Parecería que en las democracias de la actualidad las mujeres heredan el poder, algunas por herencia paterna y otras por herencia de matrimonio o de viudez.
En Iberoamérica, Argentina se lleva las palmas. Primero fue Evita la de Perón, que aunque no alcanzó la presidencia es aún el símbolo femenino del poder, luego Isabelita, también la de Perón que logró lo que no pudo Evita. En tiempos de la actualidad llegó Cristina. Su marido Néstor Kirchner, el presidente saliente, le hace entrega del bastón presidencial a la que llamaron “la reina”. Se instaura la Dinastía K
En Perú la esposa de Alberto Fujimori, Susana Higuichi, sin el apellido del marido y con el marido en el poder, funda un partido en oposición a la reelección de Fujimori y no logra la cantidad de firmas necesarias para legitimarlo. Se quedó sin partido y sin marido. La hija de ambos, Keiko Fujimori, sería candidata a la presidencia en el 2016 perdiendo en una segunda vuelta por un escaso margen. ¡La esposa y también a la hija!
En Nicaragua Pedro Joaquín Chamorro, político y director del diario La Prensa, es asesinado y su viuda, Violeta Chamorro se convierte en la presidente de Nicaragua en 1990.
En Filipinas, Corazón Aquino, viuda del político opositor Benigno Simeón Aquino asume el protagonismo del esposo asesinado y gobierna Filipinas de 1986 a 1992.
En Francia Marianne Le Pen, tomando el relevo partidario de su padre Jean-Marie Le Pen, es elegida presidente del partido Frente Nacional.
En Estados Unidos Hilary Clinton es nueva vez candidata a la presidencia. Antes fue Hilary Rodhan Clinton. En la primera candidatura de su esposo, el humor político comenzó a llamar a Bill como “Billhillary”.
Parecería que luego del discurso de Bill Clinton en la Convención del Partido Demócrata en apoyo a su esposa como candidata presidencial, siempre ha sido Hillarybill.
Por supuesto, faltó Mónica.