Análisis y Opinión

La crisis entre Rusia y Ucraina

José-Ramón Ferrandis

UN REPASO HISTÓRICO

José-Ramón Ferrandis Muñoz, Técnico Comercial y Economista del Estado (*)

Martes 21 de octubre de 2014
La situación política y militar en Ucraina, lejos de haberse enfriado, mantiene sus características y su potencial desestabilizador. Otra cosa es que haya perdido predicamento en los medios, probablemente por su banalización (no es noticia la muerte cuando no se materializa en actos extraordinarios, a lo que se ve), por la irrupción del EI/ISIS y por el referéndum en el Reino Unido de la Gran Bretaña, entre otros acontecimientos en el ámbito internacional. Dos son los contendientes directos en esa guerra no declarada: Rusia, el agresor a través de sus milicias y por su apoyo logístico y militar, y Ucraina, el agredido e invadido. De los dos, es evidente que Rusia posee el mayor interés para ser analizado, no sólo por su potencia militar o por su pasado en el área sino por tratarse de un actor de primera fila en el escenario mundial del Siglo XX. Veámoslo y valoremos si, como se viene en decir, Rusia ha recibido amenazas por parte de la UE en el golpe de estado en Ucraina, amenazas a las que estaría respondiendo ahora en territorio ucraino, anexionando parte de ese país y reduciendo a la nada el poder del Estado ucraino.

Rusia actúa generalmente como imperio, tenga o no base para ello. Desarrolla así su natural tendencia a la expansión, cosa que ocurre desde el XII, a pesar de que todo comenzara para Rusia, irónicamente, en el Principado de Kiev (IX). Iván el Terrible unió las piezas, subyugó a los boyardos e inició la expansión, la cual, tras vaivenes considerables (el Gran Ducado de Varsovia llegó a las puertas de Moscú en el XVI) alcanzó una extensión máxima en el XIX. A ello contribuyó por el Este la débil densidad de población y la incapacidad de los estados centroasiáticos para oponerse y hacia el Norte y Sur, la concentración de fuerzas que se aplicó para alcanzar el control territorial.

Se sucedieron en el XX varios desastres internos y externos (Guerra Ruso-Japonesa, Primera Guerra Mundial, Revolución Soviética y Guerra Civil), la suma de las cuatro redujo la fuerza y el alcance territorial del Estado, quien, a través del vector transversal del PCUS y asimilados constituyó la URSS. El Cinturón Sanitario evitó la expansión de la praxis revolucionaria hacia Occidente, pero a continuación, la violencia sistemática del Estado contra los ciudadanos, ucrainos y rusos a la par, (por mencionar sólo dos casos de territorios formalmente existentes paro integrados en la URSS, que se encuentran en el núcleo de enfrentamiento actual) redujo a la nada la oposición política y social interna. La URSS fue maestra en propaganda y en la aplicación del terror sistemático: la primera la granjeó leales lacayos en Occidente, no sólo a través de los PPCC de obediencia a Moscú sino de amplias capas de una burguesía alucinada y reverencial (aunque temerosa). El segundo permitió el control político absoluto.

Stalin inició una revolución industrial acelerada con el cuádruple objetivo de anular los restos de oposición política, exportar productos agrarios para importar con las divisas obtenidas los muy necesarios bienes de equipo, modernizar el país y crear las bases de un ejército poderoso. Los costes fueron enormes, pero lo logró. Y entonces, tras la exitosa suscripción y aplicación del Pacto Germano-Soviético de 1939, sufrió el ataque frontal del III Reich (sus socios, no lo olvidemos) que casi termina con la URSS. No fue así. El Estado soviético se rehizo y en su contrataque entró – para quedarse - en los países occidentales que después fueron miembros del CAME y del Pacto de Varsovia, incluida la parte de Alemania que se vino en denominar RDA.

