuando consulte libros médicos. Puede morir de una errata". Tal cual, en el 2016.
La propensión a caer en horrorosas conclusiones médicas forma parte del género humano, pero ahora casi 2.500 años después de que Hipócrates usara por vez primera el término hipocondría, la red supone una gigantesca trampolín hacia esta ansiedad. Si uno teclea dolor de cabeza en Google, obtiene 1.520.000 resultados. Ya en la primera página del buscador aparecen el tumor cerebral, la demencia y la esclerosis múltiple. ¿Dolor de pecho? 195.000 resultados, y el ataque cardiaco está entre los primeros.
En general, quien padece hipocondría digital tienen una tendencia a centralizarse en sensaciones corporales, tendiendo a evaluarlas como patológicas, amplificándolas hasta tomarlas como un indicador de enfermedad. Esta creencia hace que siga alimentando su conducta compulsiva, a través de la búsqueda constante de diagnósticos y tratamientos, lo que aumenta -a su vez- la preocupación, los pensamientos obsesivos focalizados en la salud, el miedo y la ansiedad. Esto, finalmente, afecta la calidad de vida de quien lo padece en los distintos planos familiar, social y laboral.
Es cierto que la excesiva información que hay en la Web, hace que cada vez sea mayor el porcentaje de personas que consulten. Algunas, con los resultados de los estudios médicos en mano y otros lo hacen con los síntomas físicos y/o emocionales que padecen, buscando en los portales su diagnóstico, pronóstico y tratamiento. Tanto unos como otros corren el riesgo de una mala interpretación de los síntomas y/o de la información al consultar al “médico web”. Y un alto porcentaje termina padeciendo cibercondria. Quién lo padece hace una valoración catastrófica de las sensaciones corporales, pasando de una consulta web de una migraña, a creer que tiene una enfermedad terminal.
Esta enfermedad aparece en general entre los 30 a 55 años y comienza a gestarse muchas veces en la infancia. En familias donde el tema de la salud es central y tanto los síntomas físicos y/o enfermedades simples se viven con mucha angustia, ansiedad y miedo.
¿Cómo es una persona que padece “cibercondría”?
- Miedo disfuncional. En la base de quien padece esta patología hay un desmedido miedo a la muerte. Esto provoca sentimientos de angustia y/o síntomas de depresión, porque viven desde la creencia de que sus síntomas no son evaluados eficazmente por los médicos.
- Emociones negativas. Son personas inseguras, ansiosas y en general sus pensamientos negativos y/o catastróficos los aplican no solo en sus síntomas, sino en toda situación cotidiana de su vida. Acorralados en sus pensamientos y aferrados a sus sensaciones corporales negativas, pierden toda posibilidad de placer y proyección en sus vidas.
-Pensamientos obsesivos. Quien padece cibercondria en forma obsesiva examina su cuerpo buscando algún cambio corporal visible para automáticamente y en forma compulsiva buscar información de la enfermedad que cree padecer.
3 claves para ayudarte a desactivarla
1 - Descentralización de pensamientos. Generalmente quién la padece piensa y habla permanentemente del tema, comenta sus síntomas y habla de su preocupación sobre sus supuestas enfermedades con quienes tenga la oportunidad de hacerlo. Esto es utilizado con la creencia de que es un “recurso” para aliviar la ansiedad y el miedo, pero en realidad lo refuerza. Por eso es importante intentar acortar el tiempo que se piensa sobre el tema, hacer los relatos con menos detalles, hasta reducir la cantidad diaria. Esto te puede ayudar a desactivar las emociones negativas y la intensidad de los pensamientos.
2 - Toma de conciencia. Trata de contar las veces que fuiste al médico y la cantidad de estudios clínicos realizados en el último año. Escribí sobre la evolución de los síntomas consultados. ¿El motivo del consulta médica fue siempre el mismo? ¿Cuáles de tus temores acerca de tus autodiagnósticos fue finalmente como lo pensaste? Esta toma de conciencia favorece que puedas salir del mundo mental, del mundo de las "ideas" y conectar así con lo positivo y negativo de tu realidad.
3 - Abriendo emociones. Toma nota al finalizar cada día de las situaciones que viviste que te hicieron sentir bien. Puede ser el haberte animado a decir o hacer lo que no podías o simplemente registra aquellos momentos en los que te sentiste relajada/o o alegre. Fortalecer las emociones positivas te ayuda a conectar con tu potencial.
Date la oportunidad de enfrentar el miedo a la enfermedad. Toma un dolor de cabeza solo como un síntoma molesto, proponiéndote que si persiste, vas a consultar a un médico sin creer que es la antesala de una enfermedad terminal. Consultar los portales médicos para buscar información puntual haciéndolo ocasionalmente te permite redescubrir tus fortalezas, tu criterio, tus proyectos de vida. Porque, en definitiva, el miedo a la enfermedad o el miedo desmedido a la muerte es el miedo a la vida disfrazado.