No. No se trata de frivolizar sobre algo que pudiera ser serio en el fondo sino de poner en su contexto planteamientos sólo digeribles para ciudadanos ‘locos de atar’ o para la referida casta parasitaria política y globalista que tiene por objetivo mantener a la población asustada, dócil, obediente ante cualquier directriz u orden de las mismas elites -las que impulsan el kit- que están llevando a Europa al momento de mayor decadencia e inseguridad de su historia.
No. No es Putin el que puede sembrar el terror mañana mismo en Madrid o en Ámsterdam. Es el terrorismo islamista, son todos aquellos elementos ‘multiculturales’, los que vienen según esas castas y esas elites “a aportar talento y a pagarnos las pensiones”. Ésa es la amenaza, en modo de delincuencia y criminalidad más o menos organizada que se transforma en violencia cada día en las calles de nuestras ciudades.
Esas castas y esas elites blindadas en sus inmerecidas y sufragadas atalayas están inquietando a los ciudadanos, les están perturbando, les están arruinando: ellas van camino de ser la verdadera catástrofe para el viejo continente con políticas onanistas que no pueden ser más tóxicas para los intereses generales y el bien común.
Ese kit sí que se hace cada día más necesario. Aquel con el que cada europeo, en el ejercicio de su soberanía, en su capacidad crítica, pudiese defenderse de un estrato de parásitos que sólo traen involución (disfrazada de un falso e inexistente progreso) y que, con cada actuación, con cada iniciativa acreditan que están donde están “no para servir sino para servirse”. ¿Lo vemos?