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MAR DE FONDO

Por qué soy monárquico

Por Juan Antonio Zuriarraín

By Juan Antonio Zuriarrain
martes 21 de octubre de 2014, 14:31h
Juan Zuriarraín
Juan Zuriarraín
Creo que en los últimos tiempos se está cuestionando con frivolidad por algunos la forma de Estado que nos dimos los españoles en la Constitución de 1978. Hay que ser muy serios en la materia, no podemos estar cada x años cuestionando la forma de Estado, pues todo ello lo que crea es inestabilidad e incertidumbre, dos vectores que tiran en sentido contrario al crecimiento y a la prosperidad. Si España ha gozado de un desarrollo extraordinario durante lustros ha sido por el esfuerzo de todos y por la estabilidad política. Todos los países del mundo occidental no se cuestionan si forma de Estado y el resto de países solo se cambia por circunstancias revolucionarias, y es que en todo el mundo se sabe de la bondad de la estabilidad. En el resto de países europeos con monarquías parlamentarias en ningún momento se cuestionan su continuidad pues todos conocen la valía de la estabilidad.





Pero dicho esto, voy a destacar las principales características por la que pienso que soy defensor de la monarquía. Primero al tratarse de una monarquía constitucional y parlamentaria, donde el Rey se establece como representante del Estado en la Constitución, aprobada democráticamente por mayoría del pueblo, y en el caso de España por una mayoría casi total, es una monarquía democrática y la figura del Rey es tan democrática como la de cualquier presidente de república electo, y en nuestro caso por una mayoría imposible de alcanzar por ningún posible presidente partidista. La nuestra es una monarquía constitucional y no absolutista, como en todos los casos de las monarquías europeas, o sea democráticas.

En segundo lugar la continuidad en el tiempo establece importantes relaciones personales y políticas de Estado a Estado, que culminan con importantes relaciones internacionales, que se materializan en importantes acuerdos comerciales, que proporcionan crecimiento y prosperidad a los ciudadanos del pueblo español. Se pueden dar muchos ejemplos dentro de la infinidad que ha proporcionado las relaciones de nuestro Rey en el mapa internacional.

Asimismo el coste de las monarquías es más barato que las repúblicas, ya que los gastos de los Jefes de Estado son iguales ya sean Rey o Presidente, y en cambio existe un ahorro sustancial en menores gastos para campañas electorales y menores gastos del propio Estado en la Organización de otras elecciones más las Presidenciales, habría que tener además de elecciones municipales, a cabildos, a Diputaciones, a Autonomías, legislativas, otra a Presidente. Además de los gastos posteriores al cese del Presidente vigilancia sueldo, etc., valga por ejemplo los innumerables que hubo en la primera república y los numerosos de la segunda.

Pero quizás lo más importante es que un Presidente elegido y que se presenta con el apoyo de los partidos políticos, podría llegar a ser el representante del partido ganador y nunca de la totalidad de los españoles, no hay que olvidar que España es todavía muy frentista, y los perdedores pensarían que el Presidente no lo es de todos. Por eso pienso que un Rey que no vota nunca y es el representante máximo del estado gane quien gane las elecciones generales, es el representante más Inmaculado para ser el Jefe del Estado.

Y para finalizar, dejar mi opinión para los que piden o desean la abdicación del Rey en el heredero, que nuestro Monarca ha sido siempre lúcido y ha dirigido con acierto el Estado, y debemos darle todo el margen necesario de confianza para que elija el mismo el momento, seguramente ahora en el entorno de crisis no es el mejor para que el Príncipe tomase las riendas del País.
  • Juan Zuriarrain es economista y analista político



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