Exterior

Argentina sorprende al mundo una vez más

Javier Milei, ganador de las elecciones primarias en Argentina.

· Por J. Nicolás Ferrando

Sábado 19 de agosto de 2023
La cronicidad de la crisis argentina es un asunto digno de estudio de las más prestigiosas universidades del planeta. No existe en todo el mundo un país que con tantos recursos naturales esté gestionado de manera tan nefasta que más de mitad de su población, a día de hoy, se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, según los parámetros de Naciones Unidas, y en eso sí coinciden economistas de todas las tendencias políticas. Se trata, sin exagerar, de uno de los mayores desastres organizados.

La victoria del ultraliberal y autodenominado libertario Javier Milei en las primarias PASO del pasado 13 de agosto de 2023 en el país austral se une a las incontables extravagancias que mi tierra de nacimiento ha ofrecido al exterior en el pasado reciente, como por ejemplo la imagen de un parlamento aplaudiendo que se deje de pagar las deudas contraídas con anterioridad o la implantación de un sistema de control de divisas que no se asemeja a ningún sistema financiero serio y desarrollado. La lista podría seguir, pero todo ello daría para otro artículo e, incluso, un libro.

Lo variopinto de los resultados de las mencionadas PASO es que dejan un panorama realmente desolador para quienes creemos que la moderación y la centralidad deben ser los ejes maestros de la solución a los acuciantes problemas que presenta la Argentina del siglo XXI. Apostar a todo o a nada ya le ha salido bastante mal a una nación que encadena demasiados fracasos como para darse el lujo de volver a fracasar. Las tres únicas opciones viables son Javier Milei, cuyas propuestas harían entrar al país en un terreno totalmente desconocido; Patricia Bullrich, que tiene un historial de vaivenes y contradicciones políticas considerable; y Sergio Massa, actual ministro de economía y gran responsable del desastre actual argentino. Un laberinto sin salida en toda regla.

No voy a esconder que abrigaba la esperanza de que se impusiera en las PASO el actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, que, sin entusiasmarme, representaba una opción de diálogo y de pacto entre diferentes para el abordaje de una salida a la hecatombe económica actual de Argentina. Sigo y seguiré creyendo que sólo la suscripción de un pacto de Estado, similar a los Pactos de la Moncloa de España en la Transición, es la única manera de resolver los problemas del país de forma duradera y segura. Todo lo demás serán parches y soluciones transitorias, poner una pequeña tirita en una herida que ya sangra bastante y cuya hemorragia no se detiene y causa innumerables víctimas.

La opción de Sergio Massa, bendecida por el kirchnerismo gobernante, está descartada. No puede conducir Argentina quien ha contribuido decisivamente a llevarla hasta el abismo actual. Creo que los únicos que apoyarán esta opción son aquellos que pretenden repartir la pobreza de un sistema de pagas y subvenciones que es contraria a la cultura del trabajo y del esfuerzo. El peronismo histórico representó en su día progreso, pero esos días han quedado irremediablemente atrás, aunque saquen a relucir la figura de Eva Perón. Lo que el kirchnerismo ha hecho es cualquier otra cosa menos ese progreso que sí se notó en la década de los 40 del siglo XX y es la muestra plausible de cómo se ha prostituido este sistema político, ya en declive.

Javier Milei tiene ideas que realmente asustan a las personas normales y que son de dudosa viabilidad práctica, sobre todo porque hasta en el supuesto caso de que gane tendrá que respetar las leyes preexistentes y tendrá el Congreso, el Senado y las gobernaciones de las provincias en contra. Como en toda democracia —Y Argentina, aunque cueste, a veces, creerlo también lo es— hay división de poderes que no será sencilla de sortear.

La ascendente figura de Milei se debe a su buen desenvolvimiento en los medios de comunicación. Es un provocador nato, un narcisista que viste de cuero negro, jamás sonríe ante una cámara y se hace llamar “el león”. Tengo la impresión de que se encuentra más cómodo en el insulto que en la propuesta y es un signo evidente del hartazgo de la sociedad del país con la clase política.

Su propuesta de reducir el Estado a su mínima expresión y de cargarse el artículo 14 bis de la Constitución Argentina me parece un “sálvese quien pueda” que generaría muchísimo daño en la sociedad. El Estado, mal que le pese a Milei, es una institución básica de la filosofía política y que la humanidad lleva milenios estudiando. En el contexto actual, un Estado si quiere ser sólido debe tener competencias en sanidad, en educación y en políticas sociales. Debe ser el eje vertebrador de la economía y debe propiciar la creación de riqueza, por lo que es incomprensible querer reducirlo o suprimirlo. Lo que hay que hacer es reconducirlo.

Milei, además, siguiendo la dudosa estela de Jair Bolsonaro en Brasil, defiende la supresión del aborto, barra libre a la tenencia de armas y la venta sin restricciones de órganos humanos, entre otras ocurrencias. Sinceramente, no quiero ver un país donde todo valga y se asemeje al salvaje oeste que contemplamos en las películas estadounidenses.

El único debate interesante que Milei ha puesto sobre la mesa es la dolarización de la economía. Sin estar de acuerdo con esta premisa, me parece pertinente que se discuta la viabilidad de un sistema monetario que no está funcionando y que es rocambolesco por donde se lo mire. Es cierto que yo sería más proclive a explorar una alianza monetaria con Brasil en el contexto del Mercosur, pero lo que decididamente hay que planear es un sistema monetario serio y homologable con el resto del mundo. Argentina debe dejar de ser la excepción y quién pone la nota extravagante con sus políticas erráticas. Y como colofón, las llamadas de este fenómeno mediático a “quemar el Banco Central” me parecen más propias de las películas de Berlanga o de Almodóvar que de un dirigente político que aspira a gobernar.

Por último, la opción de Patricia Bullrich, que competía en las primarias contra Rodríguez Larreta, es poco creíble por su trayectoria política, claramente contradictoria. Pese a ser aplaudida por algunos sectores como ministra de Seguridad en el último gobierno de Mauricio Macri por su tenacidad, no se puede olvidar que fue ministra de trabajo del gobierno que implantó el corralito financiero en el año 2001. Antes de ello, pactó fugazmente con Carlos Menem y, después, por pura conveniencia personal, con Elisa Carrió. Y también pregonó sin despeinarse que no se aliaría con Macri, compromiso que claramente incumplió. La percepción generalizada es que es una política profesional que hará lo que sea para mantenerse en el candelero. Pactaría, en mi opinión, con el mismísimo diablo con esa finalidad. Propone una enmienda a la totalidad del kirchnerismo que acrecentaría la crispación política y no descarta una alianza con Milei, algo normal ya que ha experimentado todo tipo de alianzas.

Argentina ha sorprendido al mundo una vez más y creo que se encamina a una etapa más complicada de la que está atravesando. Y mira que ya es difícil estar peor de cómo se está ahora. Ningún candidato con opciones reales, a mi modo de ver, cumple con los mínimos estándares de idoneidad. Habrá que elegir entre el candidato menos malo o, peor aún, a uno para que no salga otro y eso siempre termina saliendo mal.

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