Con este artículo entramos ya en el tramo más veraniego, las temperaturas comienzan el ascenso hasta límites poco soportables. De modo que se hará lo posible por hacer algunas reflexiones más frescas y ágiles de digerir. Es obvio que el panorama económico que venimos disfrutando es poco menos que halagador, la mayoría de noticias y opiniones versan sobre los mismos asuntos: corrupción política y económica, resistencia de las cifras de paro a descender, reforma laboral que todavía no ha empezado a dar sus frutos y la negativa de los bancos a conceder créditos a las empresas, y no porque no tengan dinero sino porque no se fían de la solvencia del tejido empresarial y de las familias que así lo demandan.
Y es que todo va ligado, es el típico círculo vicioso en el que no hay manera ni gobierno que haga lo posible por flexibilizar posturas. Todo este conjunto de situaciones concretas y reales que suceden en la vida cotidiana en nuestro país, hacen que la convivencia esté siendo cada vez más áspera, más violenta y desquiciante. Pasan los meses y no se detectan cambios en la conducta de las variables económicas, pero paradójicamente leemos que los índices de ocupación hotelera en las costas españolas estás siendo moderadamente optimista, habrá que esperar para conocer los niveles de gasto de los turistas que nos visitan a lo largo de este evidente tórrido estío. Desde hace relativamente poco tiempo se observa la publicación de noticias y opiniones, casi siempre, sustentadas en un mecanismo muy empleado en los diversos análisis económicos y estadísticos que estudian la economía internacional en general y española en particular. Se trata de todo un cajón de sastre, en el que encontramos herramientas muy visuales que, mediante la metodología de las curvas explican distintos comportamientos económicos de los agentes sociales: consumidores, rentistas, trabajadores, empresarios, etc; el aumento de los impuestos y su repercusión en la psicología de los profesionales y las empresas, el caso de la curva Laffer; así como también las muy citadas en numerosos artículos como la curva Beveridge, la curva del Gran Gatsby o la curva Kuznets.
Dichas representaciones gráficas casi siempre llevan el apellido del autor, economistas especializados en el estudio de los diversos campos de la macroeconomía, como puede ser el mundo de la fiscalidad de las rentas del trabajo y del capital, detrás de estas interesantes herramientas de estudio de las sociedades de nuestro tiempo están, como ya se ha dicho, los nombres de ilustres economistas como Alan Krueger, Greg Mankiw, Paúl Krugman, etc.
Y es que la economía nos lo pone, a veces, divertido; nos brinda todo un despliegue de juguetitos con el fin de hacer más ameno el difícil ejercicio del análisis y proyección económica para demostrar de manera fehaciente y científica cual puede ser el resultado de aplicar políticas incorrectas, ya sea en el campo de los impuestos como en los salarios o el empleo. Es una manera de poder visualizar de un plumazo cómo han reaccionado sobre la población de un país, determinadas actuaciones de política económica. No obstante quería subrayar el interés de la curva Gran Gatsby; ya ven que la literatura y el cine son buenos aliados de una ciencia tan lúgubre como la economía. Esta curva, que toma el nombre del personaje literario creado por el gran autor y novelista americano Francis Scott Fitzgerald, personaje del que recientemente se ha estrenado una nueva película sobre aquel rutilante personaje, Jay Gatsby. Dicha curva no es más que el reflejo de la relación que existe entre la probable movilidad social y la desigualdad de renta, relación inspirada en este personaje de la novela que se reinventa a si mismo consiguiendo hacerse rico en la sociedad americana de la época “felices años veinte”, ascendiendo en la escala social de forma automática.
Otra de las curvas que viene promocionándose mucho últimamente en algunos medios, es la curva Laffer, ésta ya disfruta de un largo curriculum mediático, y ahora que Montoro nos tiene amedrentados con las subidas de impuestos, ayuda a desvelar gráficamente, que no es en absoluto rentable para los objetivos recaudadores del Estado subir los impuestos a diestro y siniestro, existe un tipo fiscal que a partir del cual la recaudación cae en picado desmotivando además el rendimiento laboral de los ciudadanos. Una vez dicho esto y ya para concluir procedemos a invocar desde este humilde zaquizamí la presencia en nuestras vidas de uno de los héroes más reconocidos por la humanidad y que procede del mundo del tebeo y del comic, que tanto bien ha hecho a lo largo de su existencia, hablo de “El hombre de acero” comúnmente reconocido como Superman. Ante los recientes acontecimientos políticos y económicos en nuestro país necesitamos urgentemente la intervención de un héroe capaz de socorrernos de tanto rufián y delincuente financiero.
Y como las desgracias nunca vienen solas, además de esta perturbadora situación política, el FMI nos advierte desde Washington que para la economía española prevé un crecimiento para el año 2014 de un 0,0 %. Como la cerveza sin alcohol. Cada vez que durante éste canicular verano demandemos una cerveza sin en el chiringuito de la playa, nos acordaremos del hombre de negro.
Hay un célebre dialogo en un libro del autor portugués Eça de Queirós, “El conde Abranhos”, una crítica de nuestras costumbres políticas. Sucede en Portugal, entre el estadista y ministro conde y su secretario Zagalo: “Cuantas veces me dijo el conde que éste era el secreto de las democracias constitucionales: Yo el Gobierno, soy débil pero habilidoso, y concedo aparentemente la soberanía al pueblo, que es fuerte y necio. Pero, como la falta de educación lo mantiene en la imbecilidad, y el adormecimiento de la conciencia lo sume en la indiferencia, le obligo a ejercer esa soberanía en mi provecho…En cuanto a su provecho… ¡Si te he visto no me acuerdo¡” .
Cuidado con las curvas y disfruten de una 0.0, muy fría.
- Vicente Vera es economista y escritor