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Insectos, la alternativa de Tebrio ante el desafío de la seguridad alimentaria mundial

LAS OTRAS GUERRAS SILENCIOSAS

El conflicto entre Rusia y Ucrania, el actual modelo productivo agropecuario, la escasez de recursos han hecho emerger la amenaza del desabastecimiento

Redacción | Martes 03 de mayo de 2022

El reto de la seguridad alimentaria no es nuevo, aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania lo haya hecho emerger de manera determinante. La amenaza de una carestía a nivel global ha hecho saltar todas las alertas, ya que ambos países exportan conjuntamente más de un tercio del cereal y la mitad del aceite de girasol que se consumen en el mundo. Además, Rusia es el principal exportador de potasa, un ingrediente imprescindible en la fabricación de fertilizantes químicos. Todo ello ha cogido por sorpresa al sector agroalimentario, que además tiene que hacer frente a un incremento histórico en los precios de los carburantes y a las consecuencias del cambio climático, con un modelo productivo que ha tocado techo, según los expertos de Naciones Unidas. La seguridad alimentaria no es un problema nuevo. Hace más de 10 años que la Agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó sobre ello. Hoy en día una de cada nueve personas en el mundo está subalimentada, representando más de 815 millones de personas, una cifra que de seguir así las cosas podría alcanzar los 2.000 millones en el año 2050. Ante esta situación, el secretario general de la ONU alertó hace unos días de que, si no encontramos una solución pronto, podríamos vernos sacudidos por un “huracán de hambruna” a nivel global que asolaría primero los continentes con menos recursos.



Nuevas alternativas de abastecimiento

Estas otras “guerras silenciosas” ponen de manifiesto la necesidad de encontrar fuentes alternativas de abastecimiento para garantizar la subsistencia, no sólo de la población, sino también del propio sector agroalimentario. La biotecnológica española Tebrio, especializada en la cría industrial y transformación del insecto tenebrio molitor (gusano de la harina), propone ante este desafío soluciones bioindustriales basadas en un innovador proceso productivo que ofrece materias primas agroalimentarias provenientes de fuentes que hasta ahora apenas habíamos explotado.

El tenebrio molitor está aprobado en la Unión Europea para el consumo acuícola desde 2017, y para la avicultura y el sector porcino desde 2021. Ese mismo año, la Comisión dio también su visto bueno para el consumo humano, ampliando de esta forma la perspectiva a nuevos y prometedores horizontes. Sus larvas pueden producirse a gran escala. Y dado su elevado contenido en proteína altamente digerible, aminoácidos y ácidos grasos esenciales, se presentan como una opción sostenible que puede completar, con porcentajes nada desdeñables, otras materias primas. Ya sea porque estas últimas escasean o porque su producción a gran escala resulta incompatible con los objetivos medioambientales.

“Quizá en Europa aún no estemos preparados culturalmente para incluir insectos en nuestro menú. Pero si los utilizásemos para fabricar piensos animales, estaríamos haciéndole un gran favor al planeta del que nos beneficiaríamos todos. Recordemos que el 40% de la tierra cultivable que hay en el mundo se destina a cultivos relacionados con los piensos ganaderos. Y que en algunos puntos del globo se están deforestando a diario millones de hectáreas para seguir produciendo unos cultivos que a medio plazo son insostenibles. Las nuevas fuentes de proteína pueden ayudarnos reducir las importaciones de determinados productos y aumentar nuestra autosuficiencia”, comenta Adriana Casillas, CEO de Tebrio.

La supervivencia de la agricultura y la ganadería

Los sectores de la agricultura y la ganadería generan el 10% del PIB mundial, dan trabajo a 1.000 millones de personas y representan el principal motor y sustento para muchos países en vías de desarrollo. Pero al mismo tiempo ejercen una presión insostenible sobre el planeta, debido principalmente a un sistema productivo que, según la FAO, difícilmente podrá responder a los retos del futuro. Tal y como argumentan desde esta agencia de Naciones Unidas, si no optimizamos nuestros recursos naturales, no protegemos la biodiversidad y no racionalizamos el uso del agua, el cambio climático agudizará la brecha de las desigualdades hasta empujarnos a todos a un punto sin retorno.

La respuesta de la Unión Europea ante esta crisis del sistema agroalimentario pasa por la estratégia comunitaria “De la granja a la mesa”. Una iniciativa aprobada hace ahora dos años y enmarcada dentro del Pacto Verde Europeo, cuyo objetivo es transformar la forma de producir y de consumir alimentos en Europa para conseguir un modelo agroalimentario sostenible desde un punto de vista medioambiental, pero también social y económico.

Sin embargo, esa estrategia ha sufrido un fuerte revés tras desatarse el conflicto de Ucrania. El pasado 21 de marzo, ante la posibilidad de que la guerra se alargue y con el objetivo de amortiguar el impacto que está generando en el sector agroalimentario, Bruselas decidió dar luz verde al cultivo de los campos en barbecho para la siembra y aprovechamiento del pasto.

Aunque también, existen otras alternativas. Según los datos que maneja Tebrio, si Europa utilizará entre un 5% y un 10% de proteína alternativa para suplementar los piensos de cereales que ahora consume el ganado, se podría compensar gran parte del déficit de grano que está generando el conflicto, sin descuidar por ello el suministro de alimento animal.

Liberar espacio agrícola

Todo ello implica que, si se extrapolase esa medida a nivel global, se liberarían millones de hectáreas de tierra agrícola que se podrían destinar a otros cultivos igualmente necesarios. La proteína de insecto no sólo puede utilizarse para fabricar piensos ganaderos. También tiene aplicaciones en el sector de la acuicultura, ya que es un producto altamente digerible y su composición es rica en aminoácidos. De hecho, muchas especies acuícolas se alimentan de insectos de manera natural en estado salvaje.

Por otro lado, las granjas verticales de insectos como el tenebrio molitor se ajustan perfectamente al modelo industrial de economía circular. Ya que, aparte de la proteína y la grasa, el excremento que producen las larvas es un valioso fertilizante orgánico que contribuye a revitalizar el suelo y a compensar la dependencia de los productos químicos que se utilizan en la agricultura. Todo ello, empleando un espacio y una cantidad de agua infinitamente inferiores a los que necesita cualquier otra explotación agropecuaria.

Si hay algo en lo que coinciden los expertos es en que la guerra contra el hambre se debe librar desde todos los frentes posibles y de una manera coordinada que reúna al máximo número de actores. Sin olvidar que algo a priori tan insignificante como un insecto puede cambiar el rumbo del sector agroalimentario.