En España, Pedro Sánchez ha materializado un problema que se mueve entre las bambalinas del escenario mundial macro-económico-político, los combustibles fósiles contra las energías renovables. Si el petróleo sube por encima del imposible precio de 60 dólares, el mundo se hunde. ¿Recuerdan que subió por encima, por encima de los 60, de los 70, de los 80…? Y el mundo no se hundió, aunque se desató la fiebre ecologista de las energías alternativas. O el precio del petróleo se frenaba, o se buscaba una solución alternativa: Las “fuentes sostenibles”. El fuerte impacto en la industria automovilística de EEUU y, en su economía, en general, hizo que este país tratara con Arabia Saudí la contención y eventual bajada de los precios del petróleo, que volvió a los 60 dólares, más o menos, porque todos los días nos da algún susto.
Las fuentes sostenibles son idílicas. El problema de los molinos de viento es que, cuando se ponen todos en marcha, generan un pico en la red que la daña y, eventualmente, puede hacerla “estallar”. Los picos de tensión no son buenos para los cables. El problema de los saltos de agua es la sequía, “la pertinaz sequía”. Sólo podemos contar como fuente de energía controlable con la energía nuclear (francesa), el carbón (que no puede quemarse, en España únicamente tenemos “carbón blanco”) y, por supuesto, el gas natural, que contamina menos. La espita de la caldera es el único medio controlable de generar energía cuando no sopla el viento, hay sequía y debemos encender la calefacción o el aire acondicionado.
Entre el día en que el crudo alcanzó los 60 dólares y el idílico futuro sin emisiones de CO2, existe un tiempo intermedio, con mala solución. Dejar el petróleo y comenzar a consumir gas natural como medio de generar energía menos contaminante es casi un paso intermedio necesario.
Las reservas mundiales de petróleo NO crecen, lo que crecen son las reservas económicamente rentables y, cuanto más sube el precio del crudo, depósitos de petróleo sin valor comercial pasan a ser contabilizados como reservas explotables y, sobre todo, aumenta la rentabilidad de los viejos pozos de finales de los años cuarenta. En este escenario entra en juego Qatar, que tiene petróleo, pero poco, y mucho gas.
Son dos los países que pueden tener mayor impacto comercial en el mercado del gas, con todo lo que puede repercutir en el precio y mercado del petróleo: Irán y Qatar. Separados por el Mar Rojo, son países vecinos y co-vendedores en el mercado del gas. Además, Irán y Qatar pueden ser la competencia, y dura competencia, al negocio del resto de sus vecinos, el petróleo, principalmente el de Arabia Saudí. Si a esto le agregamos las posiciones político-religiosas de Irán, a las que Qatar, como buen vecino, tiene fuertes vínculos, y sumamos alguna acusación de colaboración con el terrorismo y blanqueo capitales procedente de actividades ilícitas, tenemos un cóctel que, cuando se agita, genera una “guerra suave” entre Qatar y muchos países árabes (y la OPEP).
El 05-06-2017, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto acusaron formalmente a Qatar de apoyar a grupos terroristas, motivo por el cual sometían a un bloqueo absoluto a este pequeño país, salvo que aceptase aplicar una lista de 13 exigencias, entre las cuales estaba el alejamiento de Irán y el cierre de “Al Jazeera”. Posteriormente, se sumaron a dicho bloqueo otros países. Según las previsiones, Qatar sólo podría sobrevivir un par de meses con las reservas de comida y otros productos básicos de que disponía, pues importaba todo por la frontera terrestre de Arabia Saudí.
Qatar es la llave de la producción de gas (las importaciones de gas iraní son siempre a evitar). Con mayor producción de gas, el precio del petróleo no puede subir libremente. A EEUU le interesa un petróleo barato y, pese a sus “asperezas” con Irán, decidió ayudar a su vecino Qatar. Antes de un mes, más de 10.000 cabezas de ganado estadounidenses fueron trasladadas vía aérea a Qatar. Hoy, en día, la vaca comienza a ser un símbolo nacional y, en poco tiempo, habrá excedentes de productos lácteos en un país donde las únicas vacas que había estaban en los zoológicos.
Otro problema, derivado del bloqueo, era la pérdida de su participación en el futuro mundial de fútbol de 2022, al no tener materiales de construcción para levantar las instalaciones necesarias, porque todos llegaban por la frontera con Arabia Saudí. Qatar, en menos de 6 meses, ha construido uno de los mayores puertos de la zona, el Puerto de Hamad, solventando todos sus problemas de suministro y, sí se levantaran los embargos, situando un importante puerto competidor en la zona.
Mientras que la OPEP se reúne para intentar acordar un nuevo precio del crudo, como desarrollo lógico de su conflicto con Arabia Saudí, Qatar se retira de la OPEP, abandonando sus compromisos con esta organización y declarando que pretende subir la producción de crudo de 77 millones de toneladas a 110, un incremento del 50%.
La OPEP puede reducir su producción para mantener el precio del barril o, si mantiene la producción, ver reducidos los precios.
En los próximos años, si se plantea seriamente la eliminación del petróleo, que siempre será parcial, los países árabes verán agotada su principal fuente de ingresos. En los próximos años, la OPEP puede acordar su disolución o, para evitar el cambio de combustible, contratacar con una paulatina reducción de los precios para hacer menos rentable el cambio de petróleo por otras fuentes de energía.
¿Qué pasaría si la OPEP acordara fijar el precio del barril en 30 dólares? El “fracking” dejaría de ser rentable, el autoabastecimiento de petróleo en EEUU desaparecería, la sustitución del petróleo por fuentes renovables podría dejar de ser una necesidad económica y medioambiental para ser solamente una necesidad medioambiental… y una enorme disminución de ingresos de los países árabes, la quiebra de Irán, tensiones en EEUU, sobreproducción en China, etc. Pero tal vez mucho mejor para la OPEP que la desaparición del oro negro . . .
También es posible que los países árabes inviertan sus enormes recursos en otras fuentes productivas con el fin de conseguir fuentes de ingresos alternativas de ingresos y que, por fin, tengamos un mundo menos contaminado.
Mas probable es que, conforme aumente el cambio de energía fósil por energía sostenible, vaya bajando el precio del petróleo, convirtiendo el cambio en económicamente menos atractivo y ralentizándolo. Puede que al final, las dos rectas (consumo de energía fósil y energía sostenible) no se corten, sino que tiendan a juntarse en un punto finito, mas o menos, dentro de cien años o doscientos años, que para los mortales, es el infinito.