Ser emprendedor o empresario (aunque no sea lo mismo), es en nuestro país un deporte de alto riesgo. Si sale mal tendrás que oír centenares de veces “ te lo dije” de personas que nunca han arriesgado nada en su vida. Tendrás que rodearte tarde o temprano de un equipo, si quieres crecer, y tendrás que delegar, confiando en tu equipo. Pero al igual que en el puenting, donde debes confiar en que los que te preparan para el salto han hecho todas las verificaciones de seguridad, si alguien comete una negligencia, un error en la seguridad, el que se dará la torta en el salto serás tú. No el que se olvidó de asegurar el arnés debidamente. Winston Churchill decía que muchos miran al empresario como un lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar, pocos lo miran como el caballo que tira del carro.
El joven empresario o el joven emprendedor, no reciben ayuda, olvidándonos que son los mayores generadores de empleo. No puedo menor que fruncir el ceño cuando un político, que nunca ha sido empresario ni dirigido empresa alguna, sale en televisión diciendo “hemos creado este año 500.000 empleos”., cuando ni el, ni su partido, ni su gobierno han creado nada. A lo sumo, algunos puestos más de funcionarios, algo fácil de hacer cuando quien les paga no son ellos, sino todos los españoles a través de sus impuestos. Porque el grueso de los puestos de trabajo, los han creado mayoritariamente jóvenes empresarios y pequeñas y medianas empresas, a menudo sin demasiada ayuda ni del estado ni de los bancos.
Estos días hemos visto al algún político llenarse la boca con las líneas millonarias de créditos del ICO a empresas con problemas, supuestamente gracias al aval del estado. Es fácil salir en televisión y decir que vas a dar un primer tramo 27.000 millones, y otros tramos posteriormente. Si ya ha salido en la televisión, se convierte en una realidad para muchos. Supuestamente, créditos destinados justamente a cubrir los agujeros generados por la crisis. Es decir, con una filosofía justamente contraria a la que determinaría que un banco te concediese un préstamo. Recuerdo que cuando tenía 18 años, pedí un microcrédito a una famosa CAIXA en Cataluña, para un negocio que quería emprender. Me había molestado durante mes de contar con el aval de Barcelona activa que había estado tutelando mi proyecto desde el principio, y que lo había avalado como un proyecto valido. El director, con una sonrisa en la boca y no sin algo de sorna me dijo: “no te podemos dar el crédito. Los bancos dejamos dinero a las empresas que ganan dinero para que sigan ganando dinero”. Pero con la crisis de la XCOVID-19, por primera vez parecía que los bancos iban a dar dinero a empresas con dificultades, justamente para que no desapareciesen, y fuese peor el remedio que la enfermedad. Pero en los dos últimos meses he hablado con decenas de jóvenes empresarios (y no tan jóvenes), que cuando han acudido a pedir un préstamo del ICO, les ha sido denegado por la entidad financiera. Para quien no lo sepa, el ICO no concede los prestamos directamente, sino que lo hace a través de las entidades financieras, esas que, durante toda la vida de tu empresa, solo te dejan el paraguas cuando no llueve. Y no hablamos de créditos millonarios, sino de créditos de 50.000 euros, que en el fondo tampoco son una panacea para ninguna empresa, y solo sirven para tapar algún que otro agujero. El ICO, (no dudo que movido por buenas intenciones), carece de oficinas, delegando la gestión en la banca tradicional. “Tradicional” es justamente la palabra que define que aparentemente algo cambia, para en el fondo todo siga igual.
No me extraña que las Fintech les estén comiendo el terreno. Einstein definía la estupidez humana como esperar diferente resultado haciendo siempre lo mismo. Y creer que con la banca, que sigue actuando de la misma manera que siempre, vamos a conseguir un resultado diferente, es tanto como darle la razón a Einstein. Algunas entidades han utilizado estos avales, para renovar pólizas de crédito que ya tenían sus clientes y adeudados empresarios, pero esta vez avalados por el Estado, con lo que el banco ha mejorado sus balances. De este modo el dinero no ha corrido como tenía que correr, sino que simplemente ha sustituido a un asiento contable ya preexistente de dudosa solvencia, por otro de solvencia contrastada gracias al aval del estado. He visto casos de empresas con beneficios de 150.000 euros anuales, a las que les han denegado un préstamo de 60.000 euros. Y esa no creo que fuese la filosofía de las líneas del ICO. Necesitamos de una vez por todas que se entienda que las empresas son el tejido que permite que la economía funcione. Que los empresarios, no son una vaca que ordeñar, o el lobo a abatir. Que se imparta formación financiera en las escuelas, para que todo el mundo tenga cultura financiera, y contando con la misma, se defienda mejor en su vida, y pueda decidir libremente si quiere ser empleado o empresario. Que, a los políticos, que dirigen la mayor sociedad del país, España S.A. se les exija tener conocimientos empresariales, porque dirigen la empresa más complicada de todas las que existen (y de paso por favor, que seas obligatorio que sepan hablar inglés para poder negociar correctamente en Europa y el mundo sin hacer el ridículo). Pero mientras todo esto no suceda, ser empresario seguirá siendo un deporte tan arriesgado como hacer puenting.
A partir de ahora, cada semana, publicaré un artículo en el que intentaré ayudaros a disponer de herramientas, técnicas y consejos que os sean útiles para vuestros negocios.
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