"Ahora el transporte es más eficiente", asegura Xiao, quien voló a Manzhouli desde Beijing y luego recorrió la ciudad en el coche de un amigo. "Eso es muy importante, ya que Manzhouli está en las profundidades de Mongolia Interior".
Ahora la ciudad cuenta con 20 líneas aéreas domésticas y ocho internacionales, así como líneas ferroviarias y servicio de autobuses de larga distancia, que la conectan con decenas de urbes importantes chinas y extranjeras, como Hohhot, la capital regional, Beijing y Ulan Bator, capital de Mongolia.
En frente del histórico Hotel Manzhouli, tres turistas rusos de edad mediana gritan y cantan al ritmo de un espectáculo presentado en el balcón del hotel. "Estamos muy contentos de estar aquí", dice uno de ellos.
A finales de 2016, Manzhouli fue designada por la Administración Nacional de Turismo de China como una zona de demostración del "Turismo todos para uno", un término mencionado en el Informe sobre la Labor del Gobierno de este año, y que define una estrategia oficial que busca satisfacer la creciente demanda por productos y servicios turísticos y a la vez facilitar la transformación económica.
"El turismo ya representa el 15,6 por ciento de la economía de la ciudad", precisa Gao Wenhe, vicealcalde de Manzhouli. "Vamos a combinar todos nuestros recursos turísticos e integraremos el turismo al plan general de desarrollo de la ciudad", anuncia.
Para los turistas chinos, una de las principales atracciones de Manzhouli es la "Puerta Nacional", situada en la frontera con Rusia. La construcción, de color blanco y con una altura superior a los 40 metros, ofrece a los visitantes un amplio panorama del territorio ruso.
Un turista de 35 años, de apellido Wang, describe el edificio como "solemne y majestuoso". Viajando con su hija de siete años, Wang confiesa que uno de los principales objetivos de la visita a Manzhouli era ver la puerta.
Junto a ella está una "zona especial de comercio mutuo", donde se venden productos rusos libres de impuestos a turistas chinos y habitantes locales. Los turistas rusos también pueden comprar allí productos chinos exentos del pago de impuestos.
Yu Jing, gerente de la zona, asegura que en temporada alta, alrededor de 1.000 compradores chinos van a ella en busca de alimentos y artículos de uso diario. La mayoría de las tiendas son propiedad de sociedades establecidas por hombres de negocios de los dos países.
"Las aduanas chinas han facilitando los procesos de declaración y autorización", sostiene Yu. "Gracias a la Iniciativa de la Franja y Ruta, nuestro trabajo es ahora más fácil de hacer, y más eficiente".
Uns profesora de 24 años, de apellido Zhou, recurrió a una compañía de correo expreso para enviar a su casa los artículos que compró. Las compras la dejaron muy satisfecha, no así el alojamiento. "Fue lo único que no me gustó del viaje. Las instalaciones del hotel deberían ser mejoradas", advierte.