"Como he dicho, soy independentista, pero no a cualquier precio ni de cualquier manera, y menos haciendo trampas que, al final, sólo conseguirán que no tengamos nada, que la independencia se aleje durante muchos años y que hagamos un ridículo antológico" , añade el autor, titular desde 1997 de la Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona y, desde 1999, director de la Escuela de Cultura de Paz.
Fisas se muestra también crítico con los líderes del proceso, puntualizando que "si se produce este escenario adverso" -en referencia al alejamiento de la independencia durante mucho tiempo- "habrá responsables que pasarán a la historia como los que aplazaron indefinidamente una realidad deseada por mucha gente, por falta de visión de la temporalidad de las cosas, por querer correr más de la cuenta y por renunciar a ganarse la mayoría de la población catalana, haciendo un proyecto que sea realmente compartido y, en este sentido, irreversible".
En el artículo también hay lugar para los cálculos. Según Fisas, si se lleva adelante el referéndum en las condiciones que ha apuntado el presidente Carles Puigdemont, "votarán a favor probablemente unos dos millones de personas, en un país donde pueden votar 5,5 millones, y seguramente se querrá declarar la independencia en minoría". A su juicio, este paradigma supondría "una estrellada contra la pared inmensa y una burla hacia los que estamos dispuestos a esperar un poco más hasta alcanzar una mayoría estable y suficiente a favor de la independencia". "Lo que quiero significar, sin embargo, es que sin una mayoría muy amplia de la población detrás no creo que tengamos nunca un reconocimiento internacional, un aspecto que nos traerá enormes problemas", concreta.
"Los que estén dispuestos a declarar la independencia sin tener una mayoría de la población catalana detrás, que lo digan sin rodeos. Los ‘independentistas pacientes’ como yo ya les pediremos responsabilidades cuando llegue el momento en que, delante de todo el mundo, hacemos el ridículo más estrepitoso", dice Fisas, quien también explica que su pensamiento no es excepcional, sino compartido con “mucha gente independentista que está profundamente decepcionada por la forma en que se están haciendo las cosas hasta ahora y que querrían que todo fuera más transparente y pausado”.
"Una cosa es reclamar y exigir el derecho a decidir y a ser consultados, una cuestión en la que la mayor parte de la gente catalana estamos de acuerdo, y otra cosa es utilizar este derecho en el mal momento y de cualquier manera, haciendo trampas y hipotecando un futuro más prometedor. Creo que la diferencia es clara", concluye.