La solución es bien sencilla y rápida, pero hay que querer. Y el problema es que los politicastros que padecemos en España y que cooperan y colaboran con los delincuentes que allanan viviendas no le llegan ni a la suela de los zapatos, a los tacones, a la primera ministra Meloni, que lleva meses demostrando lo que es gobernar, cómo se gobierna y qué hay que hacer, en definitiva, para que las personas honradas salgan adelante frente a la escoria que roba, deteriora y hasta destruye sus casas.
Esta segunda parte del año han hecho un efecto relámpago las medidas aprobadas en el parlamento italiano -un amplio decreto de seguridad- endureciendo radicalmente las sanciones contra la okupación. Se incluía en el código penal un nuevo delito: la “ocupación arbitraria de un inmueble destinado como domicilio ajeno” (artículo 634-bis), lo que puede llevar al okupa a ingresar hasta 7 años en una cárcel. Igualmente introducía un procedimiento de desalojo acelerado, con las autoridades actuando, como vienen haciéndolo, de manera inmediata, exprés, ante la usurpación.
Frente a nuestros politicastros, que siguen cooperando y colaborando para que (bajo la normativa española) los delincuentes actúen a placer, Meloni ha conseguido, entre otros, el desalojo de un edificio en Milán okupado durante 31 años, de más de 4.000 m², como un ejemplo preclaro de su éxito, un inmueble en el que -no es ocioso subrayarlo- se traficaba y se consumían drogas, eso sí, bajo la apariencia de un ‘centro cultural’.
España se ha convertido, principalmente bajo la férula de este gobierno socialcomunista que venimos padeciendo -en realidad una banda de aficionados- en un país en el que aun existiendo indicios claros de ilegalidad, no se actúa contra los malhechores, o se hace de manera extraordinariamente lenta o exasperantemente débil. Pero hay esperanza.
Ahí está Meloni, demostrando cómo se gobierna, mostrando qué es gobernar. Y no podrá decir el Partido Popular si en un futuro cercano llega a la Moncloa que no conoce el camino y los resultados. Un camino, por cierto, que no ha tenido voluntad de recorrer en el ámbito municipal y autonómico donde (más allá de las normas estatales) hay espacio, por supuesto, para asestar golpes severos a delincuentes y okupas. Y si no, que miren a García Albiol en Badalona.