La monarquía fue desmantelada a cambio de un régimen de terror en donde la guillotina funcionó para unos y para los mismos que la crearon y propiciaron. Esa revolución no sólo reinstala la monarquía por la cual se había producido, sino que en el proceso consigue establecer una más alta categoría. Se instala el Emperador del Imperio. Napoleón, el héroe, Napoleón y su mausoleo es sinónimo de la grandeza de Francia y esa grandeza no es más que la sonrisa de Francia y de su conquista europea.
En la actualidad, los inventores del espectro político de izquierda y derecha parecen estar aún debatiendo quien o quienes se sientan a la derecha o la izquierda del monarca. El problema es que no hay monarca.
Y llega Emanuel Macron que no es de derecha ni de izquierda con su nuevo partido ¡En Marcha! Dicen que es el centro. Los partidos “tradicionales” han quedado hechos añicos.
¿El puesto del Monarca?
En las recientes elecciones parlamentarias la República en Marcha obtiene 350 de los 577 escaños lo que le permite plenos poderes en los cinco años de su presidencia. A pesar de que fue precisamente un francés el creador del principio de la división de poderes.
“Defenderé Francia, sus intereses vitales, su imagen. Defenderé Europa: es nuestra civilización lo que está en juego, nuestra manera de ser libres. Me esforzaré para rehacer los vínculos entre Europa y sus ciudadanos. Envió a las naciones del mundo un saludo de la Francia fraternal”.
“Moralizar la vida pública, defender la vitalidad de nuestra democracia, fortalecer nuestra economía, construir nuevas protecciones ante el mundo que nos rodea, conseguir un lugar para cada quien para reconstruir nuestra Europa y garantizar la seguridad de todos los franceses”
Parecería que Macron no es admirador de Montesquieu y su Espíritu de las Leyes.