GRECIA, PRÉSTAMOS Y FIADORES
Por Lorenzo Soriano
Lorenzo Soriano | Domingo 01 de febrero de 2015
La negación sistemática de aceptar lo evidente es ya de por si un fracaso, antes incluso de poner a prueba sus argumentos cerriles. Estamos en la situación de negar todo. Los que actualmente gobiernan, se niegan a cambiar nada que les pueda alejar de sus privilegios ni de sus actuaciones para conservar el poder. Los que quieren arribar y derribar para situarse el su lugar, se niegan a reflexionar sobre lo posible y lo imposible. Solo construyen fantasiosos castillos sobre lodos movedizos, sin ninguna posibilidad de hacer cumplir sus promesas ni hacer realidad propuesta alguna, al menos sin, sufrimiento, violencia ni terror. Los primeros se atrincheran, los segundos radicalizan sus intenciones y los que tienen aun la posibilidad de elegirlos se debaten por elegir entre lo malo y lo peor de cada opción. Eso sí, con la sensación y hasta la certeza de que, elijan lo que elijan, saldrán perdiendo todos.
Cuando los que manejan el poder y los resortes del Estado se numantinizan en sus rancias propuestas asegurando que “volveremos donde estábamos y devolveremos lo perdido”. Y que “las reformas de la administraciones están hechas” o que “ya hemos dejado atrás la crisis y la recesión”. Pretendiendo que son “la única proposición seria y coherente” y repitiendo que si no son ellos será el desastre. Por lo que habrá que “aguantarles” sus rapiñas, corrupciones, manejos, nepotismos y clanismos, porque lo que venga será peor. Cuando ocurre esto, el resultado se vislumbra sombrío y la historia nos enseña lo que suele ocurrir, a veces muy dramáticamente con trágicos resultados.
Cuando los que aspiran a desbancarlos para ponerse ellos en su lugar, prometiendo el “mana” del cielo, más dinero, mas salario, mas privilegios, mas Estado, mas gasto púbico, mas subvenciones y mas demagogia imposible con supresión de todos los recortes y todas las deudas. Y que ellos conseguirán la forma de pagar todo eso sin problemas, cogiéndolo, quitándolo o pidiéndolo sin especificar bien quien será el financiero. Cuando esto ocurre, ya el fracaso está servido. La salida, cualquiera que sea es desastrosa, laminadora, e imposible de controlar.
Los griegos quieren continuar un sistema inviable, con privilegios que no pueden pagarse sin la ayuda de Europa. Están convencidos de que es la “austeridad” y no el derroche lo que les ha llevado al desastre, y que ellos, si se endeudaron, era porque tenían derecho a vivir como europeos, con sus privilegios enteros, pero sin hacer mención a sus obligaciones.
En España los partidos tradicionales quieren imponer su sistema envuelto en su modelo y no renunciar a el advirtiéndonos que son lo único que tenemos con cierta solidez. Así pues, no podemos confiar en ellos para cambio alguno que nos beneficie. Los partidos emergentes ofrecen cambios radicales unos y moderados otros. Dentro de la legalidad unos, otros traspasando leyes vigentes. Con ciertas viabilidades unos y con demagogias imposibles otros. Si a esto sumamos que al electorado español es propenso a la demagogia, le gusta que le mientan incluso si las mentiras son ofensivas si les dan ilusión, esperanza y sueños, el desastre lo tenemos servido.
Sin embargo, desde mi punto de vista creo que votando legitimamos el juego de la negación, y si no votamos parece que no tomamos parte en nuestro futuro. Pero lo que tenemos ya lo conocemos, y no se marcharan ni cambiaran su modelo voluntariamente. Los que prometen imposibles, al menos les han plantado cara y tienen la posibilidad de derribar el sistema, y una vez derribado, tenemos la posibilidad de canalizarlo. Solo la posibilidad, ya que otra es que hayamos despertado a una bestia que no podamos domeñar. Ahora a Reflexionar.