El artículo del profesor Wade para Página/12 es cuanto menos llamativo, por el hecho de que propone alternativas a las consabidas recetas que nos vienen de Alemania. Robert H. Wade, profesor de Economía Política de la London School of Economics, ha publicado recientemente un artículo para el medio argentino Página/12 en el subraya la necesidad de que algunos países de la periferia UE -losllamados PIIGS, Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España-, comiencen a estudiar alternativas para poder mantener su estatus y reestructurar las cifras de endeudamiento y déficit. Wade propone que miremos hacia Islandia y Argentina.
Robert Wade es un reconocido profesor de Economía Política en la London School of Economics, nacido en Nueva Zelanda. Estudió en Washington y ahora trabaja en Londres. Wade considera que las teorías económicas ortodoxas y sus voceros son parte responsable del estallido financiero que comenzó en 2008. La globalización, la distribución del ingreso, el funcionamiento de los organismos multilaterales –FMI, Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio–, la hegemonía norteamericana y las políticas de desarrollo son las principales áreas de investigación del economista.
Según el citado profesor, los argentinos y su gobierno deben estar justificadamente orgullosos de su estrategia de reestructuración de la deuda externa puesto que ha "permitido a la economía recuperarse bastante rápido después de 2002. Sin embargo, ya pasó una década y existe otro país que ofrece lecciones más contemporáneas que los gobiernos de los países del sur de Europa deberían aprender. Ese país es Islandia", según Wade.
Según su opinión, alrededor del año 2000, el gobierno conservador de libre mercado de Islandia privatizó dos grandes bancos públicos orientados a negocios locales y permitió que se formara un tercer gran banco privado a partir de la fusión de un conjunto de entidades más pequeñas. El gobierno también removió la mayoría de las limitaciones de los bancos para sus operaciones y los impulsó a convertir a Islandia en un centro financiero internacional del Atlántico Norte. “Si Dubai puede hacerlo, por qué nosotros no podemos”, fue el espíritu de esa arenga.
Robert H. Wade señala que para 2008, "los tres grandes bancos islandeses se encontraban entre los 300 bancos más grandes del mundo, en un país donde la población llega sólo a 310 mil personas. Sus activos sumaban 10 veces el PIB de Islandia y su modelo de negocios dependía en forma central de su posibilidad de tomar deuda masivamente del mercado mayorista de crédito. En octubre de 2008, los bancos colapsaron. La moneda nacional, la krona, perdió 60 por ciento de su valor de un día para otro. El mercado de valores se desplomó. En pocos meses, los precios de las casas cayeron 25 por ciento en términos reales y la inflación subió hasta una cifra cercana al 20 por ciento".
Esta estrategia, que ha sido segida en parte por Argentina, requirió que los bancos reconocieran la pérdida en el valor de las obligaciones que tenían las empresas, al punto de que las entidades bancarias pudieran esperar tener una ganancia si se quedaban con los activos de las empresas. Las pequeñas y medianas empresas pudieron solicitar mayores alivios de deuda, siempre y cuando pudieran ofrecer evidencia plausible de su futuro flujo de caja y el tamaño de la ayuda estaba vinculado con el valor descontado de sus ingresos futuros. Para las deudas de las familias requirió que los bancos reduzcan el valor contable excesivo del 110 por ciento del valor de cada propiedad. Las familias que incluso no podían hacer frente a los préstamos ajustados pudieron pedir ayudas especiales. Un elemento importante es que no se permitió que las calificaciones crediticias de las distintas familias fueran afectadas por este escenario especial. Además, quienes se encontraban cerca de la línea de pobreza, pudieron solicitar un subsidio adicional para conservar la propiedad de sus hogares. Pero hoy nadie piensa, ni en España ni fuera de ella, que puedan asignarse más recursos para financiar a las familias, que no solamente han visto ahogadas sus economías domésticas, sino que tienen que renunciar a sus posesiones, sus bienes y su patrimonio.
El resultado global de estas políticas alternativas fue que se dejó a los bancos con una mora tan pequeña como fue posible y, sin forzar masivas ejecuciones hipotecarias o quiebras de empresas, el resultado fue que pocas familias perdieron sus hogares y pocas empresas tuvieron que cerrar, teniendo tiempo para ajustarse a la situación de crisis global y pérdida d consumo generalizado. Poco a poco la economía se estabilizó y a partir de 2011 ha vuelto a crecer lentamente. El gobierno y las firmas recuperaron el acceso a los mercados de crédito internacionales a tasas de interés sostenibles.
"En comparación con la situación de Noruega, después de su crisis bancaria a comienzos de los años ’90 y las economías bálticas después de 2008, la recuperación de Islandia fue mucho mejor. Esto está muy vinculado con el hecho de que se evita realizar lo que hoy ya es muy común en Grecia, España y Portugal, donde los bancos obligan a las empresas y a las familias con patrimonio negativo a que renuncien a la propiedad de sus bienes, como si los propios bancos no tuvieran ninguna responsabilidad por prestar demasiado", concluye.
El artículo completo puede leerse en Página/12::::>>>>
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