UNA PROPUESTA NECESARIA
José Luis Barceló Mezquita | Martes 21 de octubre de 2014
Es preciso abordar una "quita hipotecaria" que minore el valor de la deuda de las familias en la misma medida en que se ha visto minorado el valor de sus propiedades. El FMI destacó ya que los problemas inmobiliarios y la recesión tienden a ser «más severos y prolongados» en aquellas economías menos industrializadas y avanzadas, en el caso de España como en el resto de los países del grupo de los PIIGS, puesto que las personas endeudadas «reaccionan más ante cambios en los ingresos y patrimonio», reduciendo sus gastos, lo que puede originar un círculo vicioso «con efectos negativos a largo plazo sobre la economía».
Si existe un problema actualmente en el entramado financiero nacional, este es sin duda el de los llamados "activos tóxicos", al 99% valores hipotecarios que proceden de los tiempos previos al estallido de la burbuja inmobiliaria.
El valor del suelo en España se ha depslomado hasta tal punto que ya no sostiene ni siquiera las estructuras financieras de las entidades que los concedieron especialmente las Cajas de ahorros pero también los bancos. Si alguien suscribió un préstamo hipotecario con anterioridad a 2008, estamos en la absoluta certeza de que el valor actual no cubre ni siquiera el valor del préstamo concedido, no digamos ya el de la valoración actual. El asunto no es menor, puesto que buena parte de las dificultades por las que actualmente están atravesando las entidades financieras deviene precisamente de la valoración del suelo hipotecado, actualmente muy por debajo de su valor de mercado de hace cuatro o cinco años.
Bancos y Cajas concedían los préstamos no al 70 y 80% del valor de la propiedad como era al uso, sino yendo hasta más allá de un 100%, incluso un 120%, considerando que el valor del suelo asumía este riesgo por la simple revalorización en los tres o cuatro años siguientes.
Ya durante el mes de abril de este año, el Fondo Monetario Internacional-FMI propuso que en algunos países como existe un elevado endeudamiento privado inasumible, debería promoverse una quita hipotecaria respaldada por los Estados. Esta quita debería consistir en una reducción drástica de la deuda contraída por particulares y empresas, impidiendo que la morosidad se incremente y controlando que el endeudamiento pueda ser reconducido sin que se transforme en un inconveniente "activo tóxico".
La gravedad de la situación actual es patente cuando mes tras mes, y con cifras implacables, se demuestra que la economía nacional de nuestro país retrocede, se pierden empleos y no se crea tejido que asuma el pago de la deuda de familias y particulares. Fue muy facil diseñar el crecimiento sobre la vía del endeudamiento, -una política muy socialdemócrata que fue alegremente adquirida por la mayor parte de los Estados de la UE-, pero el FMI subrayó la importancia de las políticas macroeconómicas y de relajación monetaria a la hora de tejer redes de protección social, por encima de la necesidad de tener que controlar el déficit.
Así las cosas, urge que el Gobierno adopte medidas conducentes a que las familias españolas puedan mantener su nivel de compromiso con las entidades financieras, es decir, pagar mes a mes sus compromisos crediticios e hipotecarios sin que haya que pensar en abandonar la vivienda. Si cualquier familia solicita una retasación de su vivienda, encontrará que la misma se ha desvalorizado, salvo contadas excepciones, en torno a un 30 o un 40%, y si pretende venderla en ese momento, no lo logrará ni en 24 meses o rebajando su precio un 50%. No hay mercado.
Esta situación hace inviable, por tanto, el mantenimiento de los actuales valores de tasación de las viviendas españolas, lo que redunda en un incremento nde la morisidad por efecto inmediato del empobrecimiento de las familias y la pérdida de empleos. Hoy se sabe que buena parte de la responsabilidad de estas concesiones, anteriores a 2008 o 2009, son directamente de las entidades, que "inflaron" el valor del suelo con interés propio en la contratación de préstamos. Una familia no puede hoy resistir esta sobrevaloración a costa de sus costillas, y es lógico que se plantee una "quita hipotecaria", que debería ser en la proporción en que ha visto minorado el valor de su propiedad.
La puesta en práctica de programas específicos para reestructurar la deuda de los hogares puede suponer «beneficios significativos» a un relativamente bajo coste fiscal, al mitigar el impacto negativo de la morosidad sobre la demanda y el precio de la vivienda. Las consecuencias de la crisis se ven agravadas en países donde ya existía previamente un excesivo endeudamiento privado, como es el caso de nuestro país pero también Islandia, Irlanda, Reino Unido o EE.UU. Uno de los autores del informe del FMI mencionado, Daniel Leigh, recomendó que dichos planes se apliquen exclusivamente a hogares que hayan incurrido ya en impagos de sus obligaciones hipotecarias, así como únicamente en casos de primera vivienda, aunque, tras realizar alguna consulta con expertos, nosotros nos inclinamos por extender la quita hipotecaria a todas aquellas hipotecas de primera vivienda en la proporción a que el valor de la propiedad se haya visto minorado. Si a alquien le concedieron una hipoteca por valor de 200.000 euros para una vivienda que se tasó en 300.000 euros, y hoy su vivienda se retasaría en 265.000, su deuda con la entidad debería ser reducida en torno a un 11%, es decir, unos 22.000 euros.
El FMI destacó ya que los problemas inmobiliarios y la recesión tienden a ser «más severos y prolongados» en aquellas economías menos industrializadas y avanzadas, en el caso de España como en el resto de los países del grupo de los PIIGS,, puesto que las personas endeudadas «reaccionan más ante cambios en los ingresos y patrimonio», reduciendo sus gastos, lo que puede originar un círculo vicioso «con efectos negativos a largo plazo sobre la economía».
No debemos, por tanto, olvidar la necesidad de que las entidades financieras abanderen propuestas de este tipo, independientemente de que el Gobierno, bastante noqueado en las útlimas semanas, tenga capacidad de reacción ante tanto desastre nacional. La quita hipotecaria es una buena medida que debe cargar sobre el riñón de las entidades financieras, pero también de las familias españolas, que tienen un compromiso directo con aquellas. Entre todos se puede.