Vicente Vera
LA ATALAYA DE ELDA
Por Vicente Vera
Vicente Vera Esteve | Martes 21 de octubre de 2014
Nos encaramos” viento en popa a toda vela, no corta el mar si no vuela, un velero bergantín…”, hacia el final del mes de febrero. De esta poética manera iniciamos nuestra periódica reflexión con uno de los poemas más significativos y conocidos del poeta romántico José Espronceda y su “Canción del pirata”. En nuestro caso y debido a un trepidante mar bravío que nos ha devenido este fenómeno tan moderno y actual denominada ciclogenesis explosiva, decidimos no embarcar y nos ha venido bien refugiarnos y encerrarnos entre cuatro paredes protegidos ante cualquier accidente metereologico.
Así que al calorcito de la lumbre, el brasero y poco más, con un buen café calentito, vamos a ir desgranando aquellos sucesos políticos y económicos que continúan sensiblemente afectando a nuestra ya de por si inestable existencia por mor de otra ciclogenesis no menos importante, y que responde al nombre de estado deflacionario y confiscatorio, es decir aquel estado de cosas en el que sube lo que no debería de subir, el precio de la energía eléctrica para las familias y empresas, pero desciende el ritmo y el pulso de la economía en general. Se genera más apatía y cunde el desanimo entre la población. En esta columna no podemos eludir la grave irresponsabilidad social en que está incurriendo de manera permanente este gobierno y sus lacayos más desaprensivos.
Quisiera contarle dos hechos que para aquellos de nosotros que superamos la barrera psicológica de los cincuenta y sufrimos en primera persona dos etapas cruciales en la historia reciente de este país que nos han dejado, lo que se suele decir una huella indeleble. La primera historia hace referencia al momento más difícil de la transición, el gobierno de Suárez no podía demorar más tiempo el comienzo de la reforma económica que necesitaba España con carácter urgente. Para ello llamó al catedrático de Hacienda Pública Enrique Fuentes Quintana (1924-2007) y le encomendó la misión casi imposible de sacar a España de la profunda crisis en la que se encontraba, control de una inflación desbocada, un paro creciente también como ahora, desequilibrios importantes en la balanza de pagos, etc.
Pero sobre todo una persistente inestabilidad política con el agravante de las zancadillas de la banda ETA, y de una minoría todavía recelosa de la democracia. Con esos mimbres Fuentes Quintana tuvo que acometer su reforma económica y política, pero ¿Qué fue lo primero que hizo? Muy sencillo, coger sus cuartillas bien aprendidas y consensuadas con su gobierno, desplazarse a Prado del Rey y dar la cara ante todos los españoles en horario prime time. Todavía pueden ver en youtube aquel mágico mensaje al país, comunicando con solvencia y credibilidad en si mismo lo que a muy a corto plazo el gobierno tendría que poner en funcionamiento. Poco después se firmarían los Pactos de la Moncloa donde se vertebraba el programa integro de las reformas económicas y sociales que se fueron desgranando mes a mes durante aquella elogiada transición.
Estas formas de comunicación por lo que se ve ya no se estilan en los últimos tiempos, aun así, Pepa Bueno periodista de la cadena SER y una excepcional comunicadora nos dice en una reciente entrevista en El País que “es preocupante la escasísima presencia del presidente del Gobierno ante los medios. Eso es malo para el país, para los ciudadanos y para el propio Rajoy.Que se someta al escrutinio de la prensa forma parte del juego democrático”. Esto ya se va pareciendo a La Gran Estafa Americana (2013), una gran película muy nominada para los próximos oscars y nos viene al pelo para entender mejor todo lo que nos está ocurriendo desde hace ya muchos años, corrupción, mentiras y viles engaños sobre la verdad de la situación económica y financiera. Además con la conjunción de todos los agravantes, tanto alevosía como premeditación y nocturnidad. Esto ha de finalizar, hay que acabar con esta política de abuso de autoridad y desprotección hacia los más débiles de nuestra sociedad. Así nos dirigimos hacia un abismo sin sentido y ciertamente muy arriesgado.
La segunda historia a la que me refería al principio, es aquella que relata el fin de la peseta como moneda nacional y que muchos añoramos con nostalgia seguido de la introducción del euro. Benditas hemerotecas que nos sirven de tanta ayuda y nos permiten recordar cualquier tiempo pasado, nos ayudan a no olvidar y actualizar nuestra memoria reciente y/o histórica. En este caso les cuento lo que decía Alexander Lamfalussy (1929), el antiguo presidente del Instituto Monetario Europeo (IME), lo que años después sería el Banco Central Europeo (BCE). En 1997 cuando se despedía de su puesto en Francfort hizo un llamamiento a las autoridades de la Unión Europea para que sitúen la lucha contra el paro como primer objetivo en el camino del euro y subrayaba que “el actual nivel de paro en Europa es éticamente inaceptable. Es un claro signo de que la economía no funciona de forma adecuada”.
Y esto lo dijo ante los gobernadores de los bancos centrales. A partir de ese momento el holandés Wim Duisemberg ocupó el cargo que dejaba Lamfalussy la semana siguiente. Y nada hubo. Así hasta hoy día, en que el objetivo de los miembros de la Unión no es resolver el paro creciente, el objetivo está siendo ayudar a los bancos a esconder y desaparecer todo el desaguisado cometido no solo en España sino en toda Europa.
Desde esta humilde columna apostaría por la celebración de una conferencia europea para acabar con las dos lacras que están humillando a España y a los países de la periferia: el alto y peligroso desempleo tanto juvenil como adulto y la enorme deuda que padecemos y que si no se toman medidas urgentes, como practicar quitas importantes o incluso practicar el repudio, nos veremos abocados a sufrir más penurias y graves alteraciones sociales y no solo las generaciones actuales sino las venideras, hipotecados de por vida. Las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina, con el nuevo Parlamento europeo y una Comisión Europea renovada, es el momento de hablar claro sobre el futuro de la integridad moral de Europa.
Acabo recordando el magnifico trabajo realizado por David Rusell en su película La gran estafa américana, fundamentalmente ha acertado en el dibujo de sus personajes protagonistas, los ha clavado y son todos ellos muy conscientes de todos sus despropósitos, como en la vida misma.