También conocido como Grounding, esta práctica promueve el contacto directo con la superficie terrestre como vía para mejorar el bienestar físico y emocional. Y es que estudios recientes sugieren que, en un mundo marcado por la hiperconexión digital y el ritmo acelerado, reconectar con la tierra se presenta como una forma de rebajar el estrés, mejorar el descanso y recuperar el equilibrio natural del cuerpo.
Nacida en Estados Unidos como parte del movimiento de medicina integrativa, la tendencia ha ganado popularidad en el mundo del bienestar y el lifestyle, con defensores tan conocidos como Gwyneth Paltrow y, en España, han declarado practicarla figuras como el exfutbolista y entrenador Luis Enrique.
Dormir bajo las estrellas es aquí mucho más que una imagen poética: las suites Artemis y Selene, formadas por tres cúpulas transparentes y completamente equipadas, permiten una inmersión sensorial en la naturaleza sin renunciar al confort. Con 50 m² distribuidos entre sala de estar, dormitorio con cama king size y baño completo, cada burbuja ofrece una visión de 360 grados del cielo y del paisaje que la rodea, convirtiéndose en el refugio perfecto para quienes buscan una pausa real.
Cada burbuja se ubica en un espacio privado, aportando esa intimidad tan difícil de encontrar en entornos naturales. La experiencia en su conjunto desde el despertar con los sonidos del entorno hasta la noche estrellada está profundamente conectada con el lugar. La ubicación, rodeada de bosque, playas y senderos, es una invitación permanente a practicar el Earthing de forma intuitiva: caminar descalzo sobre el verde o la arena, sentarse en una pradera o respirar profundo desde un mirador natural.
La propuesta se completa con un desayuno servido en cesta cada mañana y la posibilidad de disfrutar de una experiencia gastronómica firmada por Bruno Lombán (chef del restaurante Quince Nudos, con un Sol Repsol 2024), diseñada exclusivamente para Burbujas del Sella.
En tiempos de ritmo frenético, esta escapada se convierte en una suerte de retiro sensorial. Un destino que invita a bajar el volumen del mundo, mirar al cielo y recordar la sencilla suerte de sentir la tierra bajo los pies.