Análisis y Opinión

Perú celebra orgulloso su independencia

ORGULLO PATRIO

Por Miguel Gilaranz (Corresponsal en Perú)

Miguel Gilaranz | Martes 21 de octubre de 2014
Recuerdo que hace más de dos meses paseaba tranquilamente por la Plaza de Armas de la ciudad de Tumbes. Serían, manos o menos, las seis de la tarde en esta ciudad norteña, frontera con Ecuador, cuando un grupo de niños que jugaba en este espacio público se detienen, e inmóviles, miran hacia una de las esquinas de la plaza. De un vistazo observo que los adultos han tomado la misma posición y dirigen sus miradas hacia el mismo lugar. Sorprendido, imito a pequeños y mayores sin comprender exactamente lo que está ocurriendo. El silencio en la plaza es total, hasta que es roto por el sonido de una corneta que surge de un pequeño y viejo altavoz. No me lo puedo creer, todos en la plaza están en posición de firmes porque se está arriando la bandera del Perú.



Cuando cesan los acordes emitidos por el “parlante”, mayores y niños recuperan la frenética actividad unos, y las charlas otros, como si nada hubiese ocurrido. Un sentimiento de envidia invade mi corazón extranjero, al contemplar la magnánima muestra de respeto hacia la bandera nacional. Tumbes fue la primera ciudad de América y la segunda del mundo donde se abrió un pozo petrolífero y me reserva otra sorpresa. Minutos después, el Gerente de Turismo en persona, me muestra otro de los rincones de la Plaza donde se erige una especie de mural o monumento, o las dos cosas a la vez, donde se puede leer… “Tengo el orgullo de ser Peruano y soy feliz. Viva el Perú”. Como prueba de la veracidad de mis palabras, aporto la fotografía que realicé al día siguiente.

No me “duelen prendas” reconocer mi sorpresa sobre el hecho de arriar e izar banderas, actos aparentemente sin importancia para una persona como yo, cuya única experiencia militar fue servir como “furri” en la mili. Eso, y mi ignorancia sobre la reciente historia del Perú, consiguen despertar mi curiosidad, que me conduce a buscar una explicación de este fervor popular hacia su bandera. No exagero cuando utilizo el término “fervor” porque me estoy refiriendo a la admiración y adoración que en este país se tiene por su “drapó” que dicen los franceses.

Pero lo vivido en Tumbes quedaría como una anécdota más, si no hubiese sido testigo, semanas después, de la celebración de las denominadas: “Fiestas Patrias”.
“Fiestas Patrias” son las dos palabras que más se escuchan desde finales del mes de junio y corresponden a la celebración de su “Fiesta Nacional”, esta fiesta se celebra el 28 de julio, día que se independizaron de España.

¿De esa fecha vendrá el fervor hacia la bandera? Pues creo que no. La independencia no la obtuvieron sublevándose contra los “tiranos Españoles”, la consiguieron con la ayuda de tropas Argentinas al mando del General San Martín y la financiación de intereses chilenos. Este militar nacido en Buenos Aires, se trasladó con su familia a Málaga a la edad de cuatro años. En España inició la carrera militar sirviendo en el Regimiento Murcia. Combatió primero en el norte de África y después contra la dominación Napoleónica de la Península. Nota: Aprovecho para recordar a mis amigos peruanos que a nosotros también nos han invadido varias veces, demasiadas veces.

Volviendo al General San Martín, paradojas de la vida, cuando el ejército Español le asciende al rango de Teniente Coronel regresa a Argentina y acepta comandar un ejército para luchar contra sus compañeros Españoles y obtener la independencia del Perú. Lo consigue el 28 de julio de 1821. ¿De esta Expedición Libertadora puede surgir el orgullo peruano? Lo dudo, “la plata” era chilena, los soldados argentinos y el comandante de la flota naval era escocés.

Continúo hurgando en la historia y leo que, sesenta años después, los chilenos invaden Perú “a lo Napoleón”. Campean a sus anchas por todo el país, ocupan Lima durante varios años, y en su retirada aprovechan y se quedan con las provincias de Tarapacá y Arica. Esa fue la llamada Guerra del Pacífico o “Guerra del Guano”. Por eso estoy tan sorprendido. Desde primeros del mes de julio, todos los establecimientos públicos comienzan a preparar las “Fiestas Patrias” y engalanan, con guirnaldas y coronas de color rojo y blanco, escaparates, mostradores y puertas de acceso, como si una decoración navideña se tratase. Aprovechan cualquier punto en fachas y techos para colgar su bandera rojiblanca y en la calle, ventanillas de taxis, farolas, y cualquier vehículo de servicio público que se mueva por la ciudad, le tiñen de objetos con esos colores. Y en los semáforos, avezados vendedores aprovechan el festejo para ofrecerte gorras, banderitas, camisetas y mecheros. Los más atrevidos y patriotas, se enfundan la camiseta de la selección peruana de futbol, blanca con una franja diagonal roja, que para los que somos de Madrid, nos recuerda a la Rayo Vallecano. Obvio hacer comentario alguno sobre los cientos de miles de viviendas que hacen colgar la bandera de terrazas, balcones, azoteas y cornisas.

