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Chat GPT: La colaboración entre inteligencia artificial y seres humanos en la creación de textos de originalidad humana y creaciones artificiales: el impacto en la educación superior

· Fomentar el trabajo en conjunto entre investigadores, profesionales y herramientas de IA para impulsar la innovación y el desarrollo

Redacción | Jueves 27 de abril de 2023
Ayer, 26 de abril, se celebró el Día Mundial de la Propiedad Intelectual. En el contexto de la era digital y el auge de la inteligencia artificial, es crucial abordar cómo la tecnología afecta la propiedad intelectual y los derechos de autor en el ámbito de la educación superior.

La era digital y la inteligencia artificial han revolucionado la forma en que se crea y se consume información en la sociedad actual. Bajo estas circunstancias, es esencial reconocer el potencial de la colaboración entre seres humanos e inteligencia artificial en la producción de contenidos profesionales y académicos.

La utilización responsable y ética de herramientas como el Chat GPT, en conjunto con la creatividad y el pensamiento crítico de los investigadores y profesionales, puede llevar a la generación de ideas y soluciones más innovadoras.

Se recomienda a las instituciones de educación superior repensar el uso de textos y trabajos que hayan sido elaborados en colaboración con creaciones artificiales como chat GPT, en vez de prohibirlas tajantemente. Esto no solo permite aprovechar las ventajas de la inteligencia artificial en la búsqueda y análisis de información, sino que también ayuda a desarrollar habilidades de pensamiento crítico y colaboración entre los investigadores y profesionales.

Sin embargo, esta tecnología también plantea interrogantes sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor. ¿Hasta qué punto el contenido generado por la inteligencia artificial puede considerarse una creación original? ¿Cómo se deben atribuir los créditos y derechos de autor cuando se utilizan estas herramientas en la elaboración de trabajos académicos?

La clave para lograr una colaboración acertada entre seres humanos e inteligencia artificial radica en la complementariedad. Los estudiantes y profesionales pueden aportar su capacidad de razonamiento, creatividad y juicio ético, mientras que las herramientas de inteligencia artificial pueden facilitar la búsqueda cruce de datos e información. Hay que ser pragmático con las nuevas herramientas, flexibilidad que no quita de realizar una fuerte crítica a los límites y riegos que nos puede ofrecer esta tecnología disruptiva. Es decir, hay que enseñar a cómo sacarle mayor rendimiento.

Entre otras facilidades, esta herramienta ayuda a desatascar a los investigadores o a generar ideas nuevas. Por otro lado, la velocidad favorece a la satisfacción del aprendizaje, un viejo reto en los proyectos educativos por los cuales hemos sufrido tasas de abandonos. La IA y su fácil manejo de preguntas y respuestas tiene a favor que estimula la búsqueda de nuevos conocimientos, provoca un esfuerzo intelectual y dan ganas de crear. En este caso, es como tener a un pintor pintando para para ti, es como ser Da Vinci en su taller con sus pintores ayudantes y revivir el clásico debate sobre la atribución de la propiedad intelectual.

El valor añadido que puede ofrecer los trabajos en conjunto con creaciones artificiales puede ser el salto epistémico de nuestro tiempo, pero no hay que olvidarse de las amenazas y riesgos que supone: Velocidad no es igual a verdad y la información siempre tiene que ser valorada por un experto en el campo que se responsabiliza del desarrollo del trabajo y lo firma. Hay que enseñar y señalar las debilidades de GPT y saber reconocer sus errores. Esta tecnología y la IA en general se vuelve disoluble cuando opera con nociones complejas, característica principal en campo profesional y en educación superior.

Cualquiera que lo utilice puede darse cuenta en cuestión de minutos.

Una solución opcional para salvar la amenazada del plagio, si se quiere precisar, sería informar de los textos desarrollados en conjunto con creaciones artificiales, aunque me temo que en esta nueva era de IAs Generativas el 90% de los textos, imágenes y demás creaciones artísticas serán realizadas directa o indirectamente por esta cooperación.

Es fundamental establecer límites claros en cuanto a la atribución y la propiedad intelectual en el uso de herramientas como el GPT. La IA y los seres humanos tienen diferentes funciones o aportaciones: Por parte de la IA, esta reúne nuestros datos para presentarlos de manera eficaz, mientras que el peso de la originalidad y el criterio de utilidad, tanto de la información seleccionada como el resultado de las preguntas, siempre está sujeta al especialista, que es quién sabe preguntar y discernir.

Los usuarios deben ser conscientes de que el contenido generado por la inteligencia artificial no puede considerarse como un trabajo original porque son construcciones lógicas probabilísticas. Es decir, del mismo modo que un director se valora por sus decisiones impopulares, porque para las decisiones populares y las tendencias ya las analiza y las resuelve mejor la IA, a un investigador se le tiene que considerar por el valor añadidoque pueda aportar, como puede ser la creatividad, la originalidad y el juicio crítico, proporcionando asociaciones de nuevas ideas y perspectivas únicas que generen nuevos marcos de conocimientos, que es justo de lo que carecen las IAs. La originalidad se caracteriza por desbordar, por proponer ideas locas, conjeturas salvajes, como las llama Ludwig Wittgenstein, todo lo contrario a recopilar datos estadísticos caracterizados por ser los más recurrentes.

En conclusión, ya todos están enterados del Chat GPT y muchos lo utilizan, así que es esencial que las instituciones académicas, los legisladores, los comités éticos y los desarrolladores tecnológicos colaboren para establecer pautas y normativas que permitan aprovechar al máximo las ventajas de la inteligencia artificial, promoviendo la colaboración entre seres humanos y estas herramientas en la producción de contenidos académicos y profesionales. Solo así podremos garantizar un futuro en el que la educación superior y la investigación se vean impulsadas por la innovación y el progreso tecnológico, manteniendo siempre la integridad académica y la protección de los derechos de autor.


Jeremy Mederos.

Director de la Comunidad Digital de A. Real Academia de Ciencias de España.

Presidente de Asoc. de Epistemología UCM.