Este breve repaso de la historia de la URSS y de Rusia en el Siglo XX nos da una idea del expansionismo ruso, soviético y ruso, y es requerida para entender el alcance de la subsiguiente Guerra Fría. La única amenaza seria contra la URSS (con Rusia a su cabeza) provino del otro estado totalitario de la época y se resolvió con una expansión soviética que llegó mucho más allá de lo que los zares soñaron jamás, con excepción de la salida al Mar Negro y al Báltico, por evidentes razones geopolíticas que no es menester explicar.

La URSS comenzó a partir de su victoria en la II Guerra Mundial una larga pelea (ya mencionada: la llamada Guerra Fría) para derrotar a Occidente, vía Ejército Rojo, vía PPCC en el seno de las democracias occidentales europeas y vía estallidos de guerras locales en territorios alejados del centro, descartadas en el análisis los fuertes enfrentamientos en Grecia, Berlín, y Corea. Las guerras y golpes en Viet Nam, Cuba, Angola, Bolivia, Chile y muchos otros ejemplos atestiguan la intención estratégica de la URSS de dominar el mundo a través de las ideas socialistas. Bien sabido es el resultado final, básicamente merced a que los EEUU mantuvieron el pulso en todo el orbe, con matices y apoyos fuertes, así como con defecciones internas importantes en el interior del bloque soviético (Hungría 56, Checoslovaquia 82, la Yugoeslavia titista y la Rumanía de Ceausescu), más la deriva china desde el 56 también (apéndice coreano incluido).

Gorbachov falla en su intento de reconstruir las bases del sistema, recibe un golpe irreversible en Hungría y en la RDA, pierde el poder en un golpe de estado que triunfa pero no se asienta y la URSS desaparece bajo el puño dipsomaníaco de Yeltsin. Y ya estamos en 1991, agosto. El imperio del mal ha desaparecido, Rusia intenta la CEI, pero nada es posible salvo la alianza permanente con Bielorrusia y un Lukashenko que, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí.

Rusia implosiona (cae hacia dentro, se minimiza, reduce su riqueza mensurable, pierde población a ojos vistas) y empieza su transformación de la misma manera que lo hicieron los zares y Stalin en su día, sobre la base de los hidrocarburos, una vez eliminada su capacidad de generación de producción agraria tras el exterminio de los kulaks rusos y ucrainos en 1933 y 1934, ese crimen (Holodomor) del que se habla poco pero que dobló en número de víctimas al Holocausto. Desde 1991, nadie entró en Rusia a dirimir diferencias territoriales, nadie anexionó territorio alguno de Rusia, quien simplemente vio cómo los estados recién liberados del yugo soviético se integraban en la OTAN – si bien no todos lo hicieron, tales fueron las amenazas de Rusia y su aceptación occidental - y posteriormente en la UE y hasta alguno en la Unión Económica y Monetaria. Ninguna amenaza ha llegado a Rusia (Abjasia y Osetia del Sur no pueden ser mencionados en un resumen como éste), quien fue creciendo gracias a la demanda de sus materias primas, aunque no ha instrumentado sus reformas económicas y sociales, por no hablar de la concentración de poder y la fachada democrática de su estado dictatorial. Por eso está estancada, por eso el malestar interno crece. No ha recibido Rusia ni una mínima amenaza, ni una sola retorsión. Yugoeslavia, por mucho que sea nominalmente la tierra de los eslavos del Sur, fue una amalgama postimperial (me refiero al imperio austrohúngaro) definitivamente insostenible que se mantuvo con Tito pero que Jovanka no pudo conservar, integrada como estaba por segmentos inmiscibles. Cierto que Serbia ha sido duramente tratada, pero sus ataques violentos y genocidas para conservar la cuna que albergó el origen de su existencia no la ayudaron a mantener una posición de justeza o de equilibrio. Peor le ha ido a Bosnia Herzegovina: los muertos los han puesto ellos, sobre todo. Ni Croacia ni Eslovenia tenían palo que tocar y es cierto que Alemania potenció el conflicto con su reconocimiento de un estado menor, lo que desmembró definitivamente Yugoeslavia, pero eso no fue sino la demostración ex post de que ese estado era insostenible y, por supuesto, no era parte de Rusia.

La UE es un quiero y no puedo en materia política, por no utilizar la terminología de aquél poeta asesino de masas que se llamó Mao Tsé Tung, que la hubiera definido como un tigre de papel. En otros términos más populares, estropea en materia política interna y externa (internacional) todo lo que toca, cosa fácil de comprobar siendo mero testigo de sus iniciativas inicuas, caras y miopes en todo el mundo y más concretamente en Europa y en África. A estas alturas de la crisis en que se encuentra inmersa, no sé si se le pedirá cuentas o simplemente desaparecerá como tal, pero la UE ha devenido un desastre sin paliativos. Digo esto porque Ucraina ha creído que echarse en brazos de la UE suponía para ella algún tipo de seguro o garantía frente al estado ruso. Grave error, que ha dejado a Ucraina sola - salvo alguna ayuda económica y financiera de la Comisión de la UE, el mecanismo habitual para hacerse perdonar su cobardía. Y esta vez, queda claro que el primo de Zumosol norteamericano no va a venir a sacar las castañas del fuego como hizo bajo la presidencia Clinton en la crisis de los Balcanes, a inclinar balanza alguna. La suerte está echada.

Y termino con Crimea, sin entrar a analizar lo que acontece en los territorios del Este de Ucraina para no hacer demasiado largo este texto. El derecho internacional, las fronteras reconocidas y el equilibrio de la paz son absolutos (o convenciones, como prefieran) que no se pueden tocar sin crear un (eventualmente gran) conflicto. Aquí ha habido una anexión de una península por parte Rusia con excusas varias, que van desde el Golpe de Estado de Euromaidán (por entendernos), que es otro ejemplo de la idiocia de la llamada Política Exterior de la UE, hasta la evidencia de que Rusia no iba a permitir que su flota del Mar Negro en Sevastopol quedara en territorio ucraino (donde estaba) y secuestrada de facto tras su entrada en los territorios del Este de Ucraina y la subsiguiente previsible guerra. Si Jruschov se dedicó en su momento de gloria a mover poblaciones y adscribir territorios (Crimea, en concreto) de un lado a otro en el gran espacio de 22,5 millones de Km2 que controlaba directamente, eso sólo revelaba el respeto del comunismo a las personas y sus manejos territoriales que entendía menores en una URSS que el PCUS dominaba a su antojo. Putin ha actuado como lo que es, un producto de la KGB. Ha actuado con premeditación, coordinación y osadía, sabedor de que Ucraina nada puede sola y la UE… , bueno, de la UE ya he dicho bastante.

Rusia es un imperio irredento, un deseo incumplido, un querer hacerse con el control de quienes fueron sus estados títeres y aparentemente socios. El hígado ruso está ya muy maltratado, pero no por golpes de la OTAN (¿qué queda de la OTAN?, por favor) sino por sus propias costumbres en materia de bebida, las mismas que hacen que la esperanza de vida del varón ruso sean las más bajas de todo el bicontinente euroasiático. Rusia está descompuesta, tiene un problema gravísimo de demografía, no puede controlar sus fronteras ni a las poblaciones musulmanas de su interior, carece de los fundamentos de una economía moderna, mantiene muchas de las lacras soviéticas y a eso añade la desgracia de un binomio Putin/Medvedev, que se va a eternizar hasta 2036 según les permite la actual Constitución, que por lo demás Putin, de seguir con vida, cambiará en su momento. Y del alma rusa ya hablaremos otro día, si les parece.
  • José-Ramón Ferrandis es Licenciado en CC. Políticas, Técnico Comercial y Economista del Estado y Docente. Es miembro del Centro Diego de Covarrubias y fue Consejero Económico y Comercial en la embajada de España en Moscú.