Y continúo buscando una explicación que se antoja escurridiza. Por suerte, echo mano de un libro de historia que me regalaron mis amigos de la Hermandad de Veteranos de Tropas Nómadas, días antes de mi partida hacia estas lejanas tierras. Acertado fue su obsequio porque descubro en él a los generales peruanos que fueron derrotados por sus vecinos chilenos y aún después del desastroso resultado para Perú, la capital está salpicada con plazas y grandes avenidas con los nombres de los militares vencidos.

Reflexionando sobre estos acontecimientos continúo dudando. No creo que la derrota militar sea motivo de exaltación patriótica, por eso, busco y rebusco una explicación y descubro otro enfrentamiento. Ya no es con Chile, sino con Brasil, y ocurrió allá por 1910. En esa fecha, el Congreso firma un tratado por el que Perú pierde decenas de miles de kilómetros de selva amazónica en favor de Brasil y recuerdo un anuncio del Atlético de Madrid donde un niño, sentado en la parte trasera del vehículo pregunta… ¿Papá, por qué somos del Atleti? El padre no responde y un texto blanco sobre fondo negro aparece en la pantalla… “No es fácil de explicar, pero es algo muy, muy grande”.

Sigo sin comprender el patriotismo peruano desde el punto de vista militar. Como europeo, asocio patria a victoria, pero no siempre debe ser así. Los Ingleses “nos dieron un revolcón” en la batalla de Trafalgar y ese nombre usaron para una de las plazas más ilustres de Londres. ¿Se puede ser patriota sin victorias? Ahora, creo que sí, porque también en 1910 Perú firma el Tratado “Polo Bustamante” con su vecino Boliviano, y le entrega miles de kilómetros de territorio, y ya en 1932 pierden la mitad del lago Titicaca.

Derrotas militares y derrotas políticas ¿se puede estar orgullo con estos antecedentes? La respuesta tampoco es importante, cada uno puede estar orgulloso de lo mucho o de lo poco, y pongo como ejemplo lo vivido hace unos días haciendo zappig con el mando a distancia o “control”. En uno de los muchos canales de la televisión, reparé en una película que he tenido el placer de ver varias veces y que no me importó repetir una vez más, y contemplar al actor Russell Crowe en el papel del general romano Máximo Décimo Meridio (de Mérida), en la película “Gladiator” de Ridley Scott. Recuerdo perfectamente que a este personaje se le apoda “Hispano” en la versión emitida en Espala. La sorpresa fue mayúscula cuando en el doblaje para toda América del Sur escucho que no le llaman Hispano, sino que lo han traducido como “Español”. No pude evitar dejar escapar una lágrima de orgullo patrio, cuando el Coliseo de Roma al completo se pone en pie y grita a su héroe llamándole ¡Español, Español, Español! Y no ¡Hispano, Hispano! absurdamente doblado pero “políticamente más correcto”, en una España tan estúpidamente dividida como la que nos toca vivir.

Pero volvamos a lo nuestro y al orgullo que habita en el corazón de los peruanos. No volveremos a recordar cómo les fue con Chilenos, Brasileños y Bolivianos, pero… aún queda más. A finales de los años veinte del siglo pasado, entregan a Colombia “extensos territorios entre el Putumayo y el Caquetá, además del llamado Trapecio Amazónico en el que se ubica el puerto de Leticia. El Perú cedió a Colombia 122,912 Km2.” Pero no todo son malas noticias en la historia reciente del Perú. Corrían tiempos en los que la Vieja Europa sangraba en su Segunda Guerra Mundial, cuando los peruanos salen victoriosos contra el único vecino con el que quedaba por luchar, el más pequeño, Ecuador. En esta ocasión se reconoce la victoria militar de Perú y firman el llamado “Protocolo de Río de Janeiro”. Aquí sucede algo inusitado en la historia de las guerras, Perú sale vencedor, pero pierde más de cien mil kilómetros cuadrados a favor de Ecuador.

¿De dónde le viene a los peruanos este fervor por la bandera? ¿Será por su boyante situación financiera que llena de optimismo sus corazones? Después de mucho leer y preguntar, continúo sin entenderlo, pero todo esto me ha servido para plantearme cómo debería sentirme habiendo nacido donde he nacido. Lo tengo muy claro, y a nueve mil quinientos kilómetros de distancia quiero copiar la frase del monumento de la ciudad de Tumbes y decir muy alto “Tengo el orgullo de ser Español y soy feliz. Viva España”.