“El vino es casi vocacional, es pasión, es muy difícil explicar el porqué uno se dedica al mundo del vino, supongo que te atrapa y ya, sin más, todo tu mundo se convierte en eso, pura pasión por el vino. Porque es historia, cultura, una manera de viajar a través de aromas y sabores, conocer tradiciones, personas” comenta Alfredo Bassal, uno de los responsables del proyecto.
El objetivo en realidad es acercar la cultura de esos elaboradores que trabajan con técnicas agrícolas sostenibles, con su amor a la tierra y a una ancestral profesión ligada al trabajo del campo y que se refleja en un vino con alma, con ese toque que va mucho más allá de la simple técnica. “Acompañar a quien bebe un vino en el descubrimiento de la uva, del paisaje, del clima, de la naturaleza y de los procesos que acompañan a esta bebida es un verdadero regalo” concluye.
Tanto en la tienda como en la barra, el objetivo es que el cliente disfrute con los vinos y que se lleve a casa un pedazo del alma del elaborador.