Los núcleos urbanos latinoamericanos deben afrontar una cuestión esencial: cómo gestionar un crecimiento rápido y, en muchos casos, caótico, que compromete la coherencia y la planificación de su desarrollo urbano a medio y largo plazo.
Durante los últimos años, la urbanización en la región no solo se ha acelerado, sino que también ha estado acompañada por flujos continuos de población pobre que se desplaza hacia zonas tradicionalmente acomodadas, generando contrastes extremos. En una misma ciudad conviven realidades del primer mundo junto a situaciones propias del segundo, tercero o incluso cuarto mundo, lo que provoca deficiencias graves en servicios básicos, carencias de infraestructuras, altos índices de inseguridad y problemas ambientales y paisajísticos. A ello se suma un transporte público que suele ser insuficiente y de baja calidad, lo que agrava aún más el desequilibrio urbano.
Por todo ello, la planificación urbana no puede considerarse únicamente desde una perspectiva técnica. Es, al mismo tiempo, una cuestión política que requiere que los gobiernos nacionales, regionales y municipales simplifiquen los trámites urbanísticos y actualicen sus marcos normativos, incorporando la protección del medio ambiente y ofreciendo garantías que aseguren un desarrollo urbano adecuado.
Para Arnaiz, todo empieza con una planificación coherente que ponga fin a los modelos de crecimiento descontrolado. Esto implica promover conexiones fluidas entre barrios, garantizar espaciospúblicos de calidad, dotar a las ciudades de infraestructuras suficientes y asegurar un nivel de urbanización que fomente cohesión social y funcionalidad.
En este contexto, es fundamental abandonar el modelo de construcción por partes aisladas —desarrollos parcela a parcela sin visión conjunta— que produce ciudades fragmentadas. A su vez, se hace imprescindible que todos los proyectos urbanos se armonicen, aplicando estándares de calidad que mantengan la coherenciaen la manera en que las urbes crecen y se transforman.
Durante los últimos 15 años, Arnaiz ha participado en el diseño de numerosos proyectos urbanísticos, la mayoría centrados en barrios residenciales. No obstante, factores legales, económicos y administrativos han impedido que gran parte de estos planes se ejecuten. La compañía ha trabajado en países como México (particularmente en Acapulco), Guatemala, República Dominicana, Brasil, Colombia y Paraguay, siempre con soluciones adaptadas a distintos perfiles de vivienda y con un enfoque en barrios asequibles y bien estructurados.
Este recorrido ha permitido a la firma conocer a fondo las legislaciones locales y los desafíos que suelen obstaculizar el desarrollo de este tipo de iniciativas. Entre ellos, la falta de apoyo político y municipal ha sido determinante, convirtiéndose en la principal causa del fracaso de numerosos proyectos urbanísticos en la región.
La integración de plataformas ciudadanas en la planificación urbana es un reto constante. La escasa cultura urbanística de promotores y autoridades políticas limita que se priorice el interés colectivo sobre los intereses particulares. Además, la naturaleza del urbanismo exige coordinar factores sociales, ambientales, técnicos y económicos, lo que complica que estas plataformas puedan influir de forma significativa en las decisiones finales sobre la planificación.
Comprender a fondo la configuración de las ciudades se ha vuelto una herramienta clave para impulsar cambios reales. En el pasado, acceder a este tipo de información era complejo, pero hoy, gracias a la tecnología y a las herramientas gratuitas, los ciudadanos, y especialmente los jóvenes, pueden analizar la situación de sus comunidades y diseñar propuestas de mejora que impulsen el desarrollo de sus municipios.
El Programa ODS Municipal persigue precisamente ese objetivo: que los jóvenes de cada localidad obtengan, mediante tecnología, datos reales sobre sus municipios. Con esta información, es posible identificar áreas de pobreza y zonas con deficiencias críticas que afectan la convivencia y la calidad de vida, favoreciendo la creación de planes de acción concretos.
Contar con equipos municipales estables es el primer paso. Cuando los cargos se renuevan completamente cada cuatro años, se interrumpe la continuidad de los proyectos y se debilita la supervisión del desarrollo urbano. Este escenario, común en la región, hace imprescindible invertir en la formación del personal y reforzar la gobernanza de los municipios.
También es necesario implantar una gestión más eficiente, acompañada de una transformación en la cultura ciudadana. Es fundamental que los habitantes comprendan que los servicios públicos dependen de una planificación presupuestaria responsable, del cumplimiento fiscal y de un sistema transparente. De esta manera, se podrán atender las necesidades prioritarias, combatir la corrupción y avanzar hacia una justicia social real.