Exterior

Una Nueva Asia Central y el papel de Uzbekistán en la transformación regional

· Este año, la Organización de las Naciones Unidas celebra su 80.º aniversario, un hito simbólico para todo el sistema internacional, que atraviesa una profunda transformación

Redacción | Viernes 14 de noviembre de 2025
En medio de crecientes conflictos, desigualdad global y brechas tecnológicas, la ONU vuelve a ser una plataforma donde los Estados buscan compromisos y establecen nuevas reglas de interacción global. Para Uzbekistán, la sesión jubilar de la Asamblea General no fue solo un acontecimiento diplomático, sino también una oportunidad para reafirmar su nuevo estatus internacional: el de un participante activo e iniciador de procesos regionales y globales. Desde su ingreso en la ONU en 1992, Uzbekistán ha recorrido un camino que lo llevó de ser un joven Estado independiente a convertirse en un socio reconocido, que promueve iniciativas alineadas con los intereses de toda la región. Hoy en día, en el país operan 25 representaciones y agencias de la ONU que implementan más de 160 proyectos por un valor superior a 175 millones de dólares. Estos programas abarcan áreas clave como educación, salud, igualdad de género, lucha contra la pobreza, desarrollo sostenible y transformación digital. Todo esto refleja el fortalecimiento gradual de la presencia institucional de Uzbekistán en el sistema de la ONU y su aspiración de combinar las reformas nacionales con los compromisos internacionales.

Un punto de inflexión en su política exterior se produjo en 2016, con el inicio de un nuevo curso basado en los principios de apertura, diálogo y buena vecindad. Desde entonces, Taskent comenzó a formar su propia agenda. El presidente Shavkat Mirziyóyev, al intervenir en las sesiones de la Asamblea General de la ONU, definió el objetivo estratégico de convertir Asia Central en una zona de desarrollo sostenible, confianza mutua y asociación.

El primer paso en esa dirección fue la conferencia de Samarcanda de 2017, celebrada bajo los auspicios de la ONU, que dio origen al concepto del “Espíritu de Samarcanda”. Este formato, basado en los principios de igualdad, beneficio mutuo y discusión abierta de los problemas regionales, se convirtió en el prototipo de un nuevo modelo de cooperación regional. El Comunicado adoptado en la conferencia sirvió de base para la resolución de la Asamblea General de la ONU “Sobre el fortalecimiento de la cooperación regional e internacional con el fin de garantizar la paz, la estabilidad y el desarrollo sostenible en Asia Central”. Por primera vez, la región fue presentada en la arena mundial como un espacio geopolítico unificado, ligado por intereses comunes y responsabilidad compartida por el futuro.

Desde entonces, Uzbekistán ha presentado una serie de importantes iniciativas internacionales, consolidadas en 13 resoluciones de la Asamblea General, la mayoría de las cuales se relacionan directamente con Asia Central: turismo sostenible, innovaciones ecológicas en la región del mar de Aral, interconexión entre Asia Central y Asia del Sur, lucha contra el narcotráfico y desarrollo sostenible. Este enfoque sistemático refleja una nueva visión: el paso de la participación a la creación, de la política nacional a la estrategia regional.

Una nueva etapa de actividad diplomática se manifestó también en la 80ª sesión jubilar de la Asamblea General de la ONU. El discurso del Presidente de la República de Uzbekistán tuvo una amplia repercusión internacional, ya que presentó una agenda estratégica integral centrada en Asia Central. El jefe de Estado destacó que “en la región ha comenzado un proceso de formación de una nueva Asia Central: una zona de estabilidad, cooperación y responsabilidad”. Entre las iniciativas propuestas figuran: la celebración, bajo los auspicios del ECOSOC y la UNCTAD, de un foro internacional sobre el desarrollo de las economías de Asia Central; la creación, junto con la ONUDI, de un centro regional de tecnologías “verdes”; la adopción de un programa de uso racional de los recursos hídricos; y la organización en Uzbekistán del Foro Mundial sobre Ahorro de Agua. Todas estas iniciativas están orientadas a construir una nueva infraestructura de interacción regional —tecnológica, ecológica y humanitaria—.

