El sector bancario se beneficia de varios factores favorables en el contexto actual. En primer lugar, no se ve directamente afectado por los aranceles, aunque está indirectamente expuesto a tensiones económicas a través de sus carteras de préstamos.
Sobre todo, el sector se beneficia de la curva de tipos, con los tipos a largo plazo ahora significativamente más altos que los tipos a corto plazo, lo que da lugar a un proceso de transformación bancaria más rentable. Las estimaciones del Bank of America y del consenso de Bloomberg prevén un retorno del tipo de depósito del BCE en torno al 1,75 % al final del ciclo actual, es decir, a finales de 2025 o principios de 2026, sin que ello suponga una penalización para las entidades bancarias.
La caída global de los tipos con respecto a los niveles alcanzados en 2023-2024 reduce efectivamente los márgenes de las entidades a través de su actividad crediticia, pero este efecto debería verse compensado por el aumento del volumen de préstamos y depósitos, el incremento de los ingresos por comisiones y las carteras ALCO (compuestas de bonos y swaps de tipos de interés).
Por su parte, el ratio de morosidad se mantiene globalmente estable, en mínimos históricos desde 2019, lo que permite a los bancos mantener un bajo coste del riesgo.