Tu voto, hermano y hermana, es muy valioso, porque vale más que el voto de un ciudadano de Madrid o Barcelona. Para conseguir un diputado (o diputada) en nuestra provincia se necesitan muchos menos votos que en las grandes aglomeraciones de votantes.
Pero, por otro lado, tu voto puede que no sirva para nada. Puesto que los partidos menos votados (con menos de 43.500 votos) no tienen opción a conseguir un escaño. En aquellos tiempos del bipartidismo, la cosa se distribuía en 3 a 2. Tres para el partido que solía ganar las elecciones y dos para el que los perdía. Ahora casi sale a un diputado por partido. Somos un ejemplo de cómo está el panorama nacional.
A efectos estadísticos, podríamos decir que estamos en una provincia que “tant mesinfot”. En los nuevos tiempos que corren repartimos los huevos en todas las cestas… y tan contentos. Nadie gana. Todos perdemos. Pocos y valiosos votantes y que distribuyen sus votos de una forma excesivamente equitativa y perjudicial para los intereses provinciales.
Pero al fin y al cabo cada uno puede hacer con su voto lo que le venga en gana. Que para eso estamos en una democracia.