En ese sentido, me pregunto quién visita realmente nuestra página web: ¿bots o personas reales? Es más: ¿Deberían los modelos de IA tener la obligación legal de decir la verdad?
A medida que la inteligencia artificial continúa revolucionando las industrias, la importancia de las redes humanas sigue siendo incontestable. Las personas fomentan relaciones basadas en la confianza y las experiencias compartidas que la IA simplemente no puede replicar. En un mundo cada vez más impulsado por la tecnología, la capacidad de conectar con otros a nivel personal es un valor diferencial, una ventaja única.
De hecho, los chatbots están diseñados para ser plausibles, útiles y convincentes. No creo que la gente sea consciente de que, en ocasiones cada vez más frecuentes, está siendo engañada en la red al no ser atendido por una persona. Lo que veo en ChatGPT es, como mínimo, un discurso descuidado. Dado que la gente tiende a buscar el enfoque fácil y rápido, esto es peligroso.
Debería implementarse un rediseño de los modelos de IA para que sus usuarios comprendan plenamente que están tratando con una herramienta tecnológica y no interactuando con otro ser humano.
Interactuar con personas diversas expone a los profesionales a diferentes perspectivas e ideas, fomentando la creatividad y la capacidad de resolución de problemas. Por el contrario, la IA carece de la inteligencia emocional necesaria para desenvolverse en dinámicas sociales complejas. La capacidad de interpretar el lenguaje corporal, el tono y el contexto es crucial para establecer relaciones, y estas habilidades son inherentemente humanas.
Por ejemplo, imaginemos que quieres comprar una empresa en Alemania, como hice yo recientemente. Sin duda, hay muchas oportunidades en Alemania, ya que muchas empresas están en venta debido al cambio generacional. Si bien la IA puede identificarlas, no conocerá la verdadera motivación del vendedor. Esta información no se comparte en internet.
El networking abre las puertas a oportunidades que los algoritmos de IA no pueden predecir. Por ejemplo, un encuentro casual en una conferencia puede dar lugar a colaboraciones que impulsen la innovación, mientras que la IA solo puede analizar datos existentes sin la capacidad de prever nuevas posibilidades. De hecho, las adquisiciones o fusiones de empresas requerirán creatividad y empatía para comprender los desafíos subyacentes que la IA no detectará. Siempre es necesario interactuar cara a cara, asistir a eventos del sector y participar en iniciativas comunitarias que generen información valiosa y necesaria. Por eso, los profesionales pueden acceder a oportunidades mucho mejor que los algoritmos.
No me malinterpreten, obviamente uso IA, pero sigo utilizando mucho más el factor humano del networking. Por cierto, nunca he entendido por qué no se enseña networking en la universidad, ya que siempre supera a la IA. Tanto yo como muchos emprendedores, creativos y freelances creemos que las verdaderas oportunidades en todo tipo de áreas surgen de contactos reales, no solo de ser encontrados en línea.
En la carrera entre el aprendizaje automático y las relaciones significativas, el toque humano sigue siendo el protagonista.