La publicación del IPC de enero de ayer fue confusa para los mercados. Mientras que el ritmo de desinflación de los agregados de inflación tradicionales empezó a ralentizarse, la medida de los servicios básicos no relacionados con la vivienda, en la que la Reserva Federal está muy concentrada, siguió bajando. Durante las dos horas siguientes a la publicación de los datos, el dólar osciló en un amplio rango, antes de que el mercado terminase por convencerse de que el aumento de la inflación, independientemente de los avances en los índices subyacentes, sigue siendo un problema que la Reserva Federal debe abordar. Esta opinión se vio confirmada por una serie de comentarios de la Fed, donde el más destacado fue el de John Williams, Gobernador de la Reserva Federal de Nueva York y miembro con voto permanente del FOMC, bastante hermético en sus apariciones públicas, declaró que el gráfico de puntos de diciembre situaba los tipos en una zona del 5-5,5%, un rango que, en su opinión, «tendría sentido». Esto pronto se tradujo en una consolidación de los rendimientos de los bonos del Tesoro en los máximos de noviembre y en que los precios de los futuros y los swaps descartaran nuevos recortes de tipos, lo que comenzó a pesar sobre la renta variable estadounidense en los mercados al contado. Hoy, las ventas minoristas de enero en EE. UU. serán el próximo termómetro con el que los mercados medirán la temperatura de la economía estadounidense. Aunque se espera que las ventas minoristas aumenten un 2% intermensual, las estimaciones para el grupo de control son mucho más bajas, del 1% intermensual.
Tras la sorpresa al alza de ayer en los datos de crecimiento salarial, hoy se repite la sorpresa al ver que el IPC general se situaba en el 10,1%, por debajo del 10,5% de diciembre y frente a una previsión del 10,3%. Este descenso inesperado parece deberse a la ralentización de la inflación de los servicios, y en particular de los servicios de transporte que, a fin de cuentas, es una buena noticia para el Comité de Política Monetaria, más teniendo en cuenta su preocupación continua por la transmisión de los buenos datos salariales a los precios de los servicios y, por tanto, a las presiones inflacionistas subyacentes. Dadas las lecturas un tanto contradictorias cuando se comparan los datos salariales generales y las cifras de inflación, la reacción del mercado ha sido un tanto moderada, y sólo se prevé una ligera reducción de la magnitud de las subidas de tipos del Banco de Inglaterra. Sin embargo, en nuestra opinión, los datos publicados en las últimas 24 horas confirman nuestra previsión de que el Banco de Inglaterra alcanzará su tipo de interés final en marzo, tras una última subida de 25 puntos básicos, hasta el 4,25%. Esto se debe a los indicios de que el endurecimiento de la política ya está pesando sobre las medidas de demanda de mano de obra, lo que debería empezar a filtrarse a través de medidas salariales más suaves, mientras que los recientes signos de desinflación en el IPC subyacente deberían aliviar algunas preocupaciones de los miembros del BoE sobre la persistencia de la inflación. En los mercados de divisas, la libra reaccionó con una caída de aproximadamente medio punto porcentual frente al euro y al dólar.
El sentimiento de riesgo mundial, la situación en EE. UU. y la situación política interna continúan siendo los principales conductores de la volatilidad de las divisas latinoamericanas. Los datos del IPC de EE. UU. de ayer, que presentaron un dato de crecimiento interanual ligeramente superior al previsto, unido al tiempo de vacilación que transcurrió antes de que los mercados digirieran el significado de los datos desagregados, no fueron suficiente para desviar la trayectoria alcista del peso mexicano que volvió a tocar nuevos máximos de varios años. No obstante, no fue así para el real brasileño. La tensión política interna en el país entre funcionarios del gobierno y del Banco Central de Brasil ha pesado sobre el sentimiento de riesgo global favorable a las divisas latinoamericanas. Más aún con la publicación de titulares sobre las intenciones del presidente, Lula da Silva, de apoyar un objetivo de inflación más alto que pesó drásticamente sobre la cotización del USDBRL, que finalmente se corregiría de cara al final de la jornada al confirmarse que estas declaraciones no se habrían hecho. En cualquier caso, el debate interno está ahí y continúa pesando sobre el real brasileño hasta ahora sostenido por la agresividad del BCB y por un alto carry.