Análisis y Opinión

Keynes vs. Hitchcock: Teoría del McGuffin

Vicente Vera Esteve

LA ATALAYA DE ELDA

Por Vicente Vera Esteve

Vicente Vera Esteve | Jueves 27 de noviembre de 2014
En esta ocasión celebramos el tributo que vamos a realizar a la figura de uno de los economistas más reconocidos en el ámbito de la historia económica contemporánea. A modo de oráculo de Delfos tratáremos de concitar la presencia de todos los Apóstoles (el circulo de colaboradores) y miembros del Circus en torno a la figura del maestro durante los prodigiosos años de Cambridge, días de vino y rosas en los que, de alguna manera se estaba gestando la obra cumbre del keynesismo, la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero (1936). Se preguntarán sin dudar , a que obedece tal rimbombante homenaje a un economista tan denigrado y jaleado durante los últimos años por las diferentes escuelas de lejanas procedencias, que lo había condenado al sueño eterno de las ideas y proscrito en numerosas universidades y programas de gobierno, más tarde arrepentidos de tamaña injusticia.


Es en estos momentos de alarma económica y social en Europa, cuando parecía que dábamos por terminada la gravedad de la Gran Recesión, resulta que Europa no es capaz de poner fin a esta larga y compleja crisis financiera y de valores, impidiendo frenar el declive industrial, ruina económica general y pérdida de competitividad ante la presión de los Estados Unidos y otras zonas emergentes. USA está creando empleo, la señora Yellen de la Reserva Federal ha dado por terminados los estímulos monetarios a la economía, dado que se han conseguido los objetivos de saneamiento y recuperación económica.Es en España donde más acusamos esa desesperación por la carencia de inversión empresarial, si a dicha situación le sumamos el desaguisado creado por el “efecto champán” de la corrupción y las ansias del burdo independentismo catalán, nos dan ganas de cantar aquello tan desgarrador de Santa Tersa de Jesús ( 1515-1582) : “ Vivo sin vivir en mí/ y de tal manera espero, que muero , porque no muero. En mí yo no vivo ya/y sin Dios vivir no puedo, pues sin él, y sin mi quedo, ¿este vivir qué será?

El señor Draghi y la señora Merkel no aciertan a tomar un camino recto y enérgico que saque a Europa de este penoso letargo, imitemos a los americanos de la Reserva Federal. Hace falta una lluvia de dinero, el famoso helicóptero, sobre todo para generar innovación, desarrollo tecnológico, creación de nuevas empresas, en España son necesarios entre dos y dos millones y medio de empleos, no podemos esperar toda una eternidad, la dinámica económica se puede desacelerar en poco tiempo, reactivar costará mucho más. Hace algunas semanas leí una noticia en prensa que me reconfortó, el titular decía “Retorno a Keynes por el enfriamiento alemán”. Me pareció sorprendente que hayan sido los alemanes los que se hayan percatado de una vez que el conjunto de Europa precisa de un giro en la política económica.

De repente he tenido un sueño, sí, algo parecido a lo que le sucedió a Martin Luther King, con aquella celebre frase en su discurso pronunciado el 18 de agosto de 1963 delante de del monumento a Abraham Lincoln en Washington DC. Ha sido un sueño ciertamente divertido, de repente puedo “ver” a dos de mis personalidades míticas celebrando un encuentro para la posteridad, Keynes y Hitchcock preparados para grabar un programa especial dedicado a la inestable coyuntura mundial. Imagínense, por un momento a ambos genios en su especialidad, la economía y el cine hablando relajadamente sobre el futuro económico de la humanidad, los tipos de interés, el paro incesante, etc. todo ello majestuosamente filmado por sir Alfred y su equipo de rodaje, con sus picados y contrapicados captando toda la gestualidad del maestro Keynes. Un elemento fundamental que se introduce sibilinamente en el plató es el famoso McGuffin, utilizado por Hitch en la mayoría de su cinematografía. Antes de continuar, Keynes le solicita que le explique qué es eso del mcguffin. Y Alfred le contesta muy jovialmente, es algo inmaterial, un juego, una abstracción que he utilizado siempre en mis películas para aumentar la tensión, el miedo entre los espectadores que se encontraban en la oscura sala del cine, de alguna manera les manipulaba interesadamente para que se concentraran en la trama. Algo parecido a tus teorías sobre la ocupación, el tipo de interés o los ciclos. Es posible que tu también hayas recurrido a este juego psicológico con el fin de que tus colegas se mantuvieran muy atentos en la exposición de tus ideas.

Le responde el economista que él pensaba en cómo resolver los problemas económicos que se le planteaban a las naciones cada vez que se producía un cambio de ciclo. Aunque reflexionando acerca de dicha abstracción si que haya podido también introducir algún que otro mcguffin, quizá podríamos considerar los animal spirits como tal, un cajón de sastre en el que pretendía incluir las sensaciones, actitudes psicológicas, etc. necesario para conocer la predisposición de los empresarios para decidir invertir. Sugiero- le dijo el maestro del suspense - que se levante, y en actitud profesoral se dirija a la pizarra y nos explique, mediante gráficos y alguna formula cómo ve el panorama a medio y largo plazo. Obedeció y razonando dijo que “la prosperidad económica depende excesivamente del ambiente político y social que agrada al tipo medio del hombre de negocios”, recordando lo que había dejado escrito en su Teoría General.

Una reflexión importante, estimado Alfred, es el estado de confianza y su relación con los problemas económicos, un matiz que han descuidado los economistas. Respecto a las críticas que estoy recibiendo por el descenso otra vez del PIB en Japón en el tercer trimestre, continuando en recesión, he de manifestar que “por mi parte, soy ahora un poco escéptico respecto al éxito de una política puramente monetaria dirigida a influir sobre la tasa de interés.”. Después de más de diez años en deflación no pretenderán que mi medicina sea efectiva de inmediato, manifestó enérgicamente Mr. Keynes.Me desperté sobresaltado por la tensión propiciada por la acumulación de mcguffins en mis ondas sensoriales, padeciendo una descontrolada tensión keynesiana que me impidió reconciliar mi descanso. Pues eso, que “Toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son” que diría Calderón de la Barca.