Que cada uno entienda lo que desee entender con estas palabras. No estoy yo aquí para entrar al trapo con indigentes intelectuales, ni con soplagaitas que se la cogen con papel de fumar, ni tampoco estoy dispuesto a dar explicaciones a imbéciles que no las merecen. Cataluña es España, y España no se entendería sin Cataluña. Esta obviedad, también está muy por encima de gobiernos pasajeros y caprichosos, muy por encima del momento actual que a cada uno le haya tocado vivir.
La mentira y la falsedad histórica son coyunturales. La verdad prevalece y se impone. El origen del error respecto a los separatismos que se dan en España, debemos buscarlos en la tibieza y falta de contundencia a la hora de combatirlos. En la permisividad para con todos aquellos, que aprovechaban su superioridad intelectual, para influir en los más débiles y flojos de espíritu, en aquellos a los que se manejaba y se engañaba buscando una finalidad muy concreta. Lo de menos era la creencia en un país imaginario que nunca existió, o creerte miembro de una raza superior que no lo era, o un hecho diferencial que no era tal, lo verdaderamente importante es el manejo que las elites del momento y el rédito político que se sacaba engañando a la gente y haciéndoles creer en algo que nunca fue, que nunca sucedió.
La motivación económica de estas elites y la falta de formación de aquellos a los que se maneja, son el origen de que algunos sigan creyendo en la existencia de un mundo imaginario que solo busca el enfrentamiento entre hermanos. Un modelo educativo erróneo, que llama a la confusión y que se utiliza como generador de insolventes intelectuales, por mucho título universitario del que se presuma, es el origen de un conflicto al que nadie, por diferentes motivaciones, desea poner fin.
Los que combatimos al independentismo, luchamos por nuestro país y tenemos poco que perder. No estamos dispuestos a abandonar, o vencemos o vencemos. Eso nos hace más fuertes, nos hace mas inasequibles al desaliento, sobre todo cuando ves que la elite que maneja a las masas de independentistas, corren, huyen, abandonan el barco como ratas. Se ponen a salvo, dejando aquí a una chusma vociferante e inculta que tiene como modelo a ruines y cobardes. Eso les debilita. No son ejemplo de nada. Esta guerra estará ganada, siempre y cuando no renunciemos a dar la batalla. No debemos dejarnos asustar por una masa cobarde que una vez que se la individualiza e identifica no está dispuesta a ir más allá de la gamberrada que le permite la ocultación de su persona.