Las redes sociales son un fenómeno en auge en la actualidad y están lejos de haber tocado su techo de popularidad. Si bien es cierto que sus comienzos se remontan al siglo pasado, su éxito masivo tiene una vida más bien corta hasta ahora, aunque se le adivina un largo recorrido. El comienzo de las redes sociales como fenómeno global se sitúa en torno a 2004 con el surgimiento de Facebook y Myspace. De hecho Facebook se ha consolidado como la red social más potente de la actualidad con más de 2.200 millones de usuarios, seguido por Youtube (1.900 millones) y Whatsapp (1.500). Se estima que el 45% de la población mundial usa redes sociales y el porcentaje sigue en aumento, ya que los países punteros en número de usuarios (China e India) siguen incorporando usuarios a pasos agigantados.
Instagram es la red social que más crece, sobre todo entre los jóvenes, y a la que se le augura una mayor progresión en un futuro cercano. Mientras que Twitter y Linkedin se asientan como opciones predilectas para finalidades más concretas y específicas.
Con este auge galopante no cabe duda de que las redes han pasado a ocupar un puesto de privilegio en el centro del día a día de nuestra sociedad tanto en el ámbito privado como en el profesional.
Y es que los tiempos han cambiado. Millones de personas que hace décadas buscaban socializar en la barra de un bar o en un parque, prefieren hoy hacerlo a través de las pantallas de nuestros dispositivos tecnológicos. Pero incluso las empresas, conscientes del potencial de difusión de las redes sociales, hacen cada vez más uso de las mismas para poder llevar su mensaje lo más lejos posible. De hecho Instagram ha sacado recientemente la posibilidad de abrir un perfil para empresas. La facilidad de su uso, el sentimiento de pertenencia a una comunidad, la efectividad de la información visual y el éxito del consumo online se constituyen como los pilares fundamentales que han convencido a las multinacionales de que es un territorio que merece la pena explotar.
Como individuos, debemos tener siempre en cuenta que muchas veces nuestras fotos en las redes sociales son nuestra carta de presentación. Dependiendo de la red social y del contexto podemos proyectar una imagen diferente. Instagram tiene un perfil de usuarios más joven, por lo que podemos intentar acentuar nuestro carácter dinámico y desenfadado. Linkedin por ejemplo, requiere una imagen profesional y sofisticada. El uso de los complementos es ideal para enviar esta información de manera sutil. Esta gama de relojes por ejemplo refleja los aspectos anteriormente citados con discreción. Gorros, joyas, gafas... las posibilidades son múltiples y todo depende de los queramos utilizar y del contexto en el que nos manifestemos, pero hoy en día cuidar nuestra imagen en las redes sociales y formarla de acuerdo con nuestros propósitos y objetivos, es absolutamente fundamental.
Sea cual sea tu objetivo, recuerda que la información visual provoca un impacto en el concepto que la gente tiene de ti. Aprovéchalo en tu favor y exprime al máximo las herramientas que tienes a tu alcance.