El 29 de agosto, la Plaza Alexander Nevsky acogió a miles de personas en un encuentro con figuras legendarias de la lírica. Plácido Domingo, acompañado por José Carreras y la soprano Sonya Yoncheva, ofreció un programa que combinó arias de ópera, zarzuela y repertorio sinfónico. Con este formato se rindió homenaje a la tradición mediterránea y se reafirmó la fuerza de la música clásica en la actualidad.
El evento estuvo precedido por una entrevista televisiva el 28 de agosto, en la que los tres artistas hablaron sobre la música como idioma universal. Recordaron la época de Los Tres Tenores, reflexionaron sobre el lazo entre arte y deporte, evocaron la primera colaboración de Domingo y Carreras y la lucha de este último contra la leucemia, además de destacar la amistad que comparten. Ese mismo día, Domingo y Carreras visitaron el Museo de Hristo Stoitchkov, en un encuentro cargado de simbolismo que unió ópera y fútbol.
El concierto supuso también un emotivo reencuentro con José Carreras, compañero en la histórica formación de “Los Tres Tenores”, lo que dio un carácter especial a la velada. La participación de Sonya Yoncheva, ganadora de Operalia 2010 y una de las sopranos más influyentes de su generación, fortaleció el vínculo del evento con las nuevas voces de la lírica.
El tenor español resaltó la energía cultural de Sofía y la calidez del público búlgaro, que respondió con entusiasmo a cada pieza. Además, mantuvo un encuentro con Hristo Stoitchkov, con quien habló sobre fútbol y amistad, mostrando la unión del arte y el deporte como expresiones que trascienden fronteras.
Días más tarde, el 9 de septiembre, Plácido Domingo recibió en el Grand Hotel Quisisana de Capri el Premio Faraglioni en su trigésima edición. Este galardón, que en sus inicios distinguió al tenor Giuseppe Di Stefano, ha reconocido a lo largo de los años a personalidades como Alberto Sordi, consolidándose como un símbolo de prestigio y excelencia artística.
El jurado destacó a Domingo como “uno de los tenores más admirados de la historia, capaz de unir virtuosismo técnico, emoción profunda y un talento natural para transformar cada interpretación en una vivencia única”. También se subrayó su trayectoria como director de orquesta y su compromiso con los jóvenes artistas.
La gala, conducida por la periodista Laura Chimenti, contó con la soprano Juliana Grigoryan, el pianista James Vaughany la actriz y cantante Lina Sastri, con quien Domingo interpretó por primera vez la famosa canción napolitana Dicitincello vuje. Durante la ceremonia se proyectó un mensaje de felicitación enviado por Andrea Bocelli. El público, reunido en el teatro del Quisisana, aplaudió con fervor el recital y la entrevista a Domingo, convirtiendo la noche en un recuerdo imborrable.
En su discurso de agradecimiento, compartido también en redes sociales, el maestro evocó a figuras como Giuseppe Di Stefanoy Alberto Sordi, y expresó su emoción por la acogida recibida en Capri. En palabras de Domingo: “Es un honor para mí recibir el Premio Faraglioni en su trigésima edición. Soy el primer premiado no italiano, pero llevo Italia en el corazón desde hace más de medio siglo”.
La isla mostró su afecto durante los días de su estancia, cuando los habitantes recibieron al maestro con cariño en sus paseos por las calles de Capri. El evento, organizado por Aldo y Bruno Damino con el respaldo de múltiples patrocinadores, confirmó la relevancia del Premio Faraglioni como un homenaje a la grandeza del arte y la cultura.