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LA PLATAFORMA DEMOS DEFIENDE LA IMPLANTACIÓN DEL DIPUTADO DE DISTRITO

Hacia la Política 3.0: la urgente necesidad para España del Diputado de Distrito

(© 2022 by Zenrejuakin)
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· Por José Luis Barceló, polítólgo experto en Comunicación Política y Corporativa y Editor-Director de "El Mundo Financiero"

By José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
domingo 06 de febrero de 2022, 12:26h

El pasado sábado 5 de febrero se organizó en el Ateneo de Madrid una jornada de debate organizada por la Plataforma Demos acerca de la urgente necesidad de implantar en España la elección del Diputado de Distrito. Tenemos una Ley Electoral y una Constitución que castigan la proporcionalidad, el principio de un hombre, un voto, ya que un diputado de una circunscripción dada cuesta, por ejemplo, más del doble de votos (47.500) que el de otra (20.800). Más injustificable todavía es en España haya regiones con grandes diferencias repesentativas, incluso algunas que carecen de normativa electoral. Y esta es obligada para hacer cualquier referendo según una ley de consultas. El ridículo de aprobar una ley de consultas para reclamar la autodeterminación, por ejemplo, y de no haber sabido pactar antes la ley electoral propia por la mayoría requerida por los respectivos estatutos de autonomía (dimanantes de la propia Constitución española a la que deben remitirse si o si...). Todo esto representa amenazas reales.


Hacia la Política 3.0: La urgente necesidad para España del Diputado de Distrito. Jornada abierta al público. Presentación de la jornada. José Papí, empresario, experto en Geopolítica. Presentación del estudio para la implantación del Diputado de Distrito en España División en distritos: Jesús Murciego, Ingeniero en Big Data. Legislación electoral: José Luis Escobar, Jurista. Impacto en las elecciones: Pedro Gallego, Ingeniero Naval. Mesa redonda. Salón de Actos del Ateneo de Madrid. Organiza Isabel Valero Navarro.

Por añadidura hay muchos problemas que, además, acucian la opinión de los españoles y su estado de ánimo. Por ejemplo, la desafección actual hacia la política y situación autonómica en Cataluña o País Vasco, con tendencias independentistas radicales y violentas que sustentan incluso al propio Gobierno de España, restan legitimidad y eficacia a la Democracia.

Según los sucesivos barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la corrupción es el segundo problema para los españoles, tras el paro, la crisis o la Pandemia. Y los políticos suelen ser el cuarto. Si sumamos corrupción y políticos -lo que está en la mente de muchos ciudadanos-, encontramos que prácticamente el 70% de los ciudadanos de España se quejan y desconfían del sistema político y de sus políticos, incluyendo, claro, a los radicales, incendiarios e independentistas, que se creen, o eso hacen creer, que han inventado la política.

Los sondeos en Cataluña arrojan similares inquietudes ciudadanas: poca gente cree que Cataluña vaya a ser indepoendiente alguna vez, especialmente si los que lo pretenden son los incendiarios, comunistas o financiados por potencias extranjeras, y la insatisfacción con la política, o el especticismo, se han instalado en la generalidad de las mentes que votan, siendo la situación política, tras el paro y la economía, y por desgracia, el primer problema para los catalanes, que tampoco están contentos, y esto entraña lógica, con los políticos que los representan, incluyendo los que uno mismo ha votado. Una desgracia nacional.

Como normal general en los sondeos y encuestas, en torno al 10% de los ciudadanos cree que la política catalana ha mejorado en el último año, el llamado "procés" ha deteriorado las expectativas, tanto para continuar unidos a España como para independizarse e incluso como para disolverse, y estamos en un callejón sin salida en el que solo cabe esperar y rezar.

Para colmo, las encuestas de los medios de comunicación suelen arrojar la general opinión de la falta de identidad de los ciudadanos con ningun partido ni ideología concreta, e incluso hay quien asegura que en torno al 80% de los españoles creen que los partidos «tal como ahora funcionan es muy difícil que puedan atraer y reclutar para la política a las personas más competentes y preparadas», por lo que muchos llegan, o llegamos, a la conclusión de que "votando no se arregla esto".

Una razón de esta desafección es que en España no existe el diputado de distrito como existe en países como Francia, Alemania, Gran Bretaña o Estados Unidos, las grandes potencias con tradición democrática. España no se asemeja a ellos en ésto.

El diputado de distrito, que defiende la Plataforma Demos, se tiene que deber tanto al partido que lo presenta como a los votantes que lo eligen. Depende menos de las cúpulas y está obligado a conectar con los electores (que lo eligen) e impulsa así la participación. Mientras que los de lista (los actuales) solo deben obedecer a sus direcciones (que los seleccionan y deciden que se vuelvan a presentar) y se convierten en algo similar a funcionarios. Sanear la democracia exige quitar poder a las cúpulas y la forma de lograrlo (no la única) es que los diputados dejen de ser burócratas de partido y tengan la misma libertad, independencia y conexión social que en otros países europeos.

La propuesta de ley electoral de DEMOS, es interesante y necesaria, ya que permitiría avanzar en ese camino. Siguiendo el sistema alemán (para evitar la falta de proporcionalidad del británico), debe proponerse que en casi la mitad de las circunscripciones (58) el elector tenga un doble voto. Con el primero elegiría directamente al diputado de distrito, con el segundo votaría a un partido. Este segundo voto permitiría compensar a los partidos políticos que hubieran sacado menos diputados en las circunscripciones. No se perdería con este sistema la proporcionalidad.

Me temo que a varias cúpulas de los partidos, que siempre se encuentran en duras e inexplicables guerras internas por el poder bajo capa de grandilocuentes diferencias, les resbale la propuesta, pero alguien tiene que dar el primer paso, un paso vital para salvar nuestra Democracia y que debería unirse, en una Reforma Electoral amplia, a la de las listas abiertas y la limitación de mandatos, lo que arrojaría mayor transparencia y control frente a la corrupción, el nepotismo y la renovación.

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