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SEGUN EL AUTOR, INTERECONOMÍA BUSCABA PROXIMIDAD A RAJOY PARA LOGRAR PUBLICIDAD INSTITUCIONAL

El periodista Enrique de Diego "da caña" a Intereconomía en su nuevo libro

El periodista Enrique de Diego "da caña" a Intereconomía en su nuevo libro
By José Luis Barceló Mezquita
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jlbarceloelmundofinancierocom/9/9/27
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Según la información que publica el Grupo Intereconomía ya fue puesto sobre aviso de su falta de liquidez durante la auditoría de 2010. La auditoría de 2010 presentaba un panorama desolador que hubiera debido hacer saltar todas las alarmas. “Al cierre de 2010 la sociedad presenta un fondo de maniobra negativo –indicaba el informe realizado por GAAG Grupo Editor-. Esta situación es indicativa de que la posibilidad de hacer frente a su deudas a corto plazo dependerá de la obtención de los recursos financieros necesarios para hacer frente a los mismos en un plazo corto de tiempo. Para la auditora, lo más alarmante era la reducción del activo circulante no financiero y el incremento notable del pasivo.
El periodista Enrique de Diego se enfrenta en su polémico libro al grupo que dirige Julio Ariza.
El periodista Enrique de Diego se enfrenta en su polémico libro al grupo que dirige Julio Ariza.
Reproducimos a continuación un extracto del polémico libro “Dando caña” (Editorial Rambla), del que es autor el periodista Enrique de Diego, y que se pone a la venta esta semana, En el texto, el autor de “Dando caña” reseña que las dificultades de Intereconomía ya fueron detectadas en la auditoría de 2010, sin que Julio Ariza, que puede ser el Jaume Roures de derechas, tomara medidas:
  • "La auditoría de 2010 presentaba un panorama desolador que hubiera debido hacer saltar todas las alarmas. “Al cierre de 2010 la sociedad presenta un fondo de maniobra negativo –indicaba el informe realizado por GAAG Grupo Editor-. Esta situación es indicativa de que la posibilidad de hacer frente a su deudas a corto plazo dependerá de la obtención de los recursos financieros necesarios para hacer frente a los mismos en un plazo corto de tiempo. Para la auditora, lo más alarmante era la reducción del activo circulante no financiero y el incremento notable del pasivo. De esa manera, la rúbrica de deudores comerciales y otras cuentas a cobrar se quedó en 8,23 millones de euros, desde los 12,31 del año 2009. Por el contrario, los acreedores comerciales y otras cuentas a pagar se dispararon hasta los 10,42 millones, por los 7,96 de 2009. En suma, podía tener problemas de tesorería y los tuvo desde el inicio de 2011. Las observaciones de Ariza a la auditoría no admiten otro calificativo que simplemente delirantes. El administrador único de la sociedad indicaba en el propio informe que Intereconomía “dispone del apoyo financiero de los socios y de terceros”, añadía que “tiene la certeza de la recuperabilidad de sus cuentas a cobrar” y que podría hacer frente a su compromisos a corto plazo “sin problemas en el próximo y futuros ejercicios”. Era un brindis al sol. Julio Ariza se estaba engañando a sí mismo y se disponía a hacerlo a los demás, en gran escala, en privado y en público. Se hacía trampas, como suele decirse, en el juego favorito de Ramón Pi: el solitario.

Por de pronto, en enero tomó la irreflexiva y estúpida decisión de ceder la gestión de Intereconomía TV a Publiseis, la comercializadora de la Sexta. Se pasaba, de esa forma, del relativismo moral al estrictamente comercial. La empresa vinculada a la Sexta obtenía el 20% de los ingresos facturados a Intereconomía. La relación, que nunca funcionó, terminó por romperse el 1 de junio de 2011. Desde marzo, se dejó de pagar a proveedores. Un caso especialmente llamativo fue que, desde el día 1 de ese mes, no se hicieran frente a los compromisos contractuales con Alfonso Arteseros, una de las referencias más prestigiosas de Intereconomía TV. Aunque no se puede hablar de hundimiento de La Gaceta, porque el diario nunca levantó el vuelo, y siempre fue un fracaso por la ineptitud supina de Carlos Dávila, se recurrió a Arteseros y se ofrecieron sus celebrados programas de España en la memoria como promoción opcional con el diario los fines de semana. Fue un completo éxito, que desbordó las expectativas e incluso generó un fenómeno de coleccionismo. Aunque, obviamente, Intereconomía cobraba puntualmente, a través de los puntos de venta, lo vendido en esa promoción, sin embargo, no efectuó los pagos a Alfonso Arteseros por su trabajo, ni tampoco a la empresa catalana que elaboraba los soportes. Al margen de tipificaciones legales, que no me corresponden, era un ambiente moral de estricta estafa.

No era el único caso. Las deudas se acumulaban. Para noviembre serían ya de 34 millones de euros, de los cuales 5 millones eran de deuda vencida; es decir, de facturas vencidas a las que no se había hecho frente. Intereconomía –su administrador único, Ariza- se estaba financiando a través de proveedores generando graves problemas a pequeñas empresas, confiadas en la solvencia de Intereconomía. Un aspecto contante y sonante de que el fin justifica los medios. Al tiempo, Intereconomía defendía el pago en tiempo o denunciaba el despilfarro de las administraciones; exclusivamente de las gobernadas por socialistas, por supuesto.

En junio, entre la desesperación y el engaño, el común de los más de ochocientos trabajadores de Intereconomía fue, tan sorprendido como los espectadores, con un auténtico SOS, una moderna botella lanzada a través de Intereconomía TV. Se solicitaban donativos a los espectadores. Fue, va de suyo, una iniciativa personal de Julio Ariza. Ni tan siquiera se explicaba el motivo y tuvo el efecto inmediato de extender el pánico por las mesas y los pasillos de Castellana, 36. Tuvieron que adornar –Xavier Horcajo aportó ideas- en veinticuatro horas la descarnada petición de auxilio mendicante con el objetivo de frenar “a esa gente que intenta silenciarnos”. Se inventó una inexistente campaña de acoso por parte del Gobierno socialista. Había una intervención parlamentaria de Alfredo Pérez Rubalcaba en la que se refería, despectivamente, “a esas tertulias de extrema derecha a las que asiste usted”, en respuesta a una pregunta del diputado del PP, Ignacio Gil Lázaro. Y, por una directiva europea, se tuvo que cambiar el canal de emisión lo que produjo una caída de audiencia del 25%, pero fue a causa de la nulidad de Marcial Cuquerella que no previó ninguna campaña solvente de información, ni ningún operativo técnico de ayuda. Era todo una mascarada, porque no había operación política, sino las consecuencias previsibles de una pésima y megalómana gestión. Los espectadores reaccionaron con generosidad. Jubilados con escasos recursos enviaban por carta diez o veinte euros o se acercaban hasta la sede para hacer su donativo en mano. Se notaba tanto la ilusión que ponían como el esfuerzo económico que les representaba. Obviamente, tan entrañable y aleccionadora movilización no tenía un efecto empresarialmente significativo y se extendió la especie explicativa de que el Grupo se estaba dotando de un respaldo ciudadano “por si Mariano no nos hace caso”. Algo así como ‘tenemos tantos miles de personas detrás capaces de darnos incluso dinero”.

El periodista Enrique de Diego dirige actualmente un programa denominado "Clases Medias" que se emite desdeRadio Libertad en el punto 107 FM.

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