El estudio se ha presentado durante la Cumbre Mujer al Mando (14–16 de noviembre, Dubái), y ha sido desarrollado por la divulgadora y especialista en finanzas personales Laura Encina, entrevistando durante los meses de septiembre y octubre a más de 5.000 mujeres españolas. El informe final muestra datos tan reveladores como que 6 de cada 10 mujeres han dependido económicamente de su pareja en algún momento. Además, desvela que el problema no es solo de ingresos, sino de poder, conocimiento y capacidad de decisión dentro del hogar y muestra que la problemática se repite tras las rupturas de pareja.
El control económico y la falta de ahorro e inversión: una realidad cotidiana
Los resultados obtenidos muestran que la limitación del acceso al dinero, y la falta de previsión en el futuro es muy habitual en la sociedad española. El 76% de las mujeres encuestadas reconocen que gestionan su propio dinero solo parcialmente, un 69% no disponen de una cuenta bancaria solo a su nombre, y más del 64% de las mujeres afirman que han dependido económicamente de la pareja en algún momento de su vida.
Un 71% de las encuestadas reconocen que han tenido la sensación de haber sido juzgadas o ridiculizadas al tomar decisiones financieras por parte de su pareja o familia, y el 65% de las mujeres reconocen que son sus parejas las que toman las decisiones económicas más importantes para el futuro de la familia.
Solo en el rango de edad de entre 40 y 60 años, un 43% de las mujeres afirman tener algún tipo de ahorro o inversión a su nombre, siendo el dato superior de las encuestadas. Por el contrario, son las jóvenes que están entre los 18 y los 28 años, las que reconocen en un 82% que no cuentan con ahorros o programas de inversión a su nombre.
Esta dinámica de control lleva a una consecuencia demoledora: un alto porcentaje de encuestadas, el 47% de las mujeres confiesa haberse sentido atrapada en una relación por motivos económicos, evidenciando cómo la dependencia actúa como una barrera fundamental para la libertad. "Se estima que el 11,5% de las mujeres en España ha sufrido violencia económica a lo largo de su vida. Nuestro estudio muestra que, si bien la experiencia es común, el término 'violencia económica' sigue siendo invisible para muchas, y a pesar de vivirla, la reconocen solo vagamente", confirma la autora reconocida por su enfoque innovador en educación financiera, Laura Encina.
Creencias limitantes asociadas al dinero
"El dinero es la raíz de todos los males" o "no soy buena con el dinero", son dos de las creencias limitantes que más se repiten, y que para Laura Encina “pueden hacer que las mujeres eviten buscar la estabilidad económica por miedo a ser percibidas como malas o codiciosas”.
También destacan frases como "tengo que trabajar muy duro para ganar dinero" o “no tiene sentido preocuparse por la independencia financiera si no tienes un sueldo alto”, aunque para la experta “son creencias que limitan la búsqueda de oportunidades, también eliminan el factor de la planificación, la disciplina y el aprendizaje. Frases que se quedan profundamente arraigadas en nuestro pensamiento, provocando una baja autoestima financiera y ayudando poco o nada a conseguir nuestros sueños”.
El alto coste de los cuidados y la ruptura
El estudio refuerza cómo los roles de género penalizan las carreras profesionales y la salud financiera de las mujeres, donde una mayoría de las participantes, el 54% afirman haber dejado de trabajar o limitar sus avances profesionalmente por atender a los cuidados familiares. Esta renuncia se traduce, según los datos del INE, en una mayor brecha de género en pensiones y una significativa vulnerabilidad financiera y personal.
Además, en caso de ruptura de la pareja, se agrava esta situación: la respuesta más votada a la pregunta ¿tras una separación, divorcio o ruptura, tu situación económica ha mejorado o empeorado?, para un 83% de las mujeres que han pasado por esta situación, "ha empeorado".
El control económico sobre la mujer no cesa con el divorcio, sino que se transforma: El 91% de las mujeres encuestadas han denunciado que su expareja ha dejado de pagar pensiones o gastos compartidos, en más de una ocasión, como forma de castigo o control, una forma de violencia económica post-ruptura de alta prevalencia, que como reconoce la autora “la gravedad y la frecuencia del problema ha obligado a tipificarlo en el Código Penal español para poder obligar a la pareja a cubrir las necesidades básicas de los hijos”.
Violencia económica y brecha de conocimiento
Más del 63% de las mujeres encuestadas reconocen que han oído hablar del término violencia económica, pero un 76% no están seguras de haber vivido alguna experiencia que consideren violencia económica, lo que para Laura Encina “denota que el desconocimiento es todavía muy profundo y que la violencia económica, aunque común, sigue siendo invisible para muchas mujeres”.
El análisis subraya que las mujeres que gestionan su dinero de forma directa, a menudo lo hacen con inseguridad. Para aquellas que tienen entre 28 y 40 años, la respuesta más votada sobre si se sienten seguras y con conocimientos para tomar decisiones sobre su dinero, la respuesta ha sido "No" para más del 72%, lo que refleja la brecha de autopercepción y educación financiera en el país. Esta inseguridad contribuye a que, aunque se aspire a una toma de decisiones equitativa en el hogar, el rol de "gestor principal" de las grandes decisiones a menudo recaiga en la pareja masculina.
Más del 23% de las mujeres encuestadas reconocen haber tenido deudas o préstamos a su nombre que en realidad fueron contraídos o usados por otra persona (pareja, familiar…). Para Laura Encina, “esta situación se enmarca dentro de la violencia económica y de la brecha de conocimiento, ya que afecta negativamente el historial crediticio de la mujer, dejándola atrapada financieramente o forzándola a mantener la relación para evitar el impago”.
El estudio sobre la dependencia económica de las mujeres en España destaca que la recuperación financiera tras una relación de control se prolonga por más de tres años, evidenciando que el daño infligido es profundo y sistémico. Esta prolongada inestabilidad se agrava para el 62% de las mujeres, que afirman haber necesitado ayuda o apoyo institucional por motivos económicos tras la ruptura, pero no llegaron a solicitarla, evidenciando importantes barreras en el acceso a recursos y protección tras ser víctimas de violencia económica.
Cifras clave del estudio