· Por Luis Carlos Ramírez
La obsesión de Sánchez por buscar culpables externos de todos los desaguisados que provoca su agónico gobierno, sobre todo tras fundir los plomos eléctricos del país, le lleva a desempolvar la conspiración y el contubernio judeo-masónico de Franco que, medio siglo después, transforma en comodín de un hipotético ciberataque exterior. A expensas de frustrarse la teoría conspiranoica, el presidente ha comenzado a exigir responsabilidades a las compañías eléctricas (privadas) a las que están 'investigando' nada menos que tres ministerio: Defensa, Interior y Transición Ecológica. A los resignados ciudadanos de a pie nos queda el consuelo de la desaparición del terrorismo de ETA, al que el sanchismo podría haberle encasquetado la autoría (como ya hizo Aznar), o incluso a Putin o el coreano Kim Jong-un.