"Este sistema de energía solar para atrapar mosquitos ha permitido una reducción de 70 por ciento en la población del mosquito anopheles, la principal especie transmisora de la malaria en el área", señaló hoy el investigador de SolarMal, Daniel Masiga.
Masiga comentó en un comunicado emitido en Nairobi que las casas que utilizan la tecnología han registrado índices de contagio de malaria 30 por ciento menores que de los hogares que no lo usan.
El control de la malaria en África depende en gran medida del uso de redes tratadas con insecticidas de larga duración, y el tratamiento de la enfermedad utiliza medicinas aprobadas.
Sin embargo, los vectores se han vuelto cada vez más resistentes a los insecticidas, y también se adaptan para alimentarse en el exterior, lo cual reduce la efectividad de las redes.
El objetivo de SolarMal es reducir el número de mosquitos a un nivel en el que la transmisión de la malaria sea insignificante.
"Finalmente, queremos contribuir a la erradicación total de la malaria de una manera sostenible y amistosa con el medio ambiente", indicó el profesor Willem Takken de la Universidad Wageningen, de Holanda, socia del Icipe en el proyecto.
Debido a que el sistema de trampa depende de la energía solar, se ha convertido en una fuente de energía ecológica para la comunidad de la isla Rusinga. Eso condujo a la reducción de los impactos negativos del uso de queroseno, entre ellos las infecciones en el tracto respiratorio superior, y los accidentes relacionados con el queroseno.