Análisis y Opinión

La influencia de los acontecimientos políticos en el mercado de valores

Resultados de las encuestas antes de las elecciones al Congreso el 3 de noviembre de 2020

ELECCIONES EEUU

Por Philipp Vorndran y Thomas Lehr, analistas de Flossbach von Storch

Redacción | Martes 27 de octubre de 2020

Ya queda poco para las elecciones estadounidenses. Todo el mundo especula sobre cómo podría afectar su resultado a los mercados bursátiles, en otras palabras, quién sería el mejor presidente para Wall Street y para el resto de los mercados internacionales. Pero, ¿debería ser esto relevante desde la perspectiva de un inversor a largo plazo? No ha pasado un día en las últimas semanas en que no se nos haya pedido valorar el duelo entre Donald Trump y Joe Biden; precisamente porque aquellos que nos preguntan consideran que el resultado podría tener un impacto enorme en los mercados en los próximos meses. Sin embargo, nuestra respuesta siempre ha sido sobria. Desde nuestro punto de vista, el resultado es irrelevante, al menos desde la perspectiva de quien invierte a largo plazo con la excepción explícita de los corredores de bolsa.



Esto se debe a que ni Trump ni Biden podrán cambiar nada en los principales impulsores de los mercados. No influirán en la política de los bancos centrales, que seguirá siendo expansiva durante mucho tiempo y posiblemente de forma permanente (debido a los elevados niveles de endeudamiento). Ni tampoco desaparecerán los estímulos fiscales dado el efecto del coronavirus en la economía de EE. UU. En última instancia, probablemente también continuará el conflicto con China con una crudeza similar, sin importar quién se siente en la Casa Blanca en el futuro. Joe Biden puede transmitir un tono mucho menos marcial y tuitear claramente menos, pero no se desviará de la doctrina del America First, que podría adoptar otro nombre. Por eso, las elecciones estadounidenses no son prioritarias dentro de nuestra agenda estratégica de inversión.

Sin embargo, seguimos de cerca el duelo televisivo, aunque el nivel, si se puede llamar así, fue casi insoportable y, es improbable que empeore en los próximos duelos.

Demasiados condicionantes para los inversores...

Sabemos muy bien por experiencias pasadas que todas las encuestas en las que Biden lidera actualmente no tienen ningún valor si el electorado de los estados importantes termina votando por Trump (véase el gráfico 1). Sin embargo, parece cuestionable si lo harán en noviembre, al menos esa es la impresión de los analistas de la campaña electoral estadounidense, que coincide con nuestra valoración. Parece que Trump va a tener dificultades para ser reelegido, pero esta valoración no es conclusa y, al final,
puede ocurrir todo lo contrario.

Sin embargo, si tenemos en cuenta la valoración anterior, la siguiente pregunta es qué pasaría si Biden eliminara la reforma del impuesto de sociedades. ¿Representaría un freno importante para los mercados? No necesariamente. En primer lugar, no es seguro que se elimine completamente, como tampoco es seguro cuál sería la mayoría necesaria en el Congreso si fuera elegido (véase el gráfico 2). Y si se eliminara, independientemente del grado, no representaría un problema hasta 2022 como muy pronto. Así que hay muchos condicionantes, quizá demasiados, desde la perspectiva de un inversor.

Además, hay algo que no debemos dejar de lado en el debate: el programa electoral de los demócratas también habla de estímulos fiscales, se ha hablado de unos siete billones de dólares estadounidenses para salarios mínimos, proyectos de infraestructuras y atención sanitaria. Así que, incluso si el gobierno de Biden «frenara» a las empresas, la economía estadounidense en su conjunto seguiría recibiendo dólares. El resultado final es que, si se produce una redistribución, no debería provocar un daño permanente a las empresas estadounidenses de calidad.

De cualquier manera, nosotros, como inversores a largo plazo, debemos evitar el impulso de querer anticipar con precisión los posibles efectos del resultado de las elecciones. Cuando Trump venció en las urnas hace cuatro años, el consenso de los analistas previó problemas e incluso pánico en los mercados. Nada de esto sucedió. Al contrario, el mercado estadounidense reaccionó al alza con gran fuerza. Durante los primeros 15 meses del mandato de Trump, el S&P 500 no tuvo prácticamente ningún retroceso.

Históricamente, la volatilidad nunca ha sido tan baja como en ese periodo. En otras palabras, sucedió exactamente lo contrario del «caos» que se esperaba.

¿Se puede concluir entonces que los acontecimientos políticos afectan poco a los mercados de valores?

Sí y no. Como en casitodos los «refranes y dichos del mercado de valores», hay algo de verdad en ello, pero nada más. Especialmente porque unas elecciones estadounidenses nunca son exclusivamente políticas, sino que a menudo tiene efectos económicos tangibles. Queda por ver si estos son relevantes a largo plazo.

Turquía como ejemplo para recordar

Turquía constituye otro ejemplo político-económico. Una economía económicamente frágil, cuya población sufre y seguirá sufriendo el aumento enorme de la inflación, lo que provoca una creciente pérdida de confianza de los turcos en su moneda, la lira, como puede verse, entre otras cosas, por la pérdida de poder adquisitivo frente al dólar estadounidense, el euro y el oro.

Aunque es posible que la evolución posterior de Turquía solo influya a nivel regional y en algunos bancos europeos que conceden créditos, su ejemplo también permite extraer alguna conclusión para los inversores del centro de Europa. No hay que preocuparse de que las tasas de inflación de la zona euro alcancen niveles similares a las del Bósforo en un futuro próximo: el euro no se convertirá en la lira turca. Sin embargo, Turquía sirve como ejemplo para recordar lo rápido que la gente puede perder la confianza en su moneda si teme que los bancos centrales son incapaces de convertir la estabilidad del dinero en su principal objetivo.

Una política de los bancos centrales demasiado laxa de forma continua podría provocar precisamente eso, sobre todo cuando las medidas de política monetaria sean «más creativas», valga el eufemismo. Por nombrar dos ejemplos: «dinero helicóptero» y préstamos directos del banco central. El hecho de que la Reserva Federal estadounidense anunciara oficialmente a finales de agosto que toleraría en el futuro tasas de inflación significativamente mayores siempre y cuando los valores promedios parecieran aceptables desde su punto de vista, es un indicio más de la «creatividad» que existe en la práctica. Es muy probable que el BCE siga su ejemplo. Su presidenta, Christine Lagarde, ya ha manifestado su interés.

No es una buena noticia para todos los europeos que depositan su dinero principalmente en cuentas remuneradas. Por lo tanto, mantenemos nuestra tesis: todos los caminos conducen a la inversión a largo plazo en activos de calidad. Con elecciones estadounidenses o sin ellas.