El discurso también dedicó especial atención al fortalecimiento de la conectividad en materia de transporte. El presidente propuso la adopción de una resolución de la Asamblea General sobre el desarrollo de corredores internacionales de transporte y energía que atraviesen Afganistán. Este enfoque permite considerar el transporte no solo como un factor económico, sino también como un instrumento de integración y estabilización regional. Paralelamente, Uzbekistán propuso la creación de una oficina regional de la Oficina de Lucha contra el Terrorismo de la ONU, el establecimiento de un Movimiento Mundial de la Juventud por la Paz y la realización de una Cumbre Mundial de Educación Profesional. Todas estas propuestas comparten una idea común: la formación de una arquitectura sostenible de la paz basada en la educación, el humanismo y la inclusión social.

Simultáneamente a su intervención en la Asamblea General, el presidente Sh. Mirziyóyev se reunió con el Secretario General de la ONU, António Guterres. Ambas partes destacaron el nivel sin precedentes de cooperación y señalaron la preparación de un nuevo Programa Quinquenal de Colaboración. Uzbekistán fue elegido miembro del ECOSOC, del Comité de Derechos Humanos y de la Comisión de Estadística, además de mantener una activa cooperación con la UNESCO, la ONUDI, el PNUD, el UNFPA y el UNICEF. A. Guterres valoró muy positivamente el discurso del líder uzbeko, subrayando la relevancia de sus iniciativas en materia de Objetivos de Desarrollo Sostenible, desarrollo de tecnologías digitales, inteligencia artificial, políticas de juventud e islam ilustrado.

La actividad regional de Taskent coincide con un cambio en el equilibrio geopolítico en torno a Asia Central. En este contexto, Uzbekistán construye de manera consecuente una diplomacia multivectorial basada en los principios de respeto mutuo y pragmatismo. Este enfoque le permite utilizar la cooperación internacional para reforzar la estabilidad regional, en lugar de depender de los centros de poder externos.

En este sentido, la diplomacia uzbeka se ha convertido en un modelo de “regionalismo inteligente”: una política en la que la modernización interna y la actividad internacional conforman una estrategia única. Uzbekistán demuestra que Asia Central puede ser no un escenario de competencia geopolítica, sino un espacio de sinergia y desarrollo conjunto. En esencia, se trata del paso de la región de ser objeto de intereses a convertirse en un participante autónomo del diálogo global.

Sh. Mirziyóyev ha señalado con claridad que sin una Asia Central estable no puede haber estabilidad global. Por ello, Uzbekistán apuesta no por declaraciones, sino por mecanismos concretos: iniciativas climáticas, hídricas, de transporte y humanitarias, respaldadas por acciones reales. La creación del Fondo Fiduciario Pluripartito de la ONU para la región del Aral, el desarrollo de zonas “verdes”, los programas contra la oncología infantil y las iniciativas digitales reflejan la transición del país de las reformas nacionales a la responsabilidad internacional.

Al mismo tiempo, Taskent promueve de forma constante los principios de igualdad e inclusión en las relaciones internacionales, abogando por la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU para que los países en desarrollo obtengan una representación más justa en los procesos de toma de decisiones. Esto demuestra que Uzbekistán no se limita a los asuntos regionales, sino que busca participar en la reforma global del sistema internacional.

La 80.ª sesión de la Asamblea General de la ONU confirmó que Asia Central ya no se percibe como una zona periférica. Se está convirtiendo en un nuevo centro de estabilidad regional, donde Uzbekistán desempeña el papel de coordinador clave, conectando las iniciativas locales con los objetivos globales. Uzbekistán no solo se adapta a la dinámica mundial, sino que contribuye activamente a la formación del futuro sistema internacional basado en la cooperación, la confianza y la responsabilidad.

El discurso de Shavkat Mirziyóyev en Nueva York simbolizó la transición de una política de observación a una política de creación. Taskent ofreció al mundo no eslóganes abstractos, sino una hoja de ruta concreta de acción, que abarca tecnologías “verdes”, diplomacia del agua y un movimiento juvenil por la paz. En una época en la que el sistema global busca nuevos pilares, Asia Central se convierte en un ejemplo de cómo una región que durante mucho tiempo fue considerada periférica puede ofrecer al mundo su propia concepción de sostenibilidad y confianza mutua. En este proceso, es Uzbekistán quien marca el tono, dando forma a una nueva cultura de cooperación internacional y definiendo los parámetros de la transformación regional para los próximos años.

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