El ganar una votación, el obtener mejor resultado político que tus rivales, no te da derecho a laminarlos, a imponer tu criterio en todo tipo de cuestiones sociales y morales. La izquierda maneja perfectamente el lenguaje demagógico según los intereses del momento. Si ganan, porque solo legislan para aquellos que les votaron, que les son afines, persiguiendo y eliminando al adversario, pero si pierden, también trataran de imponernos su ideología de una u otra manera. Aquí es donde nos vende el respeto a “sus minorías” y la imposición de sus criterios al resto. Leyes de ideología de géneros, leyes de colectivos LGTBI, leyes de memoria histórica, se nos imponen, aunque la victoria electoral haya correspondido al adversario político, que las asume como propias.
Definitivamente, democracia y libertad siguen caminos paralelos, pero no unidos. La democracia no lleva intrínsecamente en si, por el hecho de serlo, la libertad. Asistimos de forma irremisible hacia la dictadura de lo políticamente correcto. Somos testigos mudos de la eliminación sistemática de nuestras libertades individuales. Se nos maneja y se nos hace ver como comportamientos y hechos normales, aquellos que no lo son. Nos creemos libres porque nos llevan a votar cada cierto tiempo opciones políticas ya seleccionadas y nos imponen la verdad y la historia por decreto.
Nada de esto tiene que ver con la libertad, ni si quiera con la democracia. Si a unas mentes enfermas y calenturientas opinan que unas azafatas en acontecimientos o eventos deportivos son sexistas, directamente se las elimina, se la prohíbe, sin importar la opinión de las afectadas. Si un evento taurino no es del agrado de unos individuos ignorantes que desconocen en qué consiste la fiesta nacional, también se prohíbe. Si los guardianes de la superioridad moral entienden como debió ser la historia para ajustarla a sus intereses actuales, simplemente la borran, la tergiversan y la cambian, encarcelando a todo aquel que discrepe. Se nos hace votar lo que ellos desean que votemos. Otras cuestiones no son sometidas a nuestra elección. Simplemente se nos impone, y otras muchas, no se deberían votar, pues hay cosas que no admiten discusión. Que todas las mañanas amanece, que todas las noches anochece, que Dios existe y que este país está lleno de mierdas, cobardes, pusilánimes y mediocres, y que aunque sean mayoría, eso no les quita su condición de mierdas, cobardes, pusilánimes y mediocres.