Fernando De Salas.
APROVECHAR LA FUERZA DE LA EXPERIENCIA
Por Fernando De Salas López
Martes 21 de octubre de 2014
Bien pudo suceder, que a principios del siglo XXI la Asamblea General de las Naciones Unidas tomara conciencia de la gran cantidad de sabiduría y experiencia que se concentraba en los casi 700 millones de Personas Mayores existentes en esos momentos en la Humanidad, y que es conveniente tomar conciencia de ello y aprovecharlo. Bien pudo suceder, que por aquellos años, la Asamblea General de Naciones Unidas, descubriera que cada día, al amanecer, se mostraba a la Humanidad la gran fuente de energía que el sol pone a disposición de los humanos para que la aprovechen para realizar sus actividades ecológicas relacionadas con el Medio Ambiente.
Se trata del Amanecer, descrito maravillosamente por Miguel de Cervantes Saavedra, que fija el Amanecer en el Campo de Montiel, en Ciudad Real, a 230 kilómetros de Madrid. Bien pudo suceder, que la Asamblea General decidiera, en el año 2002, celebrar en Madrid una Conferencia Mundial sobre el Envejecimiento, para estar cerca y conocer el ambiente castellano del Campo de Montiel. Bien pudo suceder, que la Asamblea General aprobara varios temas:
- Que las Personas Mayores de 65 años, en retiro laboral forzoso, encerraban un inmenso caudal de conocimientos, que era preciso aprovechar.
- Que las Personas Mayores, mientras pudieran física e intelectualmente, deberían tratar de devolver a la Sociedad de su entorno, parte de lo mucho que habían recibido para su formación.
Bien puede suceder ahora, que Naciones Unidas no tengan un conocimiento de cuantas Personas Mayores hemos decidido cumplir esa solicitud. Que sería importante conocerlo e incrementar su número, para proporcionar más beneficios para todos. Se propone crear una Asociación Mundial de Personas Mayores que realizan actividades remuneradas o altruistas, relacionadas o no con la Ecología. Por todo lo dicho ¡Yo sigo escribiendo a los 93 años!
Para disfrute del Lector, se reproduce el fragmento de Don Quijote de la Mancha, (capítulo II de la Primera Parte), escrito por Miguel de Cervantes Saavedra en 1605:
"Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora que dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero D. Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel." (Y era la verdad que por él caminaba) y añadió diciendo: "dichosa edad, y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista de esta peregrina historia! Ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras." Luego volvía diciendo, como si verdaderamente fuera enamorado: "¡Oh, princesa Dulcinea, señora de este cautivo corazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plégaos, señora, de membraros de este vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece."
- Fernando De Salas es militar y politólogo experto en relaciones internacionales y es Rector honorario de la Sociedad de Estudios Internacionales (SEI)