GRAVES CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
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Muchos frutales de la sierra de Madrid no solamente no han comenzado a dejar caer la hoja, sino que están floreciendo como si fuera primavera. (Foto El Mundo Financiero, set 2012) |
Florecen los perales en la sierra de Madrid
2012 ha tenido el verano más caluroso, más seco y más largo del último medio siglo.
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José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
La grave sequía que padece España y las innegables consecuencias del proceso de Cambio Climático han traído en los últimos años una “tropicalización” del clima peninsular que tendrá imprevisibles pero seguras derivaciones económicas para la Región. El fotógrafo de El Mundo Financiero captó el primer día del Otoño esta fotografía de un peral en flor en plena sierra madrileña. Era tradicional que Otoño e Invierno alcanzaban la Sierra del Guadarrama antes que a la capital y la llanura madrileña, pero eso ha cambiado con la tendencia de los últimos quince años.
La Sierra de Madrid, desde Robledo de Chavela hasta Buitrago del Lozoya, es un ecosistema en el que el Otoño o el Invierno siempre se han dejado caer más pronto que en el resto de la planicie madrileña, donde la hoja cae más tarde que en las alturas del monte o la montaña.
Los efectos del cambio climático son ya innegables. España ha tenido el verano más largo, más seco y más caluroso del último medio siglo, con hasta 3 grados más de diferencia sobre la media. La consecuencia principal ha sido una gradual “tropicalización” del clima peninsular, aunque algunos expertos en geografía y climatología ya vaticinaban hacia mediados de los años 60 que España podría entrar en un verdadero proceso de desertificación por avance de la zona desértica del Sahara hacia la franja Norte, que es la que nos toca en España.
Agua y recursos naturales, en declive
El Canal de Isabel II no habla públicamente de la situación de los embalses madrileños, ni se ofrecen datos acerca de la situación general de las cuencas hidrográficas. En el caso concreto de la Cuenca del Tajo, el escenario es catastrófico: hay embalsados 4.435 hectómetros cúbicos, lo que representa un 40,27% del total embalsable. En 2011, el porcentaje llegaba al 57,62%, es decir, un más de un 17% más sobre la cantidad actualmente embalsada, pero es que la media de los últimos 10 años ha sido casi del 47%, por lo que hemos perdido una media del 7% en cantidad de agua embalsada. Y no se puede hacer nada, porque el agua llega de la lluvia y de las nieves.
Es curioso y especialmente destacable la situación del embalse de Valmayor, que es utilizado por los hidroaviones como punto de amerizaje y captación de agua en casos de incendios en la sierra. Su utilidad en estos casos es máxima, dado que por su longitud y anchura permite amerizajes seguros que otros embalses no pueden asumir. Durante el incendio que tuvo lugar en Robledo de Chavela su utilidad fue decisiva para controlar el incendio, llegando a actuar en cadena hasta cinco hidroaviones. La situación actual del embalse dificultaría ahora mismo una actuación como la que protagonizaron los hidroaviones hace tan solo un mes. Hoy algunas rocas que comienzan a aflorar del fondo podrían dificultar el amerizaje o hacerlo más peligroso.
Este embalse se “rellena” con agua de otros embalses precisamente para permitir los amerizajes de los hidroaviones. La cantidad que embalsa actualmente es de 73 hectómetros cúbicos, con una capacidad total de 124 hectómetros cúbicos. Tiene por tanto un 58,87% de su capacidad, y cada semana viene perdiendo un 3% de capacidad por el uso continuado de consumo y riegos, aunque también por efecto de la evaporación por las altas temperaturas vividas durante las últimas semanas. La comparativa con la media de los últimos años es también dramática: el año pasado estuvo al 88%, igual que todos los años anteriores, lo que supone aproximadamente un 71% de su capacidad.
Consecuencias económicas
El trastorno del clima tiene unas inmediatas consecuencias económicas y sociales. Todos tenemos en la retina las migraciones de centenares de miles de personas en la franja del Sahel y sus consecuencias humanitarias. Algunos expertos en demografía argumentan que buena parte de las migraciones que se producen desde África a Europa son una consecuencia indirecta de la desertificación drástica del Sahel, que ha empujado a muchas poblaciones hacia el Norte y el Oeste, presionando a las poblaciones más establecidas del Norte de África hacia los países europeos.
La escasez de agua en la España de los próximos años tendrá que ser motivo de la adopción de nuevas medidas políticas sobre las cuales aún no se ha abierto debate. La etapa de la historia de España durante la que más embalsamiento de agua se programó fue la de Francisco Franco, y en los últimos años se han estado construyendo otros treinta pantanos más, con una inversión de 1.535 millones de euros, que garantizarán el abastecimiento hídrico a aproximadamente 1,5 millones de personas. Muchos de ellos están aún por finalizar por falta de presupuesto: algunos políticos pensaron que era mejor destinar ese presupuesto a esas obras faraónicas sin finalizar que tanto se critican y que les han llevado ante los tribunales.
Los expertos creen sin embargo que son pocos los embalses cuya construcción está prevista, y que habría que programar al menos otros 50 embalses más y recrecer los actualmente existentes. Algunos hidrógrafos critican que los nuevos embalses no conllevan la planificación de ningún Plan de Regadío, imprescindibles para conocer su mantenimiento y sostenibilidad futura.
El campo español necesita agua, y el agua solamente se puede hacer fluir desde agua embalsada. Si los cauces españoles tienen cada vez menos recursos hídricos, y el clima se “tropicaliza”, no nos queda más remedio que construir más embalses y mejorar los existentes, pero este problema los políticos no lo abordan públicamente.
Las consecuencias para un sector, el de la agricultura, cada vez más desprotegido por el Estado, pueden ser determinantes también para un futuro, el de España, que ha visto desaparecer sus sectores productivos tradicionales en aras de una economía sostenida en el subsidio y la subvención que se ha venido abajo tras el “merkalazo”.