Porque además de dibujarnos esa España caduca y esa sociedad tan gris, sobre todo para las mujeres de entonces, que eran sus verdaderas víctimas y que muchas lo siguen siendo, Cinco horas con Mario nos habla de asuntos tan universales e intemporales como son la incomunicación, la pérdida de ilusiones, la frustración, la resignación, el arrepentimiento y, en definitiva, la culpa.
Todo empieza, una vez que se han ido las visitas del velatorio y la viuda se queda sola con el féretro, con el recuerdo del “vamos Mario, que se te va a hacer tarde” que Carmen le dijo a su marido antes de darse cuenta de que estaba muerto. A partir de ahí, se van a desencadenar toda una serie de reproches que esta mujer no ha sido capaz de hacerle en vida al difunto, y que ahora siente la absoluta necesidad de desahogar frente al ataúd de su esposo. Y todo acabará con el desesperado llanto, provocado ya no por la pérdida del cónyuge, sino porque tras la revelación más inesperada a Carmen le invade un sentimiento que ocupa su lugar muy por encima del dolor y la ausencia tras la pérdida: la culpa.
Después de hacer el personaje a los cuarenta y tantos, a los sesenta y tantos y ahora a los ochenta y tantos, la Carmen Sotillo de Lola Herrera continúa siendo absolutamente insuperable. Su voz sigue sonando tan clara como siempre; sus gestos, igual de delicados; su emoción fluye, va y viene, como si de una jovencita se tratara, y el sentido del humor con el que sabe impregnar en su justa medida al personaje lo maneja a su antojo, sin dejar escapar ni un dosis de más ni de menos.
Merece la pena comparar este Cinco horas con Mario de Lola Herrera con la Señora de rojo sobre fondo gris de José Sacristán, quien estuvo hace unos meses sobre el mismo escenario y ahora se traslada al Teatro Olympia de Valencia. Hablamos de dos textos de Delibes con mucho en común (la muerte del compañero/a de vida como asunto principal, entre otras cosas), pero también con grandes diferencias. Porque mientras que para el segundo Delibes se refugia bajo la perspectiva de la autobiografía y se desnuda él mismo recordando los sentimientos hacia su fallecida esposa, en el primero el ejercicio literario exige una vuelta de tuerca más, la de manifestarse bajo la apariencia de un personaje femenino y ser capaz de hacer llegar al lector de – aquí al público – todo el desgarrador conflicto que este encierra.
Cinco horas con Mario y la Carmen Sotillo de Lola Herrera serán seguro recordados precisamente por ese conflicto interior de un personaje muy de los años sesenta, pero también por su admirable capacidad para hacernos pensar sobre si ese modelo de matrimonio en el que una parte, la mujer, siempre salía perdiendo, ha sido superado por nuestra sociedad. O si, lamentablemente, quedan todavía demasiadas Carmen Sotillo silenciadas y culpabilizándose de aquello que tal vez ni siquiera llegaron a hacer.
Reparto: Lola Herrera
Texto: Miguel Delibes
Adaptación: Miguel Delibes, Josefina Molina, José Sámano
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