Análisis y Opinión

La mágica Galicia sale en nuestra búsqueda

· Diario de un Peregrino. Fonfria - Portomarín. 52 kilómetros

Leopodo Bernabéu | Viernes 15 de agosto de 2025
Después de una noche para olvidar, ¿quién podría asegurar que iba a quedar uno de los mejores recuerdos del Camino?. Y es que si hay una lección que queda por encima del resto en todo este proceloso aprendizaje, es el que nos habla y enseña sobre las apariencias y los prejuicios. Engañan, te lo aseguro. Y no hablo sólo de personas, que es algo que ya sabíamos. También lo hago de lugares, locales, gráficos, comentarios... Dejarnos llevar por todo ese epígrafe de sugerencias predeterminadas, no deja de resultar caótico para la propia inteligencia. La artificial también terminará resaltando demoledora. Al tiempo.

A lo largo del Camino he ido conociendo gente. Siempre deprisa, efímera como la misma vida, pero durante el suficiente tiempo como para concluir si estaba ante una personalidad manifiesta o ante un voluntario del discurso. Gente que ha quedado en la agenda pero que nunca más se supo, y otros que no sólo se comunican de continuo, sino que participan en el diario del Peregrino e incluso los hay que se han hecho con un ejemplar de "Los Misterios de la Incertidumbre". Muchos de esos momentos quedarán tatuados en mi retina.

Ayer fueron 40 kilómetros, O Cebreiro incluido, hasta llegar al bonito albergue de Fonfria. Hoy han sido 52, con equivocaciones y excursiones incorporadas, desde allí arriba hasta Portomarín. Sigo manteniendo, ahora todavía con más convicción, que cada uno hace el Camino de la manera que quiere. Lo disfruta tanto el que va despacio parando en cualquier lado y cumpliendo las órdenes de los inventores, como los que van más deprisa y devorando kilómetros sin tener claro donde pararán sus pies cada jornada. Me encuentro en este segundo grupo, algo que después queda reflejado, como bien sabes, en este diario que tanto me agradeceis muchos. ¿De verdad puede alguien pensar que no estoy saboreando la aventura?¿es que no se nota en la cantidad de fotos que publico a diario?, y las que se quedan en el archivo... No he venido a juzgar, pero no puedo estar de acuerdo con esa modernidad que garantiza un Camino de Santiago hecho con recorrer tan sólo sus últimos 100 kilómetros.

A Fonfria llegué con el pie derecho tocado, de nuevo. No es cuestión de kilómetros, sino de cuidados. No lo hice bien en el albergue de Jato, en el que empleé las horas absorto ante las explicaciones de vida que me ofrecía esa enciclopedia viva llamada Ramón Cela. Pagué las consecuencias. Ayer volví a meter mis pies en un barreño de agua fría, con sal y vinagre, durante las dos/tres horas que tardo en escribir, corregir, seleccionar las fotos y publicar este texto, y hoy he volado, literal, hasta el punto de, no se lo digas a nadie, echarme a correr, mochila incluida, durante algunos ratitos. Como en mis viejos


tiempos. ¿Será el Camino la medicina que necesitaba para volver a encontrarme con aquel Forrest Gump del que me tuve que despedir hace 9 años por culpa de una lesión en la espalda?....

La noche ha tenido su guasa, que es lo que quería decir al empezar, pero mi tendencia a irme por los cerros de Úbeda es muy conocida. Además de tener a un oso estepario roncando toda la noche, un tonto a las tres con el que apóstol va a tener bastante trabajo, puso su alarma a las 4 de la madrugada, para dejarla sonar hasta que casi se le acaba la batería del móvil. Tenía dos opciones, cabrearme o levantarme y salir a caminar. ¿A que adivinas cuál he elegido?.

Es la primera madrugada que utilizo la luz frontal, durante dos largas horas, para caminar. La bajada desde Fonfria hasta el centenario castaño que nos recibe a las puertas de Triacastela, requería la luz que otras noches, mi amiga la luna, me había proporcionado. Justo allí y bajo ese robusto árbol, la apagué, para entrar en ese nuevo inicio de etapas, con 10 kilómetros en las piernas y deseando meterme en el cuerpo mi primera dosis de la mágica pócima Astérix.

El café solo con miel, me ha dado la energía necesaria para coger con brío la variante tradicional por San Xil, dirección Sarria. He descubierto y no me equivoco, que es el tramo más bonito, más gallego, más rural, más verde y más Camino de Santiago que he visto hasta hoy. El amanecer y la lluvia meona, también han ayudado.

Una excursión por Sarria, inicio de otra etapa más, la tercera de hoy, me ha resuelto el problema del efectivo que yo defiendo y muchos critican por estos lares, y las provisiones. El turrón del Camino, conocido aquí como tripa de salchichón, junto a dos buenos plátanos y una poderosa bolsa de frutos secos, han sido las vitaminas que me han acompañado hasta Portomarín, desde donde te escribo, con los pies metidos de nuevo en una gran zafa de agua fría, con sal y vinagre, gentileza de Marina, una excelente mujer lucense, que habla de su provincia como el que defiende a la familia.

Ha sido una etapa larga, también maravillosa. Hubiera querido seguir. Las fuerzas se habían aliado conmigo. Pero había que parar. El apóstol, que no me ha fallado en ningún momento, me ha llevado hasta el Albergue Pons Mines, puente sobre el río Miño en castellano, donde Marina y Juan Carlos, dos ángeles de la guarda, ella de Lugo y él extremeño, se encargan de hacerte sentir como en casa. Y eso es muy de agradecer, cuando llevas muchos días fuera. Ella hace la cena y él la sirve, por lo que todo apunta a éxito antes de dormir.

Las apariencias. Esa es la lección de hoy. El albergue de ayer tenía una imagen inmejorable. La cena comunitaria estuvo muy bien. Pero no se percibía la empatía de otros días. La noche, para olvidar. El calor de Pons Minea lo he percibido desde el minuto uno. De hecho, ayer tenía mi artículo terminado a las 16.30 h, hoy son las 19.30 h y no dejan de contarme historias que, seguro, algún día tendrán su refrendo. Y es que "Los Misterios de la Incertidumbre" empieza a necesitar que su escritor empiece a pensar que hay que ponerse de nuevo manos a la obra. Las historias, andanzas, misterios, viajes y aventuras, se vuelven a acumular.

92 kilómetros quedan para la Catedral de Santiago. Empiezo a pensar que sí podré llegar. También es gracias a ti. Leer tus comentarios en mi Facebook y notar tu apoyo, me estimula y ayuda a continuar. Gracias. Buen Camino.