Los toques internacionales de disconformidad política con el gobierno de Sánchez se han hecho sentir. Estados Unidos ya ha marginó a España excluyéndola de la lista de países a los que agradeció su colaboración en la evacuación de Kabul. Tampoco la invitó en la reunión de ciberseguridad en la que entre los 30 países participantes se encontraban Lituania, Rumania, Polonia, Estonia, y la Republica Checa, países europeos con mucho menor peso económico que España. También nos excluyó de las maniobras militares realizadas con Marruecos, en las que Italia si ha sido invitada, entre otros, a participar.
Por otra parte, el gobierno socialista de Sánchez ha disparado en el año pasado el gasto público español que ha pasado del 42% sobre el PIB al 52,3%, la deuda pública que ha pasado del 95,5% al 12% sobre el PIB, y el déficit público que ha pasado del 2,87 al 10,95% sobre el PIB (datos MACRO). Y todo ello manteniéndonos a la cabeza de los países europeos en cuanto a nivel de desempleo 16,2%. Son datos a finales de 2020. Miedo da pensar en las cifras a que se pueda llegar a finales del presente año. ¿Qué garantías se tienen de que ese gasto sea realizado de forma eficiente y útil para el conjunto de España? Ninguna porque tenemos 23 Ministerios y tres Vicepresidencias, y muchos otros gastos de embajaditas, subvenciones a medios y demás, cuyo valor para la economía real es altamente dudoso. Los “hombres de negro” de Bruselas ya han estado en España y veremos que opinarán sobre el proyecto de Presupuestos Generales de Sánchez. Mucho me temo que las cifras no cuadren y que nos empiecen a apretar para lograrlo. Ya se empieza a hablar de poner peajes en toda España y a subir todo tipo de impuestos para recaudar. Todo ello en un marco de acuerdos sesgados que pretende castigar a Madrid por ser la economía más eficiente y a la vez seguir financiando el despilfarro de los independentistas y etarras coaligados con el PSOE.
El socialismo español calla ante estas situaciones y en lugar de proponer una gran coalición nacional, como frecuentemente hace Alemania, se radicaliza insistiendo en la marxista Memoria Histórica, a la cual ahora quieren endurecer llamándola Memoria “Demócratica”. Ante todo ello, no estaría de más que los socialistas tradicionales González, Leguina, Redondo y los barones territoriales más significados hicieran algún movimiento que oriente al PSOE hacia la socialdemocracia. No estaría de más recuerden como Eduard Bernstein, el referente de la socialdemocracia europea, se desmarcó del marxismo ya en vida de Marx y Engels y fue perseguido por estos. Si quieren servir a España tienen que cambiar ese PSOE afín al marxismo. No vale seguirse aplicando la letra de Aute “No quiero salir de aquí, hace mucho frio fuera”. Es cómodo, pero es antipatriota. Deberian ser conscientes de ello. Federico Jiménez Losantos tiene una frase contundente en su Memoria del Comunismo, “Siguen mintiendo muchos todavía hoy porque el comunismo sigue siendo un buen negocio. La superioridad moral de la izquierda se traduce en superioridad laboral” La triste realidad es que, a estas alturas del siglo XXI, el marxismo debiera estar en el vertedero de la historia, al igual que lo está el nazismo, pero lamentablemente no es así. Por ello hay que desarrollar una estrategia contundente para desenmascararlos y derrotarlos en las urnas.