El burnout ya está reconocido por la OMS como una enfermedad de salud mental en el trabajo que afecta a un número creciente de empleados en múltiples sectores. La falta de apoyo social, las expectativas poco realistas y la desconexión con el objetivo contribuyen al desgaste mental que un 55% de la población española asegura tener, y que ya se posiciona como la segunda causa de incapacidad temporal y de absentismo laboral.
Pero no basta con “reducir horas” o “gestionar estrés”; muchas de las causas tienen raíz en la forma en que se relacionan equipos, líderes y cultura organizacional.
Las habilidades blandas -o soft skills- ofrecen un enfoque preventivo, fortaleciendo la resiliencia emocional, la comunicación, la adaptación y la conexión interpersonal.
Según Steelter, competencias como la regulación emocional, la comunicación asertiva, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de pedir ayuda contribuyen a gestionar mejor el estrés y evitar el agotamiento profesional por parte de los empleados.
Asimismo, se destacan cinco competencias clave que las grandes organizaciones priorizan: pensamiento crítico, curiosidad, adaptabilidad, inteligencia emocional y compromiso con el propósito organizacional.
Cada una de estas habilidades puede actuar como protección ante un empeoramiento de la salud mental de los trabajadores:
Regulación emocional / inteligencia emocional: reconocer y manejar las propias emociones, así como comprender las de otros, permite responder mejor ante tensión, conflictos o frustraciones.
Comunicación asertiva: expresar necesidades, límites y expectativas de forma clara y respetuosa evita malentendidos, resentimientos acumulativos y sobrecargas ocultas.
Adaptabilidad y flexibilidad cognitiva: el entorno laboral es volátil; quienes pueden cambiar de estrategia, replantear procesos o asumir roles nuevos con agilidad están menos expuestos a sentirse “atrapados”.
Curiosidad y pensamiento crítico: cuestionar el status quo, buscar mejoras y explorar soluciones brinda autonomía al trabajador, lo que reduce la sensación de impotencia frente a la rutina.
Propósito compartido / compromiso: cuando los objetivos individuales se alinean con los valores de la organización, el trabajo deja de percibirse como una obligación o como una mera transacción; esto puede actuar como amortiguador frente al desgaste anímico.
Para que no quede en discursos aspiracionales, Steelter considera clave impulsar distintas acciones desde las compañías:
Diagnóstico inicial participativo: realizar encuestas, focus groups o talleres para identificar cuáles soft skills están poco desarrolladas o fallan en el equipo.
Formación integrada y experiencial: incorporar ejercicios prácticos, simulaciones, dinámicas de equipo, proyectos reales que exijan usar esas competencias.
Mentoring / coaching cruzado: emparejar personas con fortalezas distintas, para que se retroalimenten mutuamente en sus habilidades blandas.
Visión y propósito visible: comunicar y mostrar cómo las decisiones, proyectos e iniciativas de la empresa están alineadas con valores compartidos, vinculando la misión empresarial en el día a día de los trabajadores.
Mediante tecnología innovadora basada en algoritmos y datos, Steelter ayuda a las empresas a identificar, medir y potenciar las soft skills de sus equipos, convirtiendo el talento en una verdadera ventaja competitiva. José Luis Marcó, fundador y presidente no ejecutivo de la compañía asegura que “al invertir en el desarrollo de estas habilidades blandas, las organizaciones no solo protegen a su gente, sino que también aseguran su sostenibilidad y éxito en un mercado cada vez más dinámico”.