Y es que, no resulta extraño que aquellos que van por la vida tan rápido que prácticamente no pisan ni el suelo, no se hayan parado a pensar nunca en qué es lo que hace que un elemento metálico a la intemperie o en contacto permanente con un medio corrosivo, caso por ejemplo de un barco que está a flote en el mar, no resulte dañado.
“El lacado de elementos metálicos ha evolucionado mucho con los años, a los conocidos y clásicos recubrimientos anticorrosivos se han venido a sumar una enorme variedad de acabados especiales que aportan características tan dispares como la fotoluminiscencia o la retroreflectancia” comentan desde Lacados Digoin.
Pero si existe un acabado especial que en la actualidad ha adquirido una importancia superlativa en lo que a mobiliario urbano se refiere ese es el antigrafiti. Y es que este acabado está especialmente diseñado para proteger los elementos recubiertos de actos vandálicos realizados con aerosoles, permitiendo su limpieza con disolventes habituales sin que se degrade el recubrimiento.
Constantemente los medios se hacen eco de los enormes perjuicios que los grafiteros causan en los vagones de metro de distintas ciudades y el elevado coste que supone reparar los daños causados. Parece que, saber que están infringiendo la ley no es motivo suficiente para persuadirlos de su empeño, pero puede que saber que sus obras tienen las horas contadas sí les haga cejar en su empeño. Quizás, este acabado, sea la mejor arma contra los grafiteros.