Ni la marcha de Espinosa, ni la de Macarena Olona, han supuesto un menoscabo electoral para Vox. Todo lo contrario. Esas salidas, que en su momento generaron titulares y portadas, hoy se revelan como procesos liberadores para un partido que sigue fuerte y coherente en su mensaje. La militancia lo sabe y lo agradece: Vox no depende de personalismos ni de egos, sino de una idea de España que trasciende a los individuos.
Las verdaderas razones de Espinosa
Conviene recordar que Iván Espinosa de los Monteros dejó Vox no por discrepancias ideológicas insalvables, sino porque sus aspiraciones personales no encajaban con la dirección del partido. Todo apunta a que lo que le molestaba, en el fondo, era no verse sentado en el Consejo de Ministros. Y cuando la ambición personal pesa más que el compromiso con un proyecto político, lo normal es dar un paso al lado. Eso, y no otra cosa, explica su abandono.
Ahora, con la puesta en marcha de su think tank, vemos cómo el Partido Popular se apresura a abrazarle, lanzando mensajes como ese ridículo “Vox se le quedó pequeño”. Lo que de verdad significa esa frase es que el PP le tiende la mano, porque busca desgastar a Vox, al tiempo que intenta captar a perfiles que, en el fondo, nunca entendieron la verdadera esencia del partido de Abascal.
El PP y su estrategia equivocada
El Partido Popular cree haber encontrado oro en la figura de Espinosa de los Monteros. Se equivoca. Vox no va a dejar de crecer por mucho que intenten utilizar a exdirigentes en su contra. El votante de Vox no se mueve por la cara bonita de nadie, sino por convicciones firmes: defensa de España, de la soberanía, de la vida, de la familia, de la libertad frente a la dictadura ideológica de la izquierda y sus cómplices del PP.
El PP enseña la patita cada vez que trata de arrimarse a figuras descolgadas de Vox. Lo que demuestra es que no tiene proyecto propio. El partido de Feijóo lleva demasiado tiempo pensando más en cómo frenar a Vox que en cómo plantar cara a Pedro Sánchez. Esa es la gran tragedia del centroderecha en España: un PP acomplejado, que renuncia a la batalla cultural y que solo actúa para intentar que Vox no crezca.
Vox debe seguir su camino
Lo dije y lo repito: Vox debe seguir su camino. Ni un paso atrás, ni dejarse distraer por estas operaciones mediáticas y políticas que buscan erosionar al partido. Que cada uno haga lo que quiera con su vida personal y política, faltaría más. Pero lo que no se puede permitir es que se intente utilizar esas salidas para atacar al único proyecto serio que hoy planta cara al sanchismo y a sus socios separatistas y comunistas.
El tiempo pone a cada uno en su sitio. Espinosa de los Monteros ha tomado su camino. Bien está. Vox, mientras tanto, sigue siendo la alternativa firme y clara. Y el Partido Popular, enfrascado en su táctica de pesca en río revuelto, comete un error estratégico de primer nivel: en lugar de enfrentar al PSOE y a Sánchez, prefiere jugar a debilitar a su verdadero socio necesario para un futuro gobierno.
La salida de Espinosa de los Monteros, igual que la de Macarena Olona, no ha hecho más que reforzar la idea de que Vox es más grande que cualquier nombre. Un proyecto político serio, de largo recorrido, no depende de caprichos personales. El PP podrá coquetear con quien quiera, pero mientras no entienda que Vox no es un enemigo, sino la única esperanza de cambio real, seguirá siendo un partido a la deriva, más preocupado de contentar a Bruselas y a Sánchez que de servir